jueves, 28 de febrero de 2008

Los debates del pasado lunes

Artículo publicado en vistazoalaprensa.com en febrero de 2008


Y digo debates porque, si no fuera porque un servidor se pasó todo el debate explorando las diferentes cadenas que lo televisaban en pos de diferencias en la retransmisión –craso error pues la realización fue común a todas ellas- y escudriñando detalles más plásticos que prácticos -como saturación del color de la imagen, nivel de audio y pormenores por el estilo que hacen que una misma transmisión difiera según la emisora que lo televise- quien les escribe estaría convencido que el pasado lunes a las diez de la noche se retransmitieron varios debates distintos, pues apelando al más elemental sentido común no es posible tanta variedad de opiniones y/o valoraciones relativas a un mismo evento.

Me estoy refiriendo, mis queridos reincidentes ya lo habrán adivinado, a la valoración sobre quién fue el vencedor del primer debate televisado entre los candidatos de PSOE y PP a la Presidencia del Gobierno.

Les confieso que ante tal evento a quien les escribe le embargaba una expectación similar a la que le acucia ante un decisivo Barça-Madrid, que anda uno todo el día esperando que llegue la hora para disfrutar de un buen espectáculo, sabiendo que los contrincantes van a salir al terreno de juego especialmente motivados ante el encuentro. Y así estaba este columnista a las diez menos cuarto, como ante un gran derbi, instalado en su sofá preferido, con el mando a distancia bien dispuesto en la mesita junto a la cerveza fresquita, el bloc de notas abierto sobre las rodillas y con la radio sintonizada para estar al tanto de los últimos detalles previos al inicio del lance. Expertos de todas las tendencias auguraban cuáles iban a ser sus consecuencias finales incluso antes de iniciarse el calentamiento y aventuraban ya entonces –según se escuchara una u otra emisora de radio- quien iba a ser el vencedor.

Cuando el colegiado Campo Vidal hizo sonar el silbato, un servidor se frotaba las manos ávido de presenciar el partido del siglo. Rajoy sacaba de centro –obviamente a la derecha de las imágenes- y Zapatero –cómo no, a la izquierda- organizaba su zaga para luego salir al contraataque. La desilusión llega cuando uno se da cuenta de que aquello no se parece a un partido de fútbol sino que la estricta disciplina de los entrenadores (entiéndase asesores), así como la implacable rigidez del árbitro, convierte lo que tenía que ser un espectáculo que nos permitiese ver la consistencia de los candidatos, su habilidad para zafarse de los marcajes del contrario, su destreza en driblar las posiciones de la defensa y en perforar la meta ajena con excelsos chutes ( ya sean derechazos o zurdazos) en un aburrido partido de ping-pong en el que lo encorsetado del formato no permitía más maniobras que, a toque de pito, devolver la pelota tal y como venía, no dejando más margen al virtuosismo que la posibilidad de darle algo de efecto a la bola para dejar descolocado al rival.

De tal guisa se llegó a la media parte y del mismo modo finalizó el encuentro, Rajoy desperdició su penalti confiando el libre directo a una niña que sabrá idiomas, que se sentirá orgullosa de jugar en la selección y que tendrá una familia con un padre y una madre como Dios manda. Alicia en el País de las Maravillas, dicen que se llamará la criatura.

La táctica primó sobre la técnica y cuando la disciplina estratégica se impone sobre las habilidades de los jugadores el resultado es previsible. El que parte con ventaja suele conservarla.

Y llega el comentario tras el encuentro y los partidarios de una y otra afición valoran la efectividad de su equipo.

Los aficionados del Club de Fútbol Popular –con el Manager General Acebes al Frente- proclaman la victoria por goleada mientras que los del PSOE Club Deportivo afirman haber cosechado una amplia victoria. Llamazares se quejaba de su injusta eliminación y renegaba de la UEFA y de la FIFA. Hasta aquí la mar de normal, que cada cual arrima el ascua a su sardina y que uno ve a sus hijos guapísimos aunque sean el reflejo de Picio en persona, que a los que les tire la izquierda verán a Zapatero triunfante por mal que lo haga, y a los que cojeen de la derecha vitorearán a Rajoy incluso cuando fundamente sus expectativas en Alicia en el país de las Maravillas pero, lo que realmente trae descolocado a este columnista, son las intervenciones de ciertos periodistas y/o comentaristas que narran lo que acabamos de ver en directo hace escasos minutos como lo harían si explicaran a la audiencia algo que ésta no ha visto.

Así no es de extrañar que cuando todos los sondeos –insisto, sondeos, no valoraciones- dan por vencedor a un candidato, haya quien niegue la mayor y otorgue la victoria, arrolladora e incontestable, justamente al otro.

Las valoraciones son libres, y cada cual valorará lo que crea conveniente o lo que más le interese, pero los sondeos son datos que -con mayor o menor margen de confianza- no dejan de mostrar una tendencia que coincide con las estimaciones de votos de todas las encuestas. Que cada cual examine su táctica y valore si la estrategia está siendo la adecuada, porque al final lo que mandan no son las valoraciones sino los votos.

Claro que muchos de los que ridiculizan estos resultados, tachándolos de circunstanciales y dándoles incluso menos crédito que a sus propias valoraciones, hicieron lo propio con los votos que los españoles depositaron en las urnas el 14 de marzo de 2004. Y desde entonces poco o nada han cambiado.

Y es que cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Otra de seguros

Artículo publicado en www.vistazoalaprensa.com en febrero de 2008

Probablemente la mayoría de mis queridos reincidentes crea que con tener su vehículo asegurado en una buena compañía uno puede estar tranquilo, pues las generosas cantidades que religiosamente abonamos a las aseguradoras son la garantía de que, en caso de accidente, nos sea repuesto o reparado el bien asegurado. Porque si no fuera así ¿qué sentido tendría estar pagando un seguro?

Pues siento decepcionarles pero no es así. Y aquellos que hayan transitado por similar trance por el que ha devenido un servidor, a buen seguro no les pillará por sorpresa tal aseveración; pero los que no -más que nada para que se vayan haciendo a la idea, pues tampoco hay mucho más que hacer- me van a permitir que les narre lo que ha acontecido recientemente a quien les escribe, y así se dan cuenta de con quién se juegan los cuartos.

Retrocedamos en la historia unos añitos. Como cualquier consumidor que se precie, un día uno se va a un concesionario de coches y se compra un vehículo nuevo. Comprueba cómo la oferta que publicitan a bombo y platillo por televisión es más falsa que una moneda de tres euros, porque lo cierto es que por los dieciocho mil euros que aparecen en el anuncio no se compra uno el coche de la tele ni de coña.

- Es que el modelo de la publicidad no trae climatizador sino aire acondicionado, ni volante de cuero, ni llave con mando a distancia …

- Ya, ya, pero yo quiero el que sale en la tele y no éste.

- Es que ése no lo tenemos, pero éste trae climatizador, y volante de cuero, y llave con mando a distancia…

Total, veintitantos mil.

Y una vez que uno adquiere ese flamante vehículo se presenta en la compañía de seguros donde le ofrecen la Mega-híper-póliza VIP 5 estrellas Turbo GTI 16 válvulas de Luxe.

- Le mantenemos el máximo de bonificación porque nos consta que usted es un conductor excelente, más un 25 % de bonificación adicional porque hoy es San Cristóbal, patrón de los chapistas.

Pese a los múltiples descuentos y a las bonificaciones usted comprueba que el recibo sube un pastón. Eso sí, con esa Mega-híper-póliza le proporcionan todas las coberturas habidas y por haber, le hacen la pelota de forma ostensible, le llaman don Miguel, le regalan un llavero de metacrilato, un mapa de carreteras y una carpetita de plástico transparente que contiene la póliza –con siete páginas añadidas de letra microscópica-, un parte europeo de declaración de accidentes –lagarto, lagarto- y un adhesivo chiquitito con el número de asistencia 24 horas los 365 días del año.

Les recomiendo que no se lean la letra menuda, es preferible vivir en la feliz inopia y no descubrir el enorme listado de exclusiones que acompañan a la megapóliza y que, curiosamente, jamás menciona ningún agente de seguros.

Y aquí empieza su relación con su compañía de seguros. Esa fecha, como aniversario que es, no la olvidará usted jamás, pues su aseguradora se ocupará diligentemente de retirar ese día de su cuenta corriente, año tras año, el importe de la póliza que, curiosamente, es más cara que el año anterior.

- Oiga… que no he tenido ningún accidente y me ha subido sesenta euros la póliza.

- Bueno, es que ha bajado el dólar.

- Jo… Pero si cuando subió el dólar también me aumentaron la póliza.

- Es que las oscilaciones en la macroeconomía, así como las fluctuaciones bursátiles inciden negativamente en los análisis del riesgo a la vez que bla, bla, bla…

Así, aniversario tras aniversario, usted paga cada vez más por mantener el romance con su compañía de seguros, pese a las insinuaciones provocativas de la competencia que intentan seducirlo con precios más atractivos. Usted intenta el chantaje emocional e insinúa a su compañía la posibilidad de un divorcio si no suavizan sus exigencias.

- Oiga, que por la tele dicen que estoy pagando mucho por el seguro, que en la compañía del erizo hortera que va en patinete me sale a mitad de precio.

- ¿Y se cree usted todo lo que sale en la tele? Además, nuestra compañía es más solvente, nuestras coberturas más universales, nuestros anuncios más elegantes y nuestras telefonistas más agradables.

Y así, sumando aniversarios, nos plantamos en un domingo de enero en el que un abuelete despistado no ve un semáforo en rojo y destroza, literalmente, el otrora flamante vehículo de quien les escribe.

Instalado como se haya uno en la más absoluta de las ataraxias –tal y como les relataba hace unas semanas- para sobrevivir a esta campaña electoral, e intentando ser emocionalmente inteligente; en vez de acordarse de toda la genealogía del abuelo despistado en su propia cara, que es lo que le pide a uno el cuerpo en tales circunstancias, respira hondo, se alegra de que ningún ocupante del vehículo haya resultado –al menos a priori- lesionado y de que todos los mecanismos de seguridad del vehículo –festival de airbags- hayan funcionado a la perfección. Además, uno se sabe asegurado en la mejor compañía y tiene contratada la mejor póliza del mundo mundial.

Como es de esperar, el batacazo ha hecho volar por los aires la documentación del vehículo y el adhesivo pequeñajo con el teléfono de asistencia no aparece por ningún lado. Les ahorro, o mejor les dejo para otro día, la conversación con el operador del 11818 que, en un idioma similar al castellano, atendió a quien les escribe y que, in extremis y tras muchas consultas, le facilitó el teléfono de marras.

Coche con grúa al taller. Al día siguiente en la compañía de seguros.

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

Al día siguiente:

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

Varios días después:

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

- Verá, señorita, es que estoy sin coche y lo necesito. ¿No me pueden prestar uno? Que el autobús me deja a cuatro manzanas del trabajo.

- Lo sentimos mucho, pero esa prestación no la tiene usted cubierta.

- Pero si tengo la Mega-híper-póliza VIP 5 estrellas Turbo GTI 16 válvulas de Luxe.

- Pues sí, pero esa póliza no cubre el vehículo de substitución si no se contrata expresamente. Claro que por 50 euros diarios le podemos alquilar un magnífico Fiat Panda

- Señorita, yo no quepo en un Panda.

- Pues el Fiat Punto es bastante más caro.

Varios días después:

- Pues sí. La compañía ha aceptado la culpa.

- ¡¡Aleluya!!. ¿Cuándo tendré mi coche arreglado?

- Pues verá… hay un pequeño problema. No se lo van a arreglar.

- ¿Cómo? -ojos como platos-.

- Pues verá, los peritos han valorado que la reparación cuesta más de lo que vale su coche. Lo han considerado siniestro total y le ofrecemos, en compensación, tres mil cien euros.

- ¿Tres mil cien euros? Pero si mi coche estaba como nuevo. Impecable. Muy pocos quilómetros… ni una rascadita de nada…

- Ya, ya… pero como ya tiene unos añitos, por matrícula es lo que le corresponde.

- Vamos a ver… Y si yo arreglo el coche por mi cuenta… luego puedo reclamarles judicialmente a ustedes el importe de la reparación, ¿verdad?

- Pues sí, podría… pero tenga en cuenta que la reparación cuesta más de siete mil euros, y en tal caso no le podemos ofrecer la indemnización por siniestro total, habría que recalcular de nuevo la tasación.

- ¿Y eso tarda mucho?

- Pues nunca se sabe, cuente otras dos semanas.

Total. Que usted, cuando se compra un coche nuevo, paga cierta cantidad por tenerlo asegurado, porque se supone que asegura un bien de cierto valor. Van pasando los años y su vehículo se va depreciando, sin embargo a usted no le desciende el importe del recibo sino todo lo contrario. Usted cada vez paga más y el seguro cada vez le paga menos por el bien asegurado. ¿Es o no es un negocio redondo? A un servidor no le salen las cuentas.

Y vuelta a empezar en el concesionario de coches:

- ¿Cuánto me ha dicho que vale? Pero si en el anuncio de la tele cuesta siete mil euros menos.

- Es que el de la tele no lo tenemos, pero éste tiene climatizador bizona, y retrovisor fotosensible y espejo de cortesía con leds poliédricos… Y le regalamos un Ipod con los últimos éxitos de Camela.

Y es entonces cuando uno, amargamente, se avergüenza de creerse, otra vez, todo lo que dan por la tele.

jueves, 14 de febrero de 2008

El contrato, o los elogios de la ultraderecha europea al PP

Artículo pulbicado en vistazoalaprensa.com en febrero de 2008

Quizás mis queridos reincidentes no estén al tanto de los elogios que el PP ha recibido de parte de ciertos líderes de los sectores más ultras de la derecha europea porque, la verdad, la noticia no ha causado el revuelo que un servidor esperaba. Supongo que interesadamente, los voceros de los populares –incluido ese que es tan bajito que la cabeza le huele a pies- no han proclamado a bombo y platillo, como suelen hacer, los halagos que Filip Dewinter, líder de la ultraderecha Belga, ha dedicado al Partido Popular.

El tal Filip manifestaba estos días que “El PP es un modelo para los partidos de derechas de Europa”. Que esto lo diga un tipo que comparte escenario con Le Pen en los saraos xenófobos que montan por Europa tiene su miga. Y que la noticia haya pasado prácticamente desapercibida tiene, lo menos, miga y media. Si esta afirmación la hubiese hecho Sarkosy, desde el PP ya hubiesen plantado el eslogan hasta en camisetas, por supuesto de color naranja.

Sorprende menos el hecho que desde el propio PP no hayan querido desmarcarse de las alabanzas de ese soplagaitas, recordándole que el Partido Popular es un partido democrático y no una sucursal del Ku Klux Klan. Es de suponer que, en parte por “no meneallo”, y en parte porque saben que ciertos sectores ultras depositan su voto en el PP como mal menor y en espera a que vuelvan banderas victoriosas.

Si se preguntan qué habrá visto el soplapitos belga en el PP para dedicarle tan amables palabras, la respuesta no es otra que el contrato. Ese contrato que Rajoy dice va a hacer firmar a los inmigrantes para que se comprometan a respetar nuestras costumbres como requisito a que les autoricemos a venir trabajar. De momento, para que vengan de vacaciones no pone condiciones, pero todo se andará.

Si Rajoy y Cañete no hubiesen abierto más la boca, el susodicho contrato tendría –además de mucha demagogia- cierto tufillo xenófobo, porque eso de respetar las costumbres es tan amplio que se les podría obligar a echar la siesta, o a untar tomate en el pan si vienen a Cataluña, o a tirar cabras desde los campanarios, o a bailar jotas, o a ponerse moraos de paella y de sangría; pero con voluntad de arreglarlo, han largado tal sarta de despropósitos que no es de extrañar que el soplabotijos belga les aplauda.

Irrumpe en escena Marianico para esclarecer sus intenciones contractuales para con los inmigrantes, alegando que ese contrato es para evitar las ablaciones y la poligamia. Ese día fue el que Rajoy dio fiesta por “asuntos propios” a sus neuronas, porque como Ministro de Interior que fue, bien sabe que es el propio Código Penal el que prohíbe tanto las ablaciones como la poligamia, y que al salvaje que se le ocurre cometer la barbaridad de mutilar genitalmente a una criatura, si no lo frena el Código Penal y las penas privativas de libertad que éste establece, poco le va a frenar un contrato.

Por si fuera poco, aparece Arias Cañete acusando a los inmigrantes de ser los causantes de las listas de espera en la sanidad, proclamando que “En Ecuador, para hacerse una mamografía hay que pagar el sueldo de nueve meses. Aquí vienen a urgencias y tardan un cuarto de hora". Que me diga el señor Arias Cañete dónde te dan hora a los quince minutos para una mamografía, porque un servidor, aunque no tenga mamas, se presenta allí a que se la hagan, sólo por hacer rabiar a la parienta que tuvo que guardar lista de espera de varias semanas –pese a pagarse una mutua privada- para una mamografía como la de Cañete.

No se queja Cañete de los millares de jubilados ingleses que se mudan a la Costa del Sol y que, como empadronados en la zona, tienen derecho a la sanidad pública española, ni a los alemanes que hacen lo propio en las Baleares. Si se queja de unos y no de los otros eso es, le guste o no, racismo. Quizás mandara Cañete ese día sus neuronas a acompañar a las de Rajoy porque si no deduciría que todos esos inmigrantes, que según él colapsan nuestro sistema sanitario, pagan religiosamente la Seguridad Social como todo hijo de vecino, que los inmigrantes irregulares se guardan muy mucho de poner un pie en urgencias, no sea que los pille la poli y los facturen a su casa.

Y no contento con esto, se supone que todavía en ausencia de sus neuronas, evoca Cañete una nostálgica oda al camarero patrio: “Es difícil encontrar un camarero como los de antes, que les pedías una larga comanda y eran capaces de memorizarla". Claro, resulta que lo que determina la competencia de un camarero es su nacionalidad. Eso no es racismo, no se crean, que como decía Darwin a eso se le llama selección natural, y como España está repletita de bares, hemos desarrollado una habilidad especial para recordar largas listas del tipo “ Marchando una de chopitos, tres de bravas, pincho moruno, una de chocos, una Cruzcampo, una Fanta naranja, un bíter y dos Pepsis”.

Con este tipo de afirmaciones no es de extrañar que el soplamuelles ése del Filip elogie al PP, que se encuentra el hombre, en medio de tanta declaración xenófoba, en su salsa.

Y tiene las santas narices Rajoy de afirmar que los inmigrantes que cumplan a pies juntillas ese contrato tendrán los mismos derechos que los españoles. ¡Y una míerda esdrújula! A los inmigrantes, por legales que sean, no se les permite votar en las elecciones generales.

Si se les permitiese, a buenas horas se habría sacado de la manga don Mariano su dichoso contratito.

miércoles, 6 de febrero de 2008

El PPez que se muerde la cola

Artículo publicado en vistazoalaprensa.com en febrero de 2oo8


La verdad es que un servidor tiene unas ganas locas de que acabe esta campaña electoral y de que pase de una maldita vez el puñetero 9-M, porque, aunque mis queridos reincidentes no lo crean, a este columnista no le gusta demasiado escribir de política, pues se divierte muchísimo más cuando tiene la oportunidad de meterse con los responsables de esos eventos cotidianos que complican la vida a todo hijo de vecino, día sí y día también –tres llamadas telefónicas han conculcado mi inalienable derecho a la siesta esta tarde, fechoría llevada a cabo por Ya punto com y Orange (ésta última dos veces)-, pero lo cierto es que, por mucho que este columnista pretenda instalarse en la más absoluta de las ataraxias en todo lo que respecta a esta campaña, ciertas declaraciones -quiero creer que en clave electoral- de algunos elementos, le empujan a rajar por este teclado para decirles a esos personajes –aunque probablemente no gasten su tiempo en leerme, habiendo, como hay, columnistas que les dan brillo- cuatro cosas bien dichas.

Y es que lo del PP con los catalanes es de Juzgado de Paz -dejemos a los Juzgados de Guardia que se ocupen de los asuntos verdaderamente trascendentes, como las denuncias de famosos a periodistas- porque, de un tiempo a esta parte, no hay día en que desde el PP no nos manden un regalito a los que vivimos en este rincón de la Península. Pasen y vean:

Resulta que hace unos años se fundó una asociación en Málaga, la Asociación Diversidad y Convivencia, con la finalidad de promover las letras y la cultura hispánicas. Resulta que esa asociación propuso a todos los grupos políticos con representación parlamentaria en su entorno, es decir en Andalucía, incluir en sus respectivos programas el fomento de la enseñanza de todas las lenguas cooficiales del Estado –por tanto, lenguas españolas- en las Escuelas Oficiales de Idiomas de Andalucía. El presidente de dicha asociación, quien dicho sea de paso no es catalán, fue durante varios años director del Instituto Cervantes en Dublín y ha ejercido gran parte de su vida laboral como profesor de castellano en el extranjero. Resulta también que el PSOE de Andalucía ha recogido en su programa esta propuesta al considerar que no es de recibo que en las Escuelas Oficiales de Idiomas se estudien idiomas extranjeros pero no pueda hacerse lo propio con los patrios y que no era coherente el hecho de que no existieran centros públicos en los que se enseñaran las lenguas cooficiales. Entre las múltiples ventajas añadidas de esta medida -y escribo añadidas porque ya, de por sí, es una ventaja ampliar cualquier oferta formativa- se apunta el mayor reconocimiento de un patrimonio de todos los españoles, como lo son los idiomas oficiales de sus tierras -tal como predica nuestra Constitución en su artículo 3: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”-, que proporcione herramientas que faciliten la movilidad laboral y estudiantil de aquellos andaluces que trasladen su residencia a comunidades bilingües o la de permitir a mallorquines, valencianos, gallegos, vascos y catalanes residentes en Andalucía que completen o amplíen los conocimientos de sus lenguas maternas.

Y ante esto aparecen los de siempre, léase Rajoy, Zaplana, Acebes, etc…, poniendo el grito en el cielo ante otra forma más de “romper España”, y se dedican a manipular a la opinión pública vendiendo el mensaje de que esta medida está encaminada a preparar a los andaluces a que emigren, recalcando que lo que es realmente importante es que los andaluces aprendan castellano e inglés, insinuando que esta propuesta va a restar horas lectivas a estos otros idiomas.

Parecen ignorar que las Escuelas Oficiales de Idiomas no forman parte de la enseñanza obligatoria y que aquellos que acudan a estas clases lo harán en sus ratos libres, mientras otros compañeros de clase opten por dar clases de Tai Chi, ir al cine a ver Rambo (o a sentarse con sus parejas en la fila de los mancos), salir a la calle a apedrear gatos, inscribirse en cursos de macramé o matricularse en escuelas no oficiales a aprender sánscrito o swahili.

Parecen ignorar también que desde 1975 se han impartido cursos de catalán en Andalucía en distintos centros no oficiales sin que ningún andaluz se haya convertido al integrismo radical ni se haya inmolado haciéndose estallar botellas de cava catalán atadas a la cintura, y que fue el propio PP el que en los años 90 -en aquellos días en los que Aznar hablaba catalán en la intimidad- respaldó que se enseñara catalán en los diversos centros del Instituto Cervantes de todo el mundo.

No le cabe a uno en la cabeza que lo que trascienda a la opinión pública sea que Chávez quiera que los andaluces estudien catalán por si un día tienen que emigrar a Cataluña. Así, una encuesta aparecida en la edición digital del diario de Cádiz plantea la siguiente pregunta:

¿Qué le parece la propuesta del PSOE-A de ofrecer la posibilidad de estudiar el catalán en Andalucía?

Que no es el catalán, ¡¡leñe!! Que son TODAS las lenguas cooficiales. Así, con ese ejercicio manipulativo, no es de extrañar que la mayor parte de los encuestados respondan que les parece pero que muy mal, porque el catalán es una lengua poco útil.

Y no es que quiera un servidor defender la utilidad del catalán, que fuera de Cataluña tiene la que tiene y punto, pero sí les confieso que me sorprende sobremanera que, a estas alturas, a alguien con dos dedos de frente le parezca mal que se amplíe cualquier oferta formativa, y especialmente la de las escuelas de idiomas, que recordemos que son escuelas a las que la gente acude voluntariamente, en horas no lectivas, a aprender idiomas. ¿Dónde quedó aquello de que el saber no ocupa lugar? ¿No tendrá algo que ver el hecho de que estemos a pocas semanas de unas elecciones? ¿Se hubiera reaccionado igual en el caso de incluir en las propuestas formativas, pongamos por caso, las lenguas bálticas en lugar de las cooficiales?

A nadie se le escapa que, históricamente, el PP en Cataluña no se ha comido un colín en ninguno de los comicios electorales, y que, al paso que van, dudo que vayan a necesitar una calculadora científica para contabilizar la suma de sus votos.

Y es que ya no sabe uno si el PP se apunta al anticatalanismo –que eso siempre vende- para arrancar votos en el resto de comunidades porque es consciente de que en Cataluña tiene todo el “pescao vendío”, o si precisamente son todas esas medidas catalanofóbicas las que hacen que en estas tierras no les vote ni Dios. Es el pez –en este caso el PPez- que se muerde la cola.

También hubiera querido comentarles la afirmación hecha por Arenas de “a los catalanes ni agua”, pero mi firme decisión de mantenerme en la más absoluta de las ataraxias me lo impide, al menos durante esta semana. La semana que viene Dios dirá.

viernes, 1 de febrero de 2008

El sentido de las palabras

Artículo publicado en O Desván en febrero de 2008

Un servidor es de los que piensan que expresarse correctamente, con concisión y con propiedad, es importantísimo. No pocos quebraderos de cabeza nos evitaríamos si todos nos esforzásemos en encontrar las palabras justas y precisas para transmitir lo que queremos explicar. No en vano, se suele argumentar que las cosas son más como se entienden que como se dicen.

En honor a la verdad cabe reconocer que no siempre resulta sencillo elegir las palabras precisas y adecuadas que definan exactamente lo que queremos expresar en cada momento o situación, y que hay siempre que tener en cuenta distintos factores, que variarán en función de las circunstancias, los interlocutores a quien va dirigido nuestro mensaje o, incluso, la complejidad del mismo.

Cuidado especial y capítulo aparte merecen las palabras llamadas polisémicas que, como mis queridos reincidentes sabrán, son aquéllas que, siendo de idéntica grafía, tienen significados distintos. Huelga decir que ciertas palabras polisémicas se prestan especialmente a equívocos y confusiones como la que a continuación les cuento. Recordarán mis queridos reincidentes a Nieves Concostrina, esa excelente periodista a la que tuve el placer de entrevistar hará unos meses para O Desván con ocasión de la publicación de su libro “Polvo Eres II” -aprovecho para decirles que acaba de salir a la venta un tercer libro de la saga, titulado “Polvo eres: peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos”, y que en breve Nieves concederá a Desván otra entrevista para hablarnos con detalle de su nuevo libro- pues recordarán de aquella entrevista, que fue la propia Nieves quien propuso a Radio 5 el título “Polvo Eres” para su espacio de radio dedicado a anécdotas curiosas relacionadas con cadáveres ilustres. Pues contaba ella estos días en otra entrevista que cuando inició su aventura en Radio 5 con su entonces nuevo programa de radio, andaba los primeros días por los pasillos de Radio Nacional medio escondida, pues no le hacía excesiva gracia escuchar cuando trasponía las esquinas el comentario del ocurrente de turno comentando por lo bajini “mira, por ahí va la del polvo…”. Resulta evidente que si alguno de mis reincidentes trata profesionalmente con cualquier tipo de polvos, es harto recomendable que piense dos veces el doble sentido que una palabra polisémica puede dar a la frase. Imagínese que usted llama a una compañía de las que se dedican a desparasitar almacenes o garajes y que cuando llegan los operarios le sueltan como si tal cosa algo así como : “no se preocupe, señora, mi compañero y yo le echamos unos polvos aquí y allí y verá lo contenta que queda con nuestra empresa. Yo se lo haré por delante y mi compañero, que tiene la herramienta más delgada, lo hará por detrás, que hay menos espacio”.

Sólo si tiene usted el ingenio y el dominio del lenguaje de Quevedo podrá permitirse lujos como él se los permitiera: “Salió de la cárcel con tanta honra que le acompañaron doscientos cardenales; salvo que a ninguno llamaban eminencia”. Mejor no imaginarse a los dos operarios de antes desparasitando la sede del Arzobispado y comentándole la estrategia al Cardenal.

Aunque resulta infinitamente más complicado si, por cualquier circunstancia, cruza usted el charco y se va a Latinoamérica. Allí cuenta con la desventaja añadida de que probablemente desconozca los distintos significados que ultramar dan a palabras que nosotros aquí utilizamos de otra manera. A saber.

Nosotros utilizamos el verbo coger para infinidad de acciones, todas ellas la mar de decorosas. Allí coger significa hacer el amor. Imagínese con qué cara le mirarán cuando se excuse usted diciendo “Llego tarde porque como no pude coger un taxi, tuve que coger un autobús” o, mucho peor, cuando usted vea a una mujer que cargada con la compra y su bebé no puede abrir la puerta de su casa: “Si me permite, señora, yo le cojo al niño mientras usted abre la puerta”. En ese caso se gana un guantazo fijo; y suerte tendrá si no llaman a la policía.

O lo que le ocurrió –real como la vida misma- a mi amiga y fiel reincidente Maria Ángeles que, desconociendo que en ciertos países latinos la expresión pelarla significa charlar, imagínense lo que le contestó a un conocido cuando éste le dijera “quedamos esta tarde y nos la pelamos un rato”. Igual que cualquiera de nosotros, respondió ofendida con un “¿Sabes lo que te digo? Que te la pele tu madre, so guarro.

Si viaja usted a Chile no se ofenda –ni se emocione- si se dirige a usted una señorita y le hace la siguiente oferta: “Cómpreme este boleto para que le toque la polla”. La polla es una lotería de ese país. La polla de la Beneficencia, para ser más exactos. Y si usted es un ciudadano chileno de paso por España al que casualmente le caído en las manos este ejemplar de O Desván, tenga muy presente que en castellano la polla es otra cosa y que no conviene ir hablando alegremente de ella por la calle.

En Argentina –donde llaman gallegos a todos los españoles, ya sean de Lugo, de Cuenca o de Jerez de la Frontera- denominan concha al aparato genital femenino y cola al culo. Ni se le ocurra contar allí que cuando usted va a la playa ayuda a sus niños a coger conchas, ni que se ha pasado media hora en la cola del médico.

Así que ya lo saben mis queridos reincidentes. Allende del Atlántico se toma todo pero no se debe coger nada; se la pelarán con usted en las tertulias mientras toma un café o un mate y podrá comprar números para que le toque la polla. Pero no guarde nunca cola sino turno y en la playa puede recolectar ostras pero ni se le pase por la cabeza coger conchas en público si no quiere que piensen que los gallegos somos todos unos sátiros y unos desvergonzados.