miércoles, 26 de diciembre de 2007

Rebujito de verano.

Artículo publicado en Vistazo a la prensa en julio de 2004

El verano, como dicen multitud de canciones que se plagian entre sí, ya está aquí. Igual que las ciudades se quedan desiertas, las ideas que semanalmente pugnan por salir de mi cerebro (o de donde sea que los humanos las almacenemos), y que son transmitidas a través de este teclado hasta convertirse en el artículo que Vistazo a la Prensa tiene a bien publicarme, se me deben haber esfumado emigrando a climas más cálidos. Y sí. Digo bien: más cálidos. Una intensa lluvia y un súbito descenso de las temperaturas se han empeñado en arruinar lo que podría haber sido una estupenda tarde de playa; con sus adorables niños regalando pelotazos y arena a la concurrencia, y esa entrañable familia en la sombrilla vecina con el radiocasete a todo meter ofreciéndonos gratuitamente a los bañistas una interminable cinta de Los Chichos, o las mamás llamando a voces a sus Jennifer y a sus Vanesa, y los vendedores ambulantes premiándonos con los consabidos gritos de “Coca Cola, Fanta, Lemon, Bier”, imprescindibles para la relajación supratumbona, y, a la vuelta, ese peaje de Martorell, que tanto cariño nos tiene a los barceloneses, y que se empeña en retenernos como Hacienda el IRPF.

Borro por enésima vez el artículo dedicado a la comisión 11-M. El título -modestia aparte- me había quedado de lo más acertado. “Comisiones y colores”. Intentaba hacer un juego de palabras entre los colores políticos y los colores de Campoamor. Aquéllos que en función de su color convertían las verdades en mentiras y viceversa, que es lo que parece estar pasando ahora. Me vuelvo a quedar encallado en los desaires de Del Burgo al comisario Telesforo Rubio. Sigue lloviendo y conecto el televisor. El Tour. Un español escapado le saca ocho minutos al pelotón. Quedan aún un buen puñado de kilómetros y lo acompaña en la fuga un italiano. Mal rollo, que diría mi hija. Se empeña Perico Delgado en dotar de múltiples probabilidades de victoria al español si consiguen llegar solos a la meta. Decía el ciego que veía y eran las ganas que tenía. Los italianos son muy puñeteros y éste ya está empezando a racanear en los relevos. No es por ser agorero pero no va a llegar. Dicho y hecho. El pelotón lo ha alcanzado sobre la misma línea de meta. El consuelo es que el italiano se ha quedado detrás. Que se fastidie. Así le hagan un control anti doping esta misma noche. Por caradura y aprovechado, ea!

Elimino definitivamente el artículo sobre el 11-M. Voy a conservar el título, que era lo mejor del artículo, por si luego me regresara alguna de las ideas fugadas, aunque no va a ser fácil. Tengo una contradicción interna que me acongoja y me desanima. Por una parte aplaudo cuantas comisiones de investigación sirvan para aclarar hechos sobre los que los españoles necesitamos verdades, pero por la otra intuyo que, una vez más, nos vamos a quedar como estábamos. Además me da la sensación de que en este país ya tenemos decidido lo que cada uno va a creer. Unos estarán convencidos de que Pinocho no le llegaría a Acebes a la suela del zapato si hubiese manera de comparar las mentiras del de madera (o de Madeira, según ciertas voces lusas) con las del portavoz. Los otros mantendrán que el pobre Acebes es un bendito y que los que le acusan de manipulador son los auténticos manipuladores, amén de unos oportunistas carroñeros de mucho cuidado. ¿Seguirá vigente aquello que decían los de Jarcha que afirmaban los viejos? Me refiero a lo de “las dos Españas que guardan aún el rencor de viejas guerras”. Ellos decían que sólo veían gente muy obediente hasta en la cama. Si siguen pensando así, que lo dudo, debieran visitar un óptico.

En las autonómicas una reposición de una serie de producción propia y un documental de animales que ya han puesto más de siete veces. Telebasura en Tele 5 y en Antena 3. Habrá que verla para luego poder criticar con conocimiento de causa. Alternan la publicidad de manera que uno puede seguir de forma simultánea los dos programas. Resulta que Raquel y Noemí (ex grandes hermanas) han roto. Por lo visto la segunda (bisexual) ha dejado a la primera (lesbiana) para irse con otra (no sé si lesbiana o bisexual, pero en todo caso, y a tenor de la foto mostrada, marimacho) a la que llaman “El Nene”. La pareja de gays que han ganado la casa se las están viendo con uno que era novio de una virgen y que no sabe pronunciar la c. “No sabes lo que difes. Yo no estaba en la pisfina aquella tarde". Al final, acaban todos juntitos y abrazados cantando “a quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga”. Pues también llevan razón. A mí, la verdad, me trae –como diría Nieves- al pairo lo que digan y lo que hagan. Lo mismo que a ellos les debe importar que nos enteremos de sus trapos sucios, que bien que los airean en el plató a cambio de dinerito con el que ir a la playa y con el que pagar el peaje de Martorell.

Y llegados a este punto, ya sólo me queda encaminar el cursor de mi pecé hasta lo más alto de la página y cambiar el título. ¡Qué lástima! Con lo que a mí me gustaba. Pero comprenderán ustedes que si encabezando este artículo -si es que así se puede llamar a este rebujito de verano- escribo “Comisiones y colores”, me llamarían, y con razón, caradura como al ciclista italiano (al que quiera Dios que ya le hayan hecho hacer pis en una probeta) y manipulador como a unos u otros de la comisión 11-M. Dependiendo quiénes sean los unos y quiénes los otros, y del color del cristal con el que ustedes miren.

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