viernes, 29 de abril de 2011

Yo le cuento el porqué, señor Mourinho.

Me van a permitir mis queridos reincidentes que, antes de las respuestas a Mr. Mou, me disculpe ante ustedes por el abandono de mi columna semanal, porque como algunos de ustedes ya saben, un servidor decidió hace meses abandonar el medio en el que publicaba habitualmente, reservando sus escritos exclusivamente para su blog, a la vez que sustituía la regularidad con la que este columnista les asediaba semanalmente, por la eventualidad de escritos esporádicos, y sólo en aquellos casos en que las tripas se lo pidieran. Y las tripas de quien les escribe ya llevan días dándole la tabarra con el tema que hoy les propongo.


Escribo este artículo de madrugada, poco después de la victoria del Barcelona en el Santiago Bernabeu, en el partido correspondiente a la ida de las semifinales de Champions League, y azorado por la esperpéntica rueda de prensa de Xosé Mourinho, en la que el luso ha invertido su tiempo en sugerir confabulaciones y conspiraciones en las que el mundo mundial y parte de la galaxia se conchaba para fastidiarlo – a él, que no al club que entrena- y en preguntarse una treintena larga de ocasiones por qué cada vez que uno de los equipos que ha entrenado le toca enfrentarse al Barça, acaba con algún jugador expulsado.


Lejos de cualquier ejercicio de autocrítica, Mou se ha dedicado a soltar afirmaciones tales como que Sergio Ramos ha sido amonestado injustamente (flipo en clores), que Pepe ha sido expulsado sin “hacer nada” (flipo en 3D) y que los títulos conquistados por el Barça en esta última década han sido conseguidos de forma vergonzosa, a la vez que instruye a los que, aún siendo catalanes seamos buena gente, sobre cómo nos hemos de sentir –y esto es avergonzados- por la forma en la que se ha producido esta victoria. Afirma que en ocasiones -que curiosamente coinciden cuando él no gana- le da asco vivir del fútbol – ¡Coño! pues vete a currar a un hipermercado de Andorra, le dan a uno ganas de contestarle- y que considera misión imposible pasar a la final de la Champions, porque incluso en el caso de que en el partido de vuelta el Madrid jugase bien y se pusiese por delante del Barça, el árbitro se encargaría de desactivarlo.


Del treinta y tantas veces reiterado “por qué” de Mou, habría otras tantas respuestas, de las que un servidor va a sugerirles sólo algunas.


Porque cuando el entrenador alecciona a los jugadores para que jueguen al límite del reglamento, se corre el peligro de que algún árbitro recurra a ese reglamento y lo utilice allí donde reza que la reiteración de faltas es motivo suficiente para amonestar a quien las comete.


Porque cuando se renuncia al balón y se recurre al fútbol especulativo obliga a los jugadores no a tener el balón, sino a intentar robarlo, y así se cometen muchas más faltas, susceptibles de ser sancionadas con amonestación.


Porque los jugadores capaces de darle una patada alevosa en la cabeza a un contrario tumbado en el suelo, no tienen el más mínimo inconveniente en patear espinillas y muslos a destajo sin más límite que el que le tolere el colegiado.


Porque cuando se arenga a los jugadores para que protesten en cada intervención del árbitro se incurre en el riesgo de que en una de ésas el colegiado, de nuevo reglamento en mano, amoneste al que protesta.


Porque cuando se calienta el ambiente y se eleva la tensión de un partido, jugadores de sangre caliente como Marcelo o Pinto, éstos a menudo pierden los papeles, y así el primero pisotea y a un contrario caído en el suelo y el segundo se enzarza en una reyerta barriobajera en el túnel de vestuarios. Curiosamente, pese a la conspiración judeo-galáctica, de esos dos lances sólo resultó amonestado, y con la roja, el azulgrana.


En definitiva, porque el juego sucio es lo que tiene…


Si un servidor fuese madridista estaría indignado. Y no con el árbitro precisamente.


Estaría indignado con los periodistas que le siguen el juego a Mou y que en vez de desenmascarar sus tretas y reprocharle sus planteamientos y sus errores, abundan en sus tesis conspirativas y manipulan fotos para dar crédito a los sollozos del luso.


Aquí les dejo una muestra, aparecida ayer en la edición digital de ese periódico que también, no hace mucho, utilizó el PhotoShop para borrar un futbolista, no fuera a ser que la realidad les fastidiase el titular. (Fuente Diario AS, versión digital, 27 de abril de 2011)




La foto de la izquierda es la que apareció en un primer momento y que fue sustituida poco después por la de la derecha, ya que la primera no casaba demasiado con el texto.


Estaría indignado con jugadores como Sergio Ramos –por citar uno de tantos- que, sabiendo que se encontraba a una sola tarjeta de la suspensión, se llevó infantilmente, con aún todo el partido por delante, una pelota con la mano –que, de nuevo curiosamente, y de nuevo pese a la conspiración interestelar, el árbitro tampoco amonestó- en una jugada en el centro del campo y sin ninguna transcendencia, y que, no contento con el regalo, abundó en el juego sucio con actitud marrullera y entradas del todo evitables.


Y, sobre todo, estaría indignado con Mourinho, por desperdiciar el talento de una plantilla magnífica – y carísima- jugando al todos atrás y patadón arriba, por salir a buscar el cero a cero en su propio estadio y, especialmente, por llevar por donde lleva a un club con una Historia y un palmarés envidiable y que otrora hiciera honor a la letra de su himno: Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano.