jueves, 31 de enero de 2008

Kétchup

Artículo publicado en www.vistazoalaprensa.com en enero de 2008

Si ustedes agarran un tomate, lo despanzurran, le añaden algo de vinagre, azúcar y unas pocas especias obtendrán la salsa que da título a este artículo.

Y kétchup es lo que han hecho con el programa televisivo de mayor audiencia de la sobremesa. La dirección de Tele 5 lo ha despanzurrado, sus críticos han rociado con vinagre la herida y sus admiradores –a los que se ha añadido algún que otro pelota y los que no gustan hacer leña del árbol caído- espolvorean dulces y azucarados comentarios sobre la agilidad de su formato y sobre la capacidad de sus conductores para enganchar a la audiencia de inicio a fin. Sea como fuere, y de la noche a la mañana, al “Aquí hay Tomate” le queda nada y menos para convertirse en kétchup.

Y un servidor, que no es experto –ni siquiera enterao- en comunicación audiovisual, y que se encuentra en la circunstancia de que sus a todas luces excesivas ocupaciones cotidianas apenas le permiten ver la televisión hasta que llega Buenafuente o Eva Hache, le sorprenden la mayoría de reacciones que la conversión del Tomate en kétchup ha provocado. A saber.

Sorprende la exagerada reacción mediática en la totalidad de cadenas, que han dedicado más horas de programación al puré en el que han convertido al Tomate que a otras noticias que a cualquiera con leves oscilaciones en su encefalograma consideraría mucho más trascendentes, como la demanda de ilegalización de ANV presentada por la Fiscalía ante el Tribunal Supremo, la detención en Hendaya de una de las terroristas más buscadas o, incluso, las excepcionales ofertas que tanto Rajoy como Zapatero han prometido ofrecer en el supermercado del IRPF.

Sorprende que en las entrevistas callejeras que todas las cadenas se han apresurado a emitir para captar el “sentir de la calle” –como si que desapareciese un programa de telebasura fuese un evento- la práctica totalidad de entrevistados aleguen estar contentísimos de la trituración del programa, por ser éste una clara afrenta a la ética periodística y un reiterado ataque a la intimidad y al honor de todo famoso –o famosete- al que el presentador de las gafitas chachi y la chica del generoso escote metiesen el dedo en el ojo, y más aún sorprende que casi todos los entrevistados afirmaran no ver jamás de los jamases el despelleje tomatero, mientras que los índices de audiencia lo continuaban situando en unos números que para sí quisiera cualquier cadena de la competencia.

Sorprende que el motivo alegado por Tele 5 para la supresión de dicho programa sea la pérdida de varios puntos en la audiencia, cuando esa misma cadena mantiene –y ha mantenido- muchos de sus programas con audiencias sensiblemente inferiores y con pérdidas de audiencia acumuladas mayores a las que ha sufrido el programa en cuestión.

Sorprende –aunque bastante menos, la verdad- que el programa defenestrado, que vertebra su “atractivo” en poner como un trapo a todo quisque y en hacer rimas fáciles con las palabras “otoño” y “olla”, haya mantenido el liderato en su franja horaria pese a la irrupción en pantalla de formatos indudablemente más ingeniosos y divertidos como “Sé lo que hicisteis” o “Fama”, duplicando la audiencia de estos últimos.

Porque lo que un servidor hubiera deseado sería que la dirección de Tele 5 hubiese emitido un comunicado informando que la liquidación del Tomate responde a un cambio de filosofía de la cadena, y que el tamizado tomatero es el primer paso para erradicar de su programación la telebasura, y que esta iniciativa fuera inmediatamente secundada por todas las emisoras de televisión.

Pero no hay que ser un lince para adivinar que eso, ni ha sido, ni va a ser así. Que muy probablemente en el trasfondo de esa decisión a buen seguro haya enfrentamientos personales entre vayan ustedes saber quiénes, oscuras maniobras de influyentes personajes movidos por sabe Dios qué intereses y que, muy probablemente, en breve, a la hora del Tomate, Tele 5 nos colocará otro folletín cutre en el que removerán la vida sexual de artistas muertos, husmearán en bragas y braguetas de personajes y personajillos del colorín, elevarán a la categoría de acontecimiento las copas que se bebe Paquirrín en una noche o quién le tocaba el culo a Lola Flores hace cincuenta años, y, sobre todo, no se molestarán en exceso en contrastar sus informaciones, no vaya a ser que la realidad les estropee la primicia. Y eso no será lo peor. Lo peor será que volverá a liderar la audiencia. ¿Que no? Al tiempo…

Y si alguno de mis queridos reincidentes -muy a mi pesar- se hubiese convertido durante estos años en adicto al Tomate, y en la sobremesa no encuentra en la caja tonta ningún programa que colme sus expectativas, un servidor le recomendaría que se agarrara un buen libro para quitarse el síndrome de abstinencia. Y si me lo permiten, les propongo uno que les va a encantar: el nuevo libro de Nieves Concostrina que acaba de salir: “Polvo Eres. Peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos”. Les garantizo que se reirán a carcajadas –ejercicio sano y digestivo donde los haya- y que se van a divertir muchísimo más de lo que lo hacían con el Tomate. Y además se culturizará con anécdotas curiosísimas. ¿O acaso sabía usted que la momia de Carlos I de España y V de Alemania ha salido diversas veces de su tumba? ¿O que con los huesos atribuidos a San Valentín se podrían reconstruir al menos tres santos? Ustedes verán lo que les despierta mayor curiosidad, o los garbeos post mortem de tan ilustre Emperador y saber de dónde ha salido tanto hueso del patrón de los enamorados, o bien que le cuenten con quién dicen que se acuesta un nota que participó hace unos años en Gran Hermano.

martes, 22 de enero de 2008

Educación cívica: Educación para la Ciudadanía

Artículo publicado en www.vistazoalaprensa.com en enero de 2008


Aunque oficialmente aún no haya sido inaugurada, la campaña electoral ya ha empezado y tenemos a los líderes de nuestros partidos políticos haciendo más horas que un reloj y prometiendo a diestro y siniestro. Prepárense para tomar nota de las promesas. Así, si alguna se incumpliera, podrán ustedes patalear con rigor documental y acusarlos, papel en mano, de decir Diego donde otrora dijeran digo.

Es de suponer que a estas alturas ya no habrá promesa electoral que pueda sorprender a ninguno de mis queridos reincidentes, que el que más y el que menos ya se habrá curtido en anteriores campañas con promesas firmadas ante notario, de disminución de los impuestos acompañadas de mejoras en las prestaciones –que viene a ser algo así como encontrar la aguja en el pajar, a oscuras, con guantes de boxeo y sobredosis de cafeína-, así como otras dádivas, de las más insospechadas tipologías, que, de ser ciertas, nos llevarían al país de las maravillas, pues todas las formaciones políticas prometen acabar con el paro, solucionar el tema de la vivienda, el de la inmigración y el del terrorismo. Llegados a este punto, si algún partido quiere ser un pelín imaginativo y original, tendrá que prometer que las depilaciones láser las cubrirá la Seguridad Social o que las mariscadas desgravarán en la declaración de la renta.

Y puestos a seleccionar aspectos de esta campaña que aún sorprenden, ruego a mis queridos reincidentes me permitan un pequeño inciso: Parece ser que en la página web de Rajoy, en un apartado donde recoge las sugerencias que le hacen sus votantes en potencia, aparece repetidamente la petición hecha al candidato popular de que se afeite la barba. Esta idea no es nueva; fueron sus propios asesores quienes, tras la derrota del 14 M, le plantearon tal posibilidad a don Mariano, alegando que “la barba es un obstáculo que oculta el rostro y no ofrece confianza”. A aquellos de mis queridos reincidentes que opinen que quizás sea ése el motivo por el que Rajoy no consigue empadronarse en La Moncloa, que no en vano desde que se restauró la democracia nunca ha ganado las elecciones un candidato barbudo, les rogaría que tecleasen en Google “Rajoy sin barba”. Verán cómo cambian de idea de inmediato en el mismo instante en que visualicen el resultado de los fotomontajes. Tecleen, tecleen en Google y me darán la razón. Y me van a perdonar mis queridos reincidentes el inciso, pues todo este párrafo no tenía otro objeto que llevarles a la reflexión de que mal andamos de cultura democrática en este país cuando lo que se sugiere a un candidato, para que opte con mayores garantías de éxito a la presidencia del gobierno, es que se afeite la barba.

A lo que íbamos, les decía que si bien uno se considera curado de espantos y sorpresas en esto de las campañas electorales -al margen de lo de la barba de don Mariano, para lo que les confieso no estaba preparado- he de reconocerles que sí me ha llamado la atención la promesa de Rajoy consistente en suprimir la asignatura de Educación para la Ciudadanía sustituyéndola por la de Educación cívica, “integrada en las materias propias de conocimientos sociales, para reforzar el estudio del ordenamiento constitucional, las instituciones de la UE y los Derechos Humanos”.

Y si usted, mi querido reincidente, es de los que al leer tal afirmación no le chirrían las meninges, probablemente sea debido a que, al contrario de lo que le ocurre a quien les escribe, no tiene el extravagante vicio de leer los Reales Decretos cuando lo publicado en éstos genera cierta polémica.

Les cuento: Existen por ahí un par de Reales Decretos -el 1513/2006, de 13 de diciembre y el 1631/2006, de 29 de diciembre- que establecen los contenidos de la asignatura “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos”, en los que podemos encontrar tres bloques dirigidos a la Educación Primaria en el primer BOE y cinco para la Educación Secundaria en el segundo.

Me van a permitir que les trascriba algunos párrafos de los citados boletines:

1) INDIVIDUOS Y RELACIONES INTERPERSONALES Y SOCIALES. Propone un modelo de relaciones basado en el reconocimiento de la dignidad de todas las personas, del respeto al otro aunque mantenga opiniones y creencias distintas a las propias, de la diversidad y los derechos de las personas. A partir de situaciones cotidianas, se aborda la igualdad de hombres y mujeres en la familia y en el mundo laboral.

2) LA VIDA EN COMUNIDAD. Trata de la convivencia en las relaciones con el entorno, de los valores cívicos en que se fundamenta la sociedad democrática: respeto, tolerancia, solidaridad, justicia, igualdad, ayuda mutua, cooperación y cultura de la paz. Permite proporcionar elementos para identificar y rechazar situaciones de marginación, discriminación e injusticia social.

3) VIVIR EN SOCIEDAD. Propone un planteamiento social más amplio: la necesidad y el conocimiento de las normas y principios de convivencia establecidos por la Constitución. El conocimiento y la valoración de los servicios públicos y de los bienes comunes.

Éstos eran los aplicados a la Educación Primaria, y los siguientes que transcribo a la Secundaria:

1) APROXIMACIÓN RESPETUOSA A LA DIVERSIDAD. Entrenamiento en el diálogo, el debate y la aproximación respetuosa a la diversidad personal y cultural.

2) RELACIONES INTERPERSONALES Y PARTICIPACIÓN. Trata aspectos relativos a las relaciones humanas, desde el respeto a la dignidad personal y la igualdad de derechos individuales, el reconocimiento de las diferencias, el rechazo a las discriminaciones y el fomento de la solidaridad. Se aborda la participación y representación en el Centro escolar.

3) DEBERES Y DERECHOS CIUDADANOS. Conocimiento de los principios recogidos en los textos internacionales. Identificación de situaciones de violación de los derechos humanos. Actuación que corresponde a los tribunales ordinarios y a los tribunales internacionales cuando se producen situaciones de violación de derechos humanos.

4) LAS SOCIEDADES DEMOCRÁTICAS DEL SIGLO XXI. Funcionamiento de los Estados democráticos, centrándose particularmente en el modelo político español. Se analiza el papel de los distintos servicios públicos.

5) CIUDADANÍA EN UN MUNDO GLOBAL. Aborda alguna de las características de la sociedad actual: la desigualdad en sus diversas manifestaciones, el proceso de globalización e interdependencia, los principales conflictos del mundo actual, así como el papel de los organismos internacionales en su prevención y resolución.

Y tras rogarles me disculpen por haberles obligado -de forma traicionera, si ustedes quieren- a leerse la trascripción de los citados boletines (lo que sin duda les permitirá alabar o denostar dicha asignatura con mayor conocimiento de causa que aquellos que alabaran o criticaran sólo de oídas) quisiera preguntarles a mis queridos reincidentes en qué creen ellos que se diferencian los párrafos que acaban de leer, de la “nueva” Educación Cívica made in Rajoy, que es –recuerden- “educación cívica integrada en las materias propias de conocimientos sociales, para reforzar el estudio del ordenamiento constitucional, las instituciones de la UE y los Derechos Humanos”.

A un servidor no se le ocurre otra diferencia que no sea que una la propone Rajoy mientras que la otra la propuso ZP. ¿O es que acaso la EC de Rajoy va a abogar por la preponderancia de una raza sobre otra, de un sexo sobre otro, y a ordenar marcar con una estrella rosa a los homosexuales? Desde luego que no. Porque aunque a algunos les fastidie, la EpC -aunque la quieran llamar Educación Cívica- no es más que hablarles a los chavales, con coherencia y sentido común, de la sociedad en la que les ha tocado vivir.

Claro que también pueden ustedes estar en desacuerdo con esta apreciación y recomendarle a Rajoy que se afeite la barba…

jueves, 17 de enero de 2008

Ansiando la derrota

Artículo publicado en "Vistazo a la Prensa" en enero de 2008


Decía Séneca –que como todos mis reincidentes bien saben era un señor con barba que vivió hace un montón de siglos- que el ser humano tiende, por naturaleza, a buscar la felicidad y que para conseguirla, en ocasiones hay que separarse de las masas. Haciendo una interpretación libre de tales afirmaciones cabría entender que no siempre lo que ansia la mayoría es necesariamente aquello que nos llena de satisfacciones y nos proporciona la felicidad. “Sólo es feliz el que, dejándose guiar por la razón, ha superado los deseos y los temores”, decía el sofista. Y quizás aquí haya encontrado quien les escribe el razonamiento para comprender el proceder de aquellos que dirigen los designios del PP, que quizás, en una interpretación filosófica de la vida, hayan llegado a la conclusión de que lo verdaderamente importante en la existencia no es ganar, que eso es de mayorías y por tanto de masas, que hay que dejarse guiar por la razón, superar los deseos de gobernar a toda costa, y los temores de verse nuevamente en la oposición. Porque si no es así, y lo que de veras pretenden es ganar estas elecciones, que se lo hagan mirar que decimos en mi tierra, porque de un tiempo a esta parte parece que a los que diseñan sus estrategias los ha infiltrado el enemigo.

Aznar, que sabe que lo anticatalán vende en ciertos sectores de sus votantes, anda diciendo estos días que en Cataluña se coacciona para imponer el catalán. Claro, aquí a los que hablan en castellano los excomulgamos y los mandamos a galeras. De hecho, ahora que lo dice, hace siglos que no escucho a nadie hablar en castellano por Barcelona, y ya ni me acuerdo de la última vez que vi un periódico escrito en castellano en los kioscos de la Rambla, y creo que la última película que pude ver en castellano en el cine fue “Lo que el viento se llevó”. ¿Será que también lo coaccionaron cuando afirmaba hablar catalán en la intimidad? Por cierto, en cuanto mande el artículo he de llamar a mi suegra sin falta y decirle que ni se le ocurra abrir la boca cuando salga de casa, que lleva en Cataluña desde 1958 y sólo habla castellano. No vaya a ser que la deporten y mis sobrinos se queden sin abuela que les haga de canguro. Pobrecilla mi suegra; es de tan buena fe que ni se ha enterado que la han estado coaccionando todos estos años.

Este Aznar… siempre haciendo amigos. A eso se le llama talante, sí señor. Si a lo anterior le sumamos que el PP ha colocado como número 2 en las listas de Madrid -y con intenciones de nombrarlo Vicepresidente Económico- a Pizarro, ex presidente de Endesa, aquel que refiriéndose a la OPA de Gas Natural expresaba lo de “Endesa, antes alemana que catalana”, podríamos concluir con que las expectativas del PP en Cataluña ante las próximas elecciones son -siendo optimistas- nefastas.

Y no sólo mister Ánsar es el responsable de que un servidor tenga tal sensación de que el PP ha diseñado un plan para perder las elecciones, pues, además, en una sociedad que mayoritariamente suele considerarse –con matices, si ustedes quieren- más cercana al centro que a los extremos, insisten en dar volantazos hacia la derecha, que a todo aquél de su partido que gotea algo de progresismo lo quitan de en medio de un plumazo -léase Gallardón o Piqué- mientras que a los del ala dura –léase Zaplana o Acebes- no se los sacan de encima ni con agua caliente. Claro que si su voluntad es perder las elecciones siguiendo los consejos de Séneca, necesitarán de gente con experiencia en justificar su derrota achacándola a escabrosas conspiraciones, y de eso Zaplana y Acebes saben un rato largo.

Así sí se comprende el porqué de esa oposición basada en cuestionarlo y criticarlo todo, sin más aporte que el no rotundo. Sólo de esta manera se entiende que se pueda criticar negociar con ETA cuando se hizo lo propio en su día, o que se alineen con los que defienden un modelo determinado de familia criticando las leyes del divorcio y el aborto cuando esas mismas leyes fueron mantenidas en la anterior legislatura sin que nadie dijera ni mu.

Y si mis reincidentes se preguntan qué intereses puede tener un partido en perder unas elecciones, a un servidor no se le ocurre más que remitirlos de nuevo al pensamiento de Séneca. Para Séneca la meta de la vida mortal se encuentra en la sabiduría y en la virtud. Es esencial saber. Y el PP no tuvo la virtud de saber perder. No supo perder las elecciones y ahora les toca repetir asignatura

miércoles, 9 de enero de 2008

El rector, el vicario y la fotocopiadora

Artículo publicado en "vistazoalaprensa.com" en enero de 2008

Hoy he conocido a un rector y a un vicario. Buena gente. El rector lleva casi tantos años como tiene sirviendo a sus feligreses. El vicario, un chaval joven, llegó recientemente desde Ruanda a trabajar para la Iglesia. Aunque probablemente en su país fuese más necesario que en el nuestro, su jerarquía nos lo ha enviado aquí debido a la falta de vocación entre nuestra juventud, o quién sabe si lo que de veras cree dicha jerarquía es que aquí hace más falta, que en estos lares la familia está en tal peligro que los mosenes patrios necesitan refuerzos foráneos para que la sociedad no se desmadre más de lo que ya lo ha hecho. A saber…

Y es que anda uno liado en temas históricos, investigando un personaje que lleva muerto casi doscientos años, buscando entre libros viejos, épicas historias y leyendas de nuestra Guerra de Independencia y necesitaba husmear entre partidas de bautismo y de defunción de entonces para corroborar ciertas fechas. La disposición de ellos a ayudarme ha sido total “ven cuando quieras y lo buscamos. Eso sí, no tenemos fotocopiadora, si necesitas sacar copias de la partida…”. Le interrumpí para decirle que no me hacía falta, que las cámaras fotográficas de hoy bien podían captar esos documentos, y que si así no fuera, un servidor acudiría en otro momento con su ordenador portátil y su impresora multifunción –de la que la SGAE ya cobró su correspondiente y reglamentario canon, pero en cuanto se fastidie ésta lo tienen claro porque la próxima la compro en Andorra como Dios es Cristo- y fotocopiaríamos lo que fuese menester. El rector debió pensar que aquello era mucho lío para este columnista y llegó a insinuar que dado el caso -la investigación de que les hablaba probablemente haga que la historia de dicho personaje, y por tanto el pueblo y la parroquia, aparezcan en medios informativos nacionales- podrían hacer una excepción a la norma que tienen de no sacar ese tipo de documentos tan antiguos de sus archivos. Ni hablar, padre, no va a ser necesario –le interrumpía de nuevo quien les escribe- seguro que con las fotos será suficiente. Más que nada porque siendo como es un servidor de despistado, no se fuese a olvidar encima de la fotocopiadora unos documentos del mil setecientos y pico, y, en el colmo de la desdicha, cualquiera de sus compañeros que ejerciese de siguiente usuario del ingenio copiador echara esos papeles viejos al triturador de papeles. Dios nos libre.

Total, que seguimos charlando de tópicos e intrascendencias, y aunque lo que le pedía el cuerpo a un servidor de ustedes era preguntarles qué les parecía la moda pancartera a la que se han dado sus jefes últimamente, y por aquello de que todavía no hay confianza –aunque todo se andará- quien les escribe se mordió la lengua y la conversación se mantuvo en asuntos domésticos y de pueblo, como los desperfectos sufridos en las instalaciones parroquiales a causa de la trastada de un gamberro, y que andaban ellos sin saber si dar o no dar parte al seguro hasta conocer el importe de las reparaciones, a fin de calcular si les salía a cuenta comunicar el hecho a la compañía, sabiendo que al dar parte a la aseguradora perderían la bonificación por no siniestralidad, que a éstas y a otras cábalas se veían obligados para estirar el modesto presupuesto parroquial.

Y les cuento todo esto, porque el encuentro que les relataba y la conversación mantenida con eso dos entrañables curas han dado al traste con el artículo que pretendía escribir esta semana, cuyo tema ya llevaba dando vueltas alrededor de la neurona de quien les escribe desde la semana anterior, y para el que ya tenía incluso título: “Libertad para los obispos”, que no me negarán que, tal y como está el patio, resultaba –como poco- sugerente, e incluso un pelín provocador.

Y el artículo pretendía sugerirles a los obispos que se planteasen la posibilidad de solicitar la cancelación, rescisión, anulación, denuncia -o como sea que se llame a la acción de suprimir ese acuerdo- del concordato por el cual la Iglesia percibe en España, y a cargo de los Presupuestos Generales del Estado, la asignación económica que contribuye importantemente a su sostenimiento.

Y es que no se puede ser objetivo, ni se puede ser claro, cuando se critica a la mano que te da de comer, pues pueden haber obispos que se corten y que sean incapaces de llamar a las cosas por su nombre, temiendo que a resultas de sus críticas el gobierno se viese tentado a cierto modo de chantaje, amenazando con cortarles el pienso si no dejan de dar la vara con sus cosas, por lo que resulta evidente que sería mucho más recomendable que se buscasen métodos alternativos e imaginativos de autofinanciación –como llevar publicidad en las sotanas, o alquilar espacios exclusivos, como la Capilla Sextina, para bodas de gente pija y adinerada-, métodos que les liberasen del yugo de la subvención, el convenio y el concordato.

Unos obispos libres, que cuando se manifestaran lo hiciesen sin miedo, expresándose libremente sin temor a represalias monetarias por parte de quienes en gran medida les patrocinan. Porque no se vayan a creer mis queridos reincidentes que la Iglesia de financia exclusivamente de aquellos declarantes del IRPF que marcan la casilla correspondiente en sus impresos de la renta, que ésa no es más que una aportación extra – y mínima- que complementa los magros aportes con los que el Estado –o sea todos nosotros- subvencionamos de diversas maneras a la Iglesia. Mandar el concordato a paseo sería, sin duda, un acto de valentía, de independencia y de liberación.

Pero como les decía antes a mis queridos reincidentes, un servidor ha decidido no pedirles eso a los obispos, más que nada porque estoy convencido de que a quien más afectaría tal medida no sería a los prebostes de la Conferencia Episcopal, ni a los distinguidos mitrados. Éstos bien sabrían encontrar la forma –e incluso los espónsores- que les permitieran mantener su privilegiada posición. No sabe un servidor por qué, pero le da en la nariz que los que se verían de veras afectados por la anulación del concordato serían los miles de curas que verdaderamente se lo curran, curas que ayudan a la gente con problemas, que se preocupan de las necesidades de sus feligreses, curas que no se andan con zarandajas políticas y a los que probablemente les importe bastante menos que a sus jefes con quién se acueste o se case cada cual. Curas como los que conocí esta mañana, que tienen que hacer números y números para llegar a final de mes como la mayoría de los currantes pese a trabajar bastantes más de las 40 horas semanales, o que pese a administrar un archivo de incalculable valor histórico no les llega el presupuesto ni para una fotocopiadora.

jueves, 3 de enero de 2008

Familias como Dios manda

Artículo publicado en "vistazoalaprensa.com" en enero de 2008


Aunque mis queridos reincidentes no se lo crean, quien les escribe se había propuesto no meterse más con los obispos, que luego lo tildan a uno de anticatólico, o lo que es peor, de anticristiano. Y tampoco es eso, que un servidor –que como ya sabrán sus queridos reincidentes se educó en un colegio de salesianos , época de la que guarda gratísimos recuerdos- tiene la convicción de que en multitud de ocasiones la Iglesia presta un servicio a la sociedad y que son muchos los que desde ésta actúan con entrega y abnegación para conseguir un mundo más justo aunque, curiosamente y dicho sea de paso, muchos de los que en ocasiones he denominado como “curas de los míos” suelen ser tratados con poca generosidad desde la propia Iglesia, pero eso es harina de otro costal, aunque la harina ya no se transporte en costales, sino en sacos de material sintético.

El caso es que ya la semana anterior y ante las declaraciones del obispo de Tenerife, en las cuales afirmaba poco menos que algunos de los menores abusados sexualmente lo eran porque éstos lo deseaban, e incluso que otros casi se lo buscaban por andar provocando al personal, un servidor estuvo tentado de saltarle al cuello –metafóricamente hablando, por supuesto- al susodicho espécimen y ponerlo como un trapo en su columna, pero quien les escribe recordó las palabras de una buena amiga y mejor periodista -y no es que sea mala amiga, sino que como periodista es extraordinaria- que me escribía al hilo de otro artículo que un servidor acababa de publicar entonces y en el que criticaba cierta forma de interpretar el cristianismo, y lo hacía con estas palabras que les copio directamente desde aquel correo: “De ese asunto, qué quieres que te diga. Ni lo comento, porque me lío, me lío, me lío... y me excomulgan”. Y no es que un servidor tema que lo excomulguen, que duda mucho que alguien con poder para dictar tal medida se entretenga en leer -y muchísimo menos en dar la más mínima importancia- las columnas de quien les escribe, pero bien es verdad que uno, que se conoce, sabía que en caliente iba a ser más duro con ese obispo de lo que la prudencia y el decoro exigían, porque no me negarán ustedes que, como poco, no es de recibo que un representante de la Iglesia de tamaño calibre se exprese en relación a tan delicado tema con estas palabras:

“Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan”.

Si es que después del “que si te descuidas te provocan” , sólo le ha faltado añadir a don Bernardo –que así se llama el susodicho- la socorrida muletilla atenuante “que uno no es de piedra”. Porque hay que tener el cerebro muy carcomido para ver provocación -y no pena o lástima- en la actitud, sea la que fuere, de una criatura de 13 años. Y encima afirmar que es que lo están deseando… Seguro que cuando don Bernardo conoce por la prensa de los casos de pederastia protagonizados por sus colegas los justifica diciendo que a esos mosenes, pobrecillos, los provocaron picaronamente con sabe Dios qué ardides. Aunque, pensándolo bien, casi mejor dejarlo aquí; porque yo también me lío, me lío, me lío… y me excomulgan fijo. Total, que un servidor pasó olímpicamente de las palabras del obispo y escribió su artículo semanal para “vistazo a la prensa” sobre el nuevo canon digital by SGAE ©.

Y se preguntarán mis queridos reincidentes cómo es que habiéndose un servidor propuesto dejar tranquilos a los obispos, al menos durante una temporada, en sus columnas, y habiéndolo conseguido ante tamaña barbaridad como la vomitada por el obispo canario, se desdice de su propósito y se lanza al ruedo, que diga al folio, a meterse de nuevo con los obispos, con los prejuicios que tal medida puede reportar a su correo electrónico, al que probablemente vuelvan a lloverle cristianas amenazas cuando esta columna vea la luz, o, muchísimo peor, al prometedor futuro que para él pudieran tener previsto, en aras a una posible y más que previsible ampliación de plantilla, en el cuerpo de botones y ordenanzas de la COPE.

Pues a los reincidentes que tal interrogante se hayan planteado comunicarles que un servidor la semana pasada se encontraba de vacaciones, empapado de espíritu navideño, rebosando tolerancia y buena voluntad, y con la firme convicción de intentar proceder en todas sus acciones de la manera más emocionalmente inteligente que le fuera posible, tal y como les comentaba en uno de sus recientes artículos y que llevaba por título “Inteligencia emocional”, no dejando que las barbaridades ajenas soliviantaran el ánimo de quien les escribe, precisamente porque dejarse influir por los que actúan de forma bárbara sería concederles una importancia de la que -al menos para un servidor- carecen. Y una semana después, de nuevo en el tajo y con una mesa de papeles que más parece el suelo de la Puerta del Sol tras el cotillón que una mesa de despacho, y avanzado en su estadio emocional hasta llegar al capítulo de la asertividad, definiendo ésta como el comportamiento comunicacional maduro en el que la persona ni agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos de una forma sosegada pero firme, un servidor considera que ha llegado el momento de ser asertivo y de rajar por este teclado, en aras de la asertividad y amparándose en artículo 20 de nuestra Constitución – derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.-, lo que a un servidor le salga de sus teclas.

Si alguno de mis queridos reincidentes escuchó el discurso del cardenal Rouco Varela -o el de sus otros colaboradores, que tanto monta, monta tanto- en la pasada manifestación celebrada en Madrid y opinó que esas palabras fueron sabias y cargadas de razón, he de advertirles que probablemente no le guste lo que resta de este artículo, y he de comunicarles que igual de inteligente –emocionalmente hablando- resultaría pinchar con el ratón la crucecita roja del ángulo superior derecho de esta página, cerrándola en este preciso instante, como leer el artículo hasta el final con la convicción de que las elucubraciones de este columnista no merecen que a usted le suba la tensión –porque realmente no lo merecen- ni le solivianten el ánimo, que no son más que el resultado lógico, bien de la incapacidad de quien les escribe para transmitirles ideas con un mínimo de sentido común y de coherencia, o bien son la más que previsible secuela de una sociedad decadente, sin valores, así como de un sempiterno y pésimo sistema educativo que consecuentemente genera columnistas productores desechos como el que usted está leyendo. Lo que sin duda resultaría poco inteligente, sería leerlo a sabiendas que no le va a gustar, padecer mientras lo lee y agarrarse luego un cabreo monumental a causa de haberlo leído. Advertidos quedan mis queridos reincidentes, y más advertidos aún los que, sin serlo, aterricen casualmente en esta página, que los reincidentes de un servidor andan ya prevenidos sobre qué pueden encontrarse y qué no en sus artículos.

Y es que incluso partiendo de la base de que cualquier colectivo, incluido el Arzobispado de Madrid, promotor de la concentración, tiene todo el derecho del mundo a manifestarse y a pregonar a sus acólitos -en este caso fieles- sus mensajes, proclamas e incluso transmitirles el modelo social y político más acorde con sus postulados, no es menos cierto que algunas de las afirmaciones allí vertidas por insignes representantes de la Iglesia, dan para siete docenas y media de artículos, aun y dejando al margen ciertos detalles, insignificantes si ustedes quieren, como la casual proximidad con el inicio de la campaña electoral que se intuye movidita, el hecho de que incluso los paneles de tráfico de la Comunidad de Madrid anunciaran la concentración en vez de los habituales mensajes de prudencia y de información del tráfico, o que de nuevo las cifras de asistentes proporcionadas por los organizadores rocen no ya la incongruencia sino el despropósito, dándole de patadas al sentido común y recordando al chiste de los mil chinos jugando al fútbol en la cabina de teléfonos, proporción similar entre el espacio existente en la cabina del chiste y la Plaza de Colón, si extrapolamos chinos y manifestantes.

Porque, la verdad, no sabe uno por dónde empezar ante las suculentas declaraciones de los mitrados, arzobispos y obispos, porque sin llegar a los límites –sin duda altos- puestos la semana anterior por el obispo canario, ése al que cada vez que se descuida lo provocan los niños de 13 años, las opiniones de algunos de los discursistas –stricto sensu - en la manifestación también tienen su miga.

Rouco Varela dixit: “Nuestro ordenamiento jurídico ha dado marcha atrás respecto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos”, pues según interpreta don Rouco, nuestro ordenamiento jurídico entra en contradicción con el artículo 16 de la citada declaración, que establece que “la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el estado”. Vamos pues a interpretar esas palabras y, quién mejor que mi amado y socorrido Diccionario de la Real Academia, nada sospechoso de ser sectario, para darnos el significado justo y adecuado de las palabras.

Familia. (Del latín. familĭa).

1. f. Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas.

2. f. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje.

3. f. Hijos o descendencia.

Siendo esta la definición de la palabra familia, no entiende uno que nuestro ordenamiento jurídico dé marcha atrás en nada. Claro que habrá quien opine que una familia no lo es, al menos bajo las leyes de Dios, cuando los dos cónyuges lo sean del mismo sexo. Y un servidor les dirá que sí, que vale, que de acuerdo, pero que en este país –como en la mayoría de los países civilizados- la Iglesia no dicta las leyes, sino que lo hace el parlamento escogido democráticamente por los ciudadanos. Mezclar las leyes humanas -como lo son las declaraciones de la ONU- con las divinas es mezclar churras con merinas. Recuerden, al César lo que es del César. En cualquier caso el hecho de que se les permita a dos personas del mismo sexo acceder al matrimonio civil no va a impedir que todos los que deseen formar una familia tradicional, con un cónyuge de cada sexo como Dios manda –nunca mejor dicho- dejen de hacerlo. ¿Que la gente cada vez se casa menos por la Iglesia? Natural ¿No han visto lo caro que resulta? Arrejuntarse sale indudablemente más económico. Y encima se ahorra uno de aguantar al cuñado gorrón, hasta las cejas de vino, subido en un silla, llamando la atención golpeando una copa con un cuchillo, y repitiendo cansinamente lo de que se besen, que se besen….

Carlos Amigo, obispo de Sevilla, que no pudo asistir a la reunión le pasó una carta a Manuel Barrios, delegado diocesano de Familia de Madrid para que éste la leyera, y al hacerlo don Manuel también dixit: “No se puede prescindir de la familia ni privarla de sus derechos”. A ver si es que se le ha privado algún derecho a la familia y un servidor no se ha enterado, porque ¿qué derecho se le priva a aquel que quiera formar una familia cristiana? ¿No puede uno casarse con quien le dé la gana? Obviamente que quien quiera casarse con Julia Roberts o con George Clooney lo tiene complicadillo, pero el derecho a hacerlo sí lo tiene si consigue convencerlos. Ni en el caso de un camionero que se quiera casar con un encofrador no entiendo yo qué derecho de qué familia está vulnerando. ¿O es que si el camionero y el encofrador se casan no van a poder hacer lo propio un encofrador –el mismo de antes no, otro- con una administrativa?

Antonio Cañizares, cardenal arzobispo de Toledo, dixit: “la familia, pese a ser "la institución social más valorada, está siendo sacudida en sus cimientos (...) incluso con legislaciones injustas e inicuas" y "sufre ataques de gran calado", por lo que "hoy se puede considerar la salvaguarda del matrimonio como el primer problema social".

Pues mire usted, señor Cañizares. Ojalá ése fuese el primer problema social, porque, entre otras cosas, significaría que estaríamos atando los perros con chorizo de venado, que el euríbor nos importaría un pito, que los equilibrios a fin de mes serían cosa pasada y que en los asilos de la seguridad social les servirían a los abueletes jamón de jabugo migado en las sopitas. Entre los problemas que más preocupan a la población en España (y no en los mundos de Yupi), y según el último barómetro del CIS, encontramos el paro, la vivienda, el terrorismo y un montón de problemas reales que son los que sí nos quitan el sueño. O lo que es lo mismo, salvaguardar el matrimonio será un problema para usted. La sociedad española no lo identifica como un problema. Probablemente porque no lo sea.

Y les he dejado para el final mi cita preferida, la del arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco, que dixit “la cultura del laicismo radical conduce a la disolución de la democracia”.

Vamos a ver, que esta cita merece párrafo nuevo tras punto y a parte. Considera este señor que la cultura del laicismo (doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa, según el DRAE) conduce a la disolución de la democracia. Y ya estamos de nuevo con las churras y con las merinas hechas un revoltillo, porque ya me contarán a mí qué tendrá que ver lo laicos que puedan ser los habitantes de un país, con la democracia, entre otras cosas porque las sociedades en las que la política y la religión van de la manita, no son precisamente las que mejor puedan presumir de democracia. No hace falta echar muy atrás la vista ni la memoria para comprobar que cuando en este país mandaba un señor bajito -no me refiero a Aznar, sigan retrocediendo unas pocas décadas más- que entraba en las iglesias bajo palio. Entonces, sí que sólo existían familias como Dios manda. Lo que no existía era democracia.

A ver si va a resultar que lo que les molesta a algunos que yo me sé no sean los matrimonios entre los homosexuales sino la democracia, que es la que en definitiva permite que las leyes no las dicte sólo Dios, o que los gobernantes no lo sean “por la gracia de Dios”. A ver si va ser eso…

martes, 1 de enero de 2008

Cuidadín con el e-mail


Artículo publicado en "O Desván" en enero de 2008


Resulta del todo indiscutible que el correo electrónico ha revolucionado el mundo de la comunicación. Gracias a ese sistema podemos mantener contacto, y, de igual forma, con el vecino de al lado y con personas del otro lado del planeta. Que en parte ha recuperado -aunque con ciertos matices- el ya marchito género epistolar – y les cito lo de los matices porque en las cartas de antaño uno se esmeraba en la caligrafía y en la ortografía y ahora nos encontramos algoritmos del tipo “k acs? N ms 3ss X fvr (y que se interpreta “¿Qué haces? No me estreses por favor)- pero que posibilita que, una vez hayamos incluido en nuestra libreta de direcciones a un tipo que –por poner un ejemplo- conocimos por casualidad admirando una preciosa moto en un escaparate, éste forme parte de nuestro círculo de contactos a los que regularmente enviaremos fotos curiosas, chistes malos –aunque en el apartado reservado al asunto del mensaje siempre aparezca el sintagma “es buenísimo"- y una original felicitación navideña donde una señorita – o un mozo bien plantado y generalmente depilado- nos recuerda la efemérides del advenimiento tocado con un gorro de Papé Noel y poco más, y nos desea, con una espectacular sonrisa Profidén y a ritmo del Jingle Bells Rock, todos los parabienes del mundo mundial para este 2008 que ya está a punto de doblar (si no lo ha hecho ya cuando ustedes lean esta columna) la esquina.

En cualquier caso, y como nos ocurre con otros tipos de chismes y cachivaches que hace unas pocas décadas ni imaginábamos -como el teléfono móvil o el navegador GPS- es tan fácil acostumbrarnos que nos costaría Dios y ayuda tener que prescindir, porque además del ya comentado fin lúdico y de transmisor de chorraditas , quien más quien menos utiliza el e-mail para fines más serios, como enviarse documentos al trabajo, o, incluso, la mayoría empresas quedarían paralizadas y sin capacidad de respuesta si de hoy para mañana les dejase de funcionar el correo electrónico.

Pero como ya sabrán mis queridos reincidentes, existe en toda colectividad un dos por ciento –al menos- de individuos que son unos cabritos –quitándoles años- e hijos de meretriz, que emplean su ingenio y alivian sus frustraciones fastidiando al prójimo, y, como no podía ser de otra manera, también los encontramos entre los usuarios del correo electrónico. Y han encontrado en este medio el ídem ideal para chincharnos al resto, unas veces con intereses puramente crematísticos y otras, por el puro “placer” de jororbar al incauto, que dicen que también tiene su aquél eso de jorobar porque sí. Veamos pues algunas de las múltiples maneras con las que un usuario cándido puede ser desplumado cual gallo de Morón (o de cualquier otra población del suelo patrio, que no sólo en Morón de la Frontera puede ser desplumado un gallo) a través del correo electrónico.

Ya habrán ustedes oído hablar del phishing, que es utilizar un mensaje de correo electrónico que simula pertenecer a su entidad bancaria y que con la excusa de actualizar sus datos les piden rellenar un formulario con sus números de tarjeta de crédito y sus contraseñas. Huelga decir que ese tipo de datos jamás debe facilitarse por correo electrónico ni por teléfono si uno no quiere que le dejen la cuenta corriente más limpia que la cocina del mayordomo de la prueba del algodón.

Y quién de ustedes no ha recibido el Powerpoint, probablemente proveniente de un conocido o amigo, en el que nos pasan las fotos de un pobre chaval de once añitos aquejado de una enfermedad rarísima que necesita que ese correo se transmita cuanto más mejor, pues por cada vez que se envíe Microsoft va a pagar un centavo de dólar -qué agarrado el Bill Gates, con la pasta que tiene- para condonar el tratamiento del angelito. Si mis cálculos no fallan, ese chaval debe estar apunto de acabar la mili, porque ese mismo correo lleva dando vueltas por la red desde 1996, ya que la finalidad de dicho e-mail no es más que la de captar nuevas cuentas de correo a las que enviar correo basura, como mensajes ofreciendo Viagra genérica a 3 dólares el comprimido –a los interesados dejo en enlace de esa web en la redacción de O Desvan-, o correos ofreciendo la posibilidad de jugar “on line” en un casino virtual en el que hay que ser tonto del culo para no ganar 600 euros diarios. Y bien que deben funcionar esos sistemas de captar emilios cuando cada vez son más los correos basura que recibimos.

Pero el caso que paso a relatarles es de veras ingenioso y les confieso que si no llega a ser por mi magnífico antivirus -del que me van a disculpar no dé datos porque la licencia con la que lo hago funcionar es más pirata que el loro del padre de Pipi Lamstrung- en estos momentos el ordenador de un servidor estaría infectadísimo y con virus y troyanos hasta los ojos. Les cuento:

Me van a permitir mis queridos reincidentes que me remonte a unos días atrás cuando un servidor recibe un e-mail que lleva por asunto “Hallo Darling” y que en inglés me venía a decir que en mi último viaje a Letonia había conocido a un grupo de chicas y que una de ellas había quedado prendada de quien les escribe, y que próximamente iba a visitar mi ciudad y que tenía mucho interés en volverme a ver. Adjuntaba el correo una foto de una morenaza escultural, de ojos grandes y negros, en minúsculo y revelador bikini –imagen a todas luces trucada pues pese a estar la moza medio en cueros sobre un fondo nevado no mostraba los pezones erectos- con una sonrisa, una pose y una actitud más que provocativa, y con un enlace al final del correo donde la inocente vampiresa afirmaba se encontraría la forma de contactar con ella. Un servidor, sinceramente, quedó algo mosqueado por varias razones: porque no suele ir levantando ese tipo de instintos y pasiones entre las féminas -y menos entre las de ese calibre-, porque en ningún momento hacía referencia a la ciudad que presuntamente iba a visitar y que presuntamente era la mía y, sobre todo, porque quien les escribe no ha estado en su vida en Letonia. Imaginó entonces quien les escribe que ese correo, enviado al azar a todo el mundo mundial –recuerden que estaba escrito en inglés- bien pudiera ir a parar a alguien que hubiese visitado Letonia y que creyese que la morenaza de los pezones no erectos existía de veras y bien podría acceder a tomarse una copita –o lo que se terciase- en ese pub tan oscurito que hay en casi todas las ciudades, y que, con esas expectativas, pincharía desprevenido –e incluso desesperado- en ese enlace donde a saber las desgracias, cepos, trampas y estafas se le vendrían encima irremediablemente.

El caso es que tras admirar la esbelta figura y las sinuosas y exuberantes curvas de la morenaza durante uno o dos – o quizás fueran ciento veinte- segundos, un servidor borró sin más ese e-mail y prosiguió con su quehacer cotidiano.

Y hará cosa de una media hora, cuando un servidor se disponía a revisar su correo, entra un ídem con el asunto “Te acuerdas de mí?” y con el siguiente texto:

“¿Por qué me haces esto? Pasaste el otro día por delante de mí e hiciste como si no me hubieses visto. ¿No recuerdas aquella foto de grupo que hiciste? Espero que disfrutes un poco de mí, aunque sea por nuestra amistad. Besitos. Te quiero mucho”.

Firmaba el mensaje una tal Laurita, y al pie del mismo, aparecía escrito “Archivo adjunto: Laurita.jpg”

Mosqueado como una azafata en vuelo con fines humanitarios a Chad, un servidor detectó una versión mejorada del anterior correo de la letona tetona, pues ofrecía una historia más verosímil -ya no era necesario haber viajado a ninguna parte- y fotos de grupo hemos hecho todos en alguna ocasión, amén de que a quien les escribe, despistado hasta niveles insospechados y que lleva siempre , y de forma simultánea, siete pensamientos distintos en la cabeza , no le resulta para nada infrecuente pasar por delante de un conocido y no haber reparado siquiera en su presencia, hecho que le ocurre a menudo, pero, habiendo como los había los antecedentes letones/tetones, un servidor detectó ipso facto otro correo fraudulento, aunque pensó que bien podía curiosear pinchando sobre el archivo adjunto –que al tener la extensión “.jpg” resultaba a priori del todo inofensivo para la integridad de mi PC- para ver qué tal pinta tenía la tal Laurita. Clic de ratón sobre el archivo y el antivirus de quien les escribe se apropia del monitor con un pedazo de ventana roja con enormes letras de “ATENCIÓN CÓDIGO MALICIOSO DETECTADO” a la vez que una sirena de ataque antiaéreo hace temblar los altavoces y le proporciona a quien les escribe un susto de muerte. Otra ventanita roja, propiedad del antivirus, me advierte que lo que parecía una foto adjuntada al mensaje no era sino el enlace a una página web donde “una variante modificada de troyano ( Win 32/TrojanDownloader.Banload F)” hubiese convertido en tapioca mis datos y me hubiese infectado de sabe Dios cuántas porquerías informáticas.

¡La madre que trajo a la Laurita de las narices!

En definitiva, que andan por ahí correos que simulan provenir de señoras guapísimas, con un tipazo que quita el hipazo y que dicen que ansían un rollete con usted pero que es mentira. Que lo único que quieren es que les deje colarse en su ordenador para hacerle mil trastadas. Lo dicho, que cuidadín con el e-mail.

¡Ah! Y que el 2008 les sea propicio y les traiga todos aquellos parabienes que les deseaba el/la mozo/a ligerito/a de ropa del Powerpoint que seguro que usted también ha recibido.