sábado, 3 de junio de 2023

Ecoscooting o cómo marearte durante treinta días con un paquete

La verdad es que todo no es malo de esta compañía, por mucho que en las valoraciones en Internet  aparezcan con cierta frecuencia acusaciones de quedarse con los paquetes, de mentir compulsivamente sobre inexistentes entregas, de falsificar burdamente  la firma de receptores que jamás recibieron su paquete y demás lindezas por el estilo,  pues el señor Ecoscooting y su gente me han devuelto las ganas escribir otra nueva entrada en este blog, cosa que hacía años que no sucedía.

Ignoro si alguno de mis queridos reincidentes llegará a leer esta entrada, lo normal sería que este humilde blog haya desaparecido de la lista de favoritos de las pocas personas que me seguían, pero esta mañana me he levantado con ganas de compartir mi experiencia con esa empresa la cual, según leo en los comentarios y valoraciones que muchos clientes les dedican,  es más que  posible que cuando lean esto ya ni exista, pues con tales malas praxis no hay organización que aguante, pese al innegable talento del que hacen gala sus responsables, porque sin duda es necesario talento para hacer mal todo lo que se puede hacer mal, sin que ni siquiera la casualidad -que ya saben ustedes que a menudo es puñetera- propicie un servicio correcto, ni que sea sólo de vez en cuando. 

No sabe un servidor de ustedes si con esta entrada quien les escribe va a recuperar el hábito de escribir de forma regular, probablemente no, que con la edad se me antoja más escasa la virtud de la constancia  y mas constante el vicio de la vagancia, muestra de ello es este texto en el que, lejos de redactar un escrito ex profeso para este blog, voy a limitarme a copiarles aquí el correo que remití a esta empresa, la cual, dicho sea de paso, no se corresponde con la acepción primera que la RAE dedica al vocablo empresa: "acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo"  aunque, bien pensado sí encaja, que hay que ponerle no sólo esfuerzo y decisión, sino también ganas y mala leche para hacerlo tan rematadamente mal.

Y así, sin más, me van a permitir mis queridos reincidentes que les acabe de resolver este texto con el tan socorrido copy - paste con el que el señor William Gates obsequió  a usuarios de  ofimática y -como es el caso de quien les escribre-  a  juntaletras holgazanes y perezosos.

Si por alguna casualidad topa con este  texto alguno de mis antiguos queridos reincidentes que echa de menos las desventuras y ruinas con las que regularmente les taladraba en éste y otros medios, les sugiero que dejen alguna nota en los comentarios de esta entrada y quizás así rebrote aquella divertida rutina merced a la cual ustedes y yo interactuábamos semana a semana en el ciberespacio.

Aquí el paste del último correo  que un servidor (hubo correos anteriores, aunque francamente más aburridos) remitió a  los servicios de atención al cliente de Ecoscooting, con el cual se harán una idea de la eficiencia del señor Ecoscooting y sus empleados.


Hola de nuevo. El jueves día 18, a las 19.50 horas, les remití un e-mail quejándome de su correo electrónico en el cual me comunicaban que no me habían podido entregar un paquete a causa de “destinatario ausente”.   Hoy les escribo otro para contarles cómo prosigue  tema.


Hoy, a las 11.45, recibo una llamada del 631 ** ** ** en la que un transportista afirma traerme un paquete y a lo que le respondo que adelante, que en casa hay gente, que sólo tiene que llamar a la puerta y le abriremos de mil amores. Existe cierta barrera idiomática y no acabo de entender bien qué me pregunta, pero creo deducir que no sabe encontrar la puerta, intento explicárselo pero no parece entenderme, me asomo a la ventana y no lo veo, le pregunto que dónde está, y me dice que en Manresa (qué casualidad, yo también, vamos bien) le digo que me describa lo que ve, a ver si me oriento, y me dice que un bloque, a lo que replico que yo no vivo en un bloque sino en una casa, le interrogo sobre qué más ve y no sabe qué responder. Intento darle indicaciones para llegar a mi casa deduciendo que ha de andar por los alrededores, le describo el colegio, el instituto contiguo, la panadería, el bar del chino Juan con su terraza característica… Salgo a los alrededores a ver si anda por aquí. Le cuento que mi casa da a dos calles, que por la parte de detrás, la calle se llama “Calle de Fulanito de Tal”, pero que por la parte de delante se llama “Pasaje de Fulanito de Tal”, cosa que ya ha ocasionado alguna confusión con algún repartidor novato, pero no veo por ningún lado furgoneta alguna ni a nadie circulando. Le pregunto, nuevamente, qué es lo que ve, si el colegio, el instituto, la panadería, la terraza, el chino Juan… Y me dice que sí, y le pregunto que sí qué… Y de ahí no lo saco. “Manresa, bloque y sí” y yo dándole vueltas a la casa, al instituto, a la panadería, buscando una furgoneta con un repartidor perdido, dentro o cerca de un bloque, le pregunto al chino Juan (en realidad se llama Chang, pero los vecinos le hemos nacionalizado el nombre) y nada… Le sugiero al repartidor que busque alguna de esas placas con las cuales los ayuntamientos informan a sus convecinos del nombre de la calle, para que así nos situemos él y yo y me dice que sí y me cuelga.

Me siento en el banquito que tengo en la puerta de mi casa esperando a ver si aparece el señor desorientado, me conecto a Instagram, que así se entretiene uno con las marujerías de los conocidos, pasa el tiempo, y nada de nada. Cuando he repasado la cronología de todo el vecindario (para cotillear lo que hacen los vecinos Instagram es ideal) y cuando me harto de cotillear y de esperar llamo a su teléfono y me responde otra voz, que me dice que ahora es otro repartidor (con el mismo número de teléfono aunque con acento maño, con lo cual desaparece la barrera idiomática)  y me cuenta que el anterior repartidor ya no está y que no sabe de qué paquete le hablo.

A estas alturas, el paquete ya me da bastante igual. Eran dos correas de reloj baratas de una medida rara para unos relojes viejos que estoy restaurando (friqui que es uno), sólo les ruego que en el correo que me enviarán (como hacen cada dos días para decirme que el paquete llega mañana) no pongan lo de “destinatario ausente”, creo que me lo debéis después del mareo que me lleváis dando desde el día 11. Como motivo de imposibilidad de la entrega os sugiero otras razones más acordes con la realidad: conductor desorientado en bloque de Manresa sí, incompetencia en la gestión de los repartos o, directamente, desastre de empresa.

No es por ser agorero, pero visto las críticas que estoy leyendo en Internet sobre vuestro servicio, lo cierto es que no os auguro muchos éxitos. ¡Ánimos!

Atentamente,


M.M.

PD. A día de hoy seguimos sin noticias del paquete.