miércoles, 20 de febrero de 2008

Otra de seguros

Artículo publicado en www.vistazoalaprensa.com en febrero de 2008

Probablemente la mayoría de mis queridos reincidentes crea que con tener su vehículo asegurado en una buena compañía uno puede estar tranquilo, pues las generosas cantidades que religiosamente abonamos a las aseguradoras son la garantía de que, en caso de accidente, nos sea repuesto o reparado el bien asegurado. Porque si no fuera así ¿qué sentido tendría estar pagando un seguro?

Pues siento decepcionarles pero no es así. Y aquellos que hayan transitado por similar trance por el que ha devenido un servidor, a buen seguro no les pillará por sorpresa tal aseveración; pero los que no -más que nada para que se vayan haciendo a la idea, pues tampoco hay mucho más que hacer- me van a permitir que les narre lo que ha acontecido recientemente a quien les escribe, y así se dan cuenta de con quién se juegan los cuartos.

Retrocedamos en la historia unos añitos. Como cualquier consumidor que se precie, un día uno se va a un concesionario de coches y se compra un vehículo nuevo. Comprueba cómo la oferta que publicitan a bombo y platillo por televisión es más falsa que una moneda de tres euros, porque lo cierto es que por los dieciocho mil euros que aparecen en el anuncio no se compra uno el coche de la tele ni de coña.

- Es que el modelo de la publicidad no trae climatizador sino aire acondicionado, ni volante de cuero, ni llave con mando a distancia …

- Ya, ya, pero yo quiero el que sale en la tele y no éste.

- Es que ése no lo tenemos, pero éste trae climatizador, y volante de cuero, y llave con mando a distancia…

Total, veintitantos mil.

Y una vez que uno adquiere ese flamante vehículo se presenta en la compañía de seguros donde le ofrecen la Mega-híper-póliza VIP 5 estrellas Turbo GTI 16 válvulas de Luxe.

- Le mantenemos el máximo de bonificación porque nos consta que usted es un conductor excelente, más un 25 % de bonificación adicional porque hoy es San Cristóbal, patrón de los chapistas.

Pese a los múltiples descuentos y a las bonificaciones usted comprueba que el recibo sube un pastón. Eso sí, con esa Mega-híper-póliza le proporcionan todas las coberturas habidas y por haber, le hacen la pelota de forma ostensible, le llaman don Miguel, le regalan un llavero de metacrilato, un mapa de carreteras y una carpetita de plástico transparente que contiene la póliza –con siete páginas añadidas de letra microscópica-, un parte europeo de declaración de accidentes –lagarto, lagarto- y un adhesivo chiquitito con el número de asistencia 24 horas los 365 días del año.

Les recomiendo que no se lean la letra menuda, es preferible vivir en la feliz inopia y no descubrir el enorme listado de exclusiones que acompañan a la megapóliza y que, curiosamente, jamás menciona ningún agente de seguros.

Y aquí empieza su relación con su compañía de seguros. Esa fecha, como aniversario que es, no la olvidará usted jamás, pues su aseguradora se ocupará diligentemente de retirar ese día de su cuenta corriente, año tras año, el importe de la póliza que, curiosamente, es más cara que el año anterior.

- Oiga… que no he tenido ningún accidente y me ha subido sesenta euros la póliza.

- Bueno, es que ha bajado el dólar.

- Jo… Pero si cuando subió el dólar también me aumentaron la póliza.

- Es que las oscilaciones en la macroeconomía, así como las fluctuaciones bursátiles inciden negativamente en los análisis del riesgo a la vez que bla, bla, bla…

Así, aniversario tras aniversario, usted paga cada vez más por mantener el romance con su compañía de seguros, pese a las insinuaciones provocativas de la competencia que intentan seducirlo con precios más atractivos. Usted intenta el chantaje emocional e insinúa a su compañía la posibilidad de un divorcio si no suavizan sus exigencias.

- Oiga, que por la tele dicen que estoy pagando mucho por el seguro, que en la compañía del erizo hortera que va en patinete me sale a mitad de precio.

- ¿Y se cree usted todo lo que sale en la tele? Además, nuestra compañía es más solvente, nuestras coberturas más universales, nuestros anuncios más elegantes y nuestras telefonistas más agradables.

Y así, sumando aniversarios, nos plantamos en un domingo de enero en el que un abuelete despistado no ve un semáforo en rojo y destroza, literalmente, el otrora flamante vehículo de quien les escribe.

Instalado como se haya uno en la más absoluta de las ataraxias –tal y como les relataba hace unas semanas- para sobrevivir a esta campaña electoral, e intentando ser emocionalmente inteligente; en vez de acordarse de toda la genealogía del abuelo despistado en su propia cara, que es lo que le pide a uno el cuerpo en tales circunstancias, respira hondo, se alegra de que ningún ocupante del vehículo haya resultado –al menos a priori- lesionado y de que todos los mecanismos de seguridad del vehículo –festival de airbags- hayan funcionado a la perfección. Además, uno se sabe asegurado en la mejor compañía y tiene contratada la mejor póliza del mundo mundial.

Como es de esperar, el batacazo ha hecho volar por los aires la documentación del vehículo y el adhesivo pequeñajo con el teléfono de asistencia no aparece por ningún lado. Les ahorro, o mejor les dejo para otro día, la conversación con el operador del 11818 que, en un idioma similar al castellano, atendió a quien les escribe y que, in extremis y tras muchas consultas, le facilitó el teléfono de marras.

Coche con grúa al taller. Al día siguiente en la compañía de seguros.

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

Al día siguiente:

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

Varios días después:

- Hay que esperar a que la otra compañía acepte la culpa.

- Verá, señorita, es que estoy sin coche y lo necesito. ¿No me pueden prestar uno? Que el autobús me deja a cuatro manzanas del trabajo.

- Lo sentimos mucho, pero esa prestación no la tiene usted cubierta.

- Pero si tengo la Mega-híper-póliza VIP 5 estrellas Turbo GTI 16 válvulas de Luxe.

- Pues sí, pero esa póliza no cubre el vehículo de substitución si no se contrata expresamente. Claro que por 50 euros diarios le podemos alquilar un magnífico Fiat Panda

- Señorita, yo no quepo en un Panda.

- Pues el Fiat Punto es bastante más caro.

Varios días después:

- Pues sí. La compañía ha aceptado la culpa.

- ¡¡Aleluya!!. ¿Cuándo tendré mi coche arreglado?

- Pues verá… hay un pequeño problema. No se lo van a arreglar.

- ¿Cómo? -ojos como platos-.

- Pues verá, los peritos han valorado que la reparación cuesta más de lo que vale su coche. Lo han considerado siniestro total y le ofrecemos, en compensación, tres mil cien euros.

- ¿Tres mil cien euros? Pero si mi coche estaba como nuevo. Impecable. Muy pocos quilómetros… ni una rascadita de nada…

- Ya, ya… pero como ya tiene unos añitos, por matrícula es lo que le corresponde.

- Vamos a ver… Y si yo arreglo el coche por mi cuenta… luego puedo reclamarles judicialmente a ustedes el importe de la reparación, ¿verdad?

- Pues sí, podría… pero tenga en cuenta que la reparación cuesta más de siete mil euros, y en tal caso no le podemos ofrecer la indemnización por siniestro total, habría que recalcular de nuevo la tasación.

- ¿Y eso tarda mucho?

- Pues nunca se sabe, cuente otras dos semanas.

Total. Que usted, cuando se compra un coche nuevo, paga cierta cantidad por tenerlo asegurado, porque se supone que asegura un bien de cierto valor. Van pasando los años y su vehículo se va depreciando, sin embargo a usted no le desciende el importe del recibo sino todo lo contrario. Usted cada vez paga más y el seguro cada vez le paga menos por el bien asegurado. ¿Es o no es un negocio redondo? A un servidor no le salen las cuentas.

Y vuelta a empezar en el concesionario de coches:

- ¿Cuánto me ha dicho que vale? Pero si en el anuncio de la tele cuesta siete mil euros menos.

- Es que el de la tele no lo tenemos, pero éste tiene climatizador bizona, y retrovisor fotosensible y espejo de cortesía con leds poliédricos… Y le regalamos un Ipod con los últimos éxitos de Camela.

Y es entonces cuando uno, amargamente, se avergüenza de creerse, otra vez, todo lo que dan por la tele.

No hay comentarios: