miércoles, 16 de diciembre de 2009

Hermann: el matón.

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en diciembre de 2009
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Resulta que el matón de Telemadrid, ese que mataría a los malos de quince en quince, cuenta que le dieron la del pulpo una madrugada de éstas en un local de copas madrileño. Y como según parece llevaba unas cuantas encima a esas horas de la madrugada, no tiene claro el hombre ni quién ni cómo. Porque empezó su relato describiendo una “enorme patada”, para varios días después rectificarse a sí mismo alegando que fue un “puñetazo enorme”. Hay quien dice que lo único enorme era el tablón y hay quien señala a un taburete mal puesto y peor esquivado como responsable de las lesiones. De hecho, el propio Hermann da bandazos a la hora de determinar su agresor, pues si bien en principio desvinculó el ataque de temas laborales y luego repartía probabilidades entre “moros, homosexuales o gente normal como actores o gente de la SGAE”, ahora parece haberle encontrado el gustillo a eso de sentirse víctima de “la cadena regalada”. Veremos a ver adónde nos lleva el culebrón.

No sé por qué a un servidor todo esto le recuerda a aquel periodista que para esconder una noche de juerga denunció haber sido secuestrado por ETA. Se supo todo como se sabrá lo de Hermann y se contará cómo una bronca de cierrabares ha llevado a la presidenta Aguirre a rajar a gusto sobre Wyoming y La Sexta, y a algún tertuliano a solicitar el encierro en campos de reeducación, como los de los chinos, para determinados espectadores de El Intermedio, el programa de Wyoming. Por lo pronto, ya se puede leer en la red el siguiente titular: “Un chapero despechado le parte varias costillas a Herman Tertsch”. ¿Será cierto? Si lo fuera no habría problema, que ya encontraría doña Espe la manera de vincular a Wyoming con el chapero. Porque una pelea de bar a las tantas de la madrugada y en medio de efluvios alcohólicos no se concibe si no hay ideología política y provocación mediática por medio.

En cualquier caso, cabe condenar la agresión, ya provenga de un sicario a sueldo, de un borracho pendenciero o de un chapero despechado, incluso cabría condenar al taburete en el caso de que se demostrase su participación en el atentado; porqué está muy feo eso de mandar a la gente al hospital, que no es de buenas personas -ni de buenos taburetes- y, además, no está la sanidad madrileña, con las listas de espera a rebosar, como para que les endosen trabajo extra.

De momento, y gracias a la colaboración estelar de doña Espe, El Intermedio sigue subiendo su audiencia, coincidiendo exactamente los picos de aumento de cuota con cada una de las afrentas que les han sido lanzadas desde sus detractores: el lío de la becaria con Intereconomía, el invento de Herreros y el radiopredicador de que Wyoming no era en realidad médico y ésta última de doña Espe. Gracias a Intereconomía, a la COPE y a Aguirre, que tiene guasa, El Intermedio ha aumentado un 8% su audiencia en unos meses y se ha colocado en el mismo porcentaje que los programas de la competencia en esa franja horaria. Y Wyoming preocupado…

Y para terminar esta columna, me van a permitir aquéllos de mis queridos reincidentes que consideren que el término “matón” puede sonar despectivo e incluso ofensivo al señor Tertsch (al que –sin ironía alguna- deseo una pronta recuperación) que les transcriba la tercera acepción que a tal vocablo otorga mi adorado Diccionario de la Lengua Española en su vigésima tercera edición, que corresponde a léxico específico empleado en El Salvador, y que es la que, faltaría más, un servidor se ha querido referir en esta columna:

- Matón, na:

3. m. El Salv. Caída de una persona al suelo. *

* Nota del autor: Medie o no medie taburete.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

SITEL

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en diciembre de 2009

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Cuando de lo que se trata es de darle cera al gobierno, da lo mismo ocho que ochenta, y se aprovecha el caprichoso tránsito vallisoletano del Pisuerga para arremeter a la más mínima. Y no es que no haya motivos para meterse con el ejecutivo, que sin duda los habrá, pero lo que no me cabe en las meninges ni doblándolo es hasta qué punto se apuntan al carro quienes pasan por periodistas reputados –algunos incluso lo son- cuando sin sustancia alguna, y haciendo gala de la más absoluta de las ignorancias, o bien –y más grave- con evidente animus manipulandi (no me he olvidado el acento en el animus, en las locuciones latinas no se usa tilde) difunden informaciones erróneas y confusas, aprovechándose de los que creen a pies juntillas todo lo que se publica en según qué medios.


Tiene guasa -pero que muchísima guasa- lo del SITEL, que a estas alturas hasta las amebas saben que es el sistema que las unidades de investigación de los cuerpos de seguridad pública utilizan para llevar a cabo las intervenciones telefónicas para la investigación de ciertos delitos, todos ellos graves, por supuesto. Y digo que tiene guasa porque como ya sabrán mis queridos reincidentes, ese sistema fue adquirido por el gobierno de Aznar en sus tiempos de mayoría absoluta y que, por mucho que digan que no lo utilizaron, ya fue empleado en febrero de 2004 (y si no se empezó a utilizar antes fue porque las diferentes compañías telefónicas aún no se habían provisto del software necesario) siendo Acebes Ministro del Interior, y que ahora el PP ponga el grito en el cielo por su utilización, precisamente ahora, cuando tiene un tropel de imputados en sus filas -algunos de ellos merced a la interceptación de sus comunicaciones- huele a mezcla fifty fifty de demagogia supina y vil oportunismo. Estarían encantados de que quien fuese determinase la ilegalidad del SITEL para salvar las nalgas (la gente bien no tiene culo) a sus colegas, por mucho que esa decisión dejase en la calle a asesinos, terroristas y narcotraficantes. Por lo pronto, un mafioso ruso, siguiendo las tesis del PP sobre SITEL, ya ha pedido la anulación de las pruebas que le acabaron condenando, por haber sido éstas obtenidas mediante el SITEL.

El SITEL -ruego a mis queridos reincidentes disculpas por haber tardado tres párrafos en entrar en materia- no es más que el acceso a las nuevas tecnologías del pinchazo telefónico tradicional de toda la vida, pero igual que se hacía entonces se hace ahora tal que así:


La poli tiene conocimiento de que un malo muy malo está cometiendo un delito muy gordo y muy grave. Reúne cuantos indicios y pruebas tiene contra él y con todo ello se va a ver al juez de instrucción correspondiente, le muestra lo que tiene y si Su Señoría lo ve claro, autoriza la escucha por un tiempo determinado. Con esa autorización, la poli se va a la compañía telefónica que alberga esa línea y, una vez presentada la autorización judicial, la compañía pincha la línea y la manda a un ordenador “punto a punto” para que sólo el personal autorizado de las unidades de investigación de los cuerpos de seguridad tenga acceso a las comunicaciones del sospechoso. Las grabaciones se ponen a disposición del juez. Exactamente igual que se hacía antes. ¿Qué cambia? Pues poca cosa, la verdad. Que antes se grababa todo en una cinta magnetofónica y que ahora se almacena en un fichero digital.


Periodistas que se declaran adalides de la libertad (a veces digital) repudian la tecnología de este método alegando que con SITEL se tiene acceso a datos que antes no se tenían.


Se escandalizan de que con SITEL se puede obtener la ubicación del teléfono móvil. ¿Acaso no se conocía la ubicación de los teléfonos fijos antes de la aparición de los teléfonos celulares y del propio SITEL? Se llevan las manos a la cabeza porque la policía puede disponer de datos sobre el investigado tales como su dirección y su número de teléfono. ¡¡Cachis!! Resulta que la información contenida en las guías telefónicas de toda la vida es información Top Secret y yo sin saberlo. ¿Dónde vamos a parar en un país en el que la policía puede saber mi domicilio y mi número de teléfono sin siquiera tener que llamar al 11818? Ésos son los argumentos que utilizan estos nuevos guías espirituales de la libertad y de los derechos humanos para cuestionar el SITEL.


Soslayan el hecho de que ahora, exactamente igual que antes, no es la policía -ni siquiera Rubalcaba- si no los jueces quienes deciden cuándo, cómo y a quién se le interviene el teléfono, y que no hay compañía que facilite dato alguno si no media la autorización judicial.


Por suerte o, mejor, por puro sentido común el Tribunal Supremo ha avalado por tercera vez la legalidad del SITEL (deben estar ya hasta el gorro de pronunciarse sobre lo mismo una y otra vez), considerándolo incluso preferible a los sistemas de intervención utilizados anteriormente. Pese a ello, todavía queda por ahí algún político iluminado desgañitándose con bobadas sitelianas y algunas plumas sintónicas dándole cancha y cuerda.


Y es que cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue...

martes, 17 de noviembre de 2009

Inconvenientes de un nombre común, o llamamiento al notario Martínez

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en noviembre de 2009
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Esto de tener un nombre y un apellido tan común como el de un servidor, tiene alguna ventaja, como que nadie te hace deletrear tu nombre por teléfono, pero múltiples inconvenientes. Puedo asegurar a mis queridos reincidentes que en el caso de quien les escribe, muchos más han sido los inconvenientes que las ventajas. Les cuento.

La primera vez que maldije mi suerte por no haber sido bautizado como Remigio, Wenceslao, Genaro o incluso María de las Mercedes fue el día en el que otro Miguel Martínez, compañero de colegio y a todas luces un gamberro redomado, se dedicó a pintarrajear la tapicería de escay de un asiento del autobús escolar, reproduciendo una extensa colección de aparatos genitales masculinos, todos ellos en evidente estado de excitación, plasmación gráfica que fue jalonada con comentarios obscenos sobre la relación entre el estado de aquellos miembros y la generosa y exuberante anatomía de una profesora de música de aquel colegio de curas, de la que no consigo recordar el nombre aunque sí su agraciado físico. La gamberrada de aquel Miguel Martínez le supuso a este otro Martínez, en primer lugar , un sonoro bofetón en la mejilla por parte del hermano Joaquín y, a continuación, mil disculpas por parte de aquel mismo cura, tras la clara constatación de que había sido otro Miguel Martínez el causante de tamaña guarrada. Muy al contrario de lo que ocurriría hoy, el comentario con el que en casa de este columnista zanjaron el asunto tras mi indignada exposición fue tal que así “La vida es dura. Miguelín, y, a veces, pagan justos por pecadores. Esa torta te la llevas a cambio de todas las trastadas que seguro debes haber hecho y por las que no has recibido castigo”. Alguna vez, me he vuelto a cruzar con ese otro Martínez, hoy inspector de obras de un ayuntamiento de la comarca – a saber qué dibujará en los planos- y siempre le recuerdo que le debo un bofetón a mano abierta.

Pocos años después, como treinta, (qué son treinta años comparados con la antigüedad de la Tierra) hubo un tiempo en el que el teléfono de quien les escribe sonaba a todas horas encargándole armarios, librerías, mesitas de noche, mecedoras y comedores coloniales, imagino que merced a la existencia de otro Miguel Martínez en la guía telefónica y en el mismo barrio, carpintero o traficante de muebles. Curiosamente las llamadas cesaron en el momento en el que, en vez de informar a los clientes de su error y facilitarles el teléfono de “su” Miguel Martínez que yo mismo me había preocupado de averiguar, empecé a participarles de una reconversión en la empresa por la cual, últimamente, sólo se dedicaba a la venta de ataúdes. Mano de santo.

Pero de un tiempo a esta parte, otro Miguel Martínez, notario para más señas, me tiene de los nervios; que no hay día que no reciba en mi correo electrónico, minutas, hipotecas, escrituras, renovaciones de la carencia (que no tengo ni idea de para qué sirve renovar carencias, pero acabo de recibir dos hace un rato) y todos esos papeles que suelen recibir los notarios y, la verdad, me tiene desbordado el ingenio, pues ya no se le ocurre a un servidor qué demonios hacer para parar ese alubión de correos electrónicos solicitándome para mañana la redacción de la correspondiente escritura y, además, me restriegan por las narices las palabras que otro Miguel Martínez, mi abuelo, me dedicara hasta la saciedad en mis años mozos: “Estudia para notario, Miguelín, que ésos sí que ganan dinero”. Si le hubiese hecho caso a mi abuelo, ya le habría robado un montón de clientes al notario Martínez y no me importaría en absoluto recibir correos dirigidos a él.

Tras un breve periodo en el que ignoraba y borraba los correos dirigidos al notario Martínez, y tras empatizar con el pobre que espera y desespera a que le llamen para firmar la hipoteca, empecé mi relación con los numerosísimos clientes del notario, haciéndoles notar, muy educadamente, que se equivocaban de Martínez. Redactando una plantilla de correo con la que respondía de forma diligente a todos y cada uno de ellos informándoles de su error, y haciéndoles notar que estaban llegando a mi cuenta de correo datos confidenciales, como borradores de escrituras, números de cuenta corriente, cantidades amortizadas… y, a la vez que les tranquilizaba comunicándoles que esos datos ya estaban borrados, les rogaba verificasen sus respectivas libretas de direcciones informáticas y que, en todo caso, fuesen más cuidadosos a la hora de enviar a mi correo particular según qué solicitudes de operaciones peculiares que bien pudieran suscitar el interés de la Agencia Tributaria. Nada. Como el que oye llover, los mismos clientes insistían nuevamente con nuevas hipotecas, nuevas escrituras y nuevas minutas.

Ante la ineficacia de los resultados obtenidos, se diseñó el plan B, consistente en responder todos los correos con el siguiente texto:

“Sintiéndolo mucho no voy a poder atender tus demandas porque mañana por la noche me fugo al Caribe con mi secretaria. Te ruego discreción, no sea que su marido o mi mujer se enteren y nos fastidien el plan. Ya te enviaré una postal”.

Sólo obtuve una respuesta de uno de los clientes:

“No jodas??!! Con cuál de ellas?”

El resto, ni inmutarse. Muy al contrario, insisten enviando nuevos correos con las más variadas solicitudes profesionales, de lo que deduzco que, una de dos, o poco leen los mensajes de correo entrantes las entidades bancarias y los bufetes de abogados (principales clientes del notario Martínez) o bien el notario debe ser un bromista de órdago y todos sus clientes identifican como bromas mis respuestas de viajes caribeños y relaciones clandestinas con secretarias. Como mis queridos reincidientes ya habrán adivinado, se imponía un nuevo plan de ataque.

Plan C. Redacción ficticia de escrituras, al insertar en el documento original preparado, auténticas barbaridades convenientemente marcadas con negrita, para que se vean bien, tales que así:

“Que el diferencial aplicable al crédito durante la segunda fase del promotor resultará de añadir un diferencial de 25'50 puntos al índice de referencia del denominado Euríbor mensual. LÉALO BIEN, QUE LUEGO TODO SON QUEJAS. VEINTICINCO PUNTOS Y MEDIO POR ENCIMA DEL EURIBOR: ES DECIR, UNA AUTÉNTICA SALVAJADA: SU RUINA, VAMOS…”.

O añadiendo frases, igualmente resaltadas en negrita y mayúsculas, con textos jocosos y a todas luces poco profesionales, tal como éste.

“Adicional tercera de la Ley 8/1989, de 13 de Abril, de Tasas y Precios Públicos, quedará incorporada al presente instrumento publico, con traslado a las copias que del mismo se expidan, la liquidación de derechos y suplidos devengados con arreglo al vigente Arancel Notarial, PERO COMO ESTE POBRE HOMBRE, QUE, DICHO SEA DE PASO, ACABA DE CONTRAER UNA DEUDA ESCANDALOSA -CUANDO NO ABUSIVA-, ME CAE BASTANTE BIEN, HE PENSADO PAGÁRSELOS YO DE MI BOLSILLO E INVITARLO A UNAS BRAVAS Y UNAS CERVECILLAS AL FINALIZAR ESTE ACTO.
Así lo dicen y otorgan, previa su lectura integra efectuada por mi, antes enterados de sus derechos a leerla por si; se ratifican en su contenido y firman”.


Pero lo cierto es que no hay manera. Pese a la evidente y manifiesta falta de profesionalidad de ese notario, que se fuga al Caribe con una de sus secretarias y que incluye invitaciones a patatas bravas en el redactado de las escrituras, sus clientes repiten, y siguen enviando sus encargos a mi correo.

Es por lo que, con la remota esperanza de que el tal Notario Martínez sea uno de mis queridos reincidentes, o –ésta algo más probable- de que alguno de ellos conozca esa notaría (según deduzco ubicada en Andalucía oriental) les hago a todos ustedes partícipes de ésta mi desventura. A ver si con un poco de suerte alguien avisa a mi tocayo el notario y desaparecen de mi correo escrituras, hipotecas, minutas y demás trámites notariales. Este columnista sabrá recompensar con un soneto épico o un terceto satírico (a elegir) a aquellos de mis queridos reincidentes que me auxilien ante tamaña adversidad.
Gracias muchas.

sábado, 17 de octubre de 2009

Mamadou Djouma

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en octubre de 2009
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Mamadou Djouma es guineano y debe rondar la treintena. Llegó a la península el año 2000. Quizás pensó que el nuevo milenio le traería aquí la fortuna que le negaba en su tierra y se embarcó, como otros tantos, rumbo a la esperanza.

Pasó cuatro años en Andalucía, sin papeles y agradeciendo que, pese a eso, le diesen trabajo. No sabemos si quien se lo ofreciera lo hacía por hacerle un favor o porque le salía más barato, pero el caso es que Mamadou consiguió regularizar su situación al cabo de cuatro años y fue entonces cuando pudo asentarse con su mujer y sus dos hijos en una ciudad del centro de Cataluña, y ahí sigue desde entonces. La crisis acabó con su trabajo estable y ahora vive de lo que le va saliendo. Aquí y allí, chapuzas y remiendos le posibilitan llegar, aunque con muchas dificultades, a fin de mes.

Obviamente Mamadou es negro y a buen seguro habrá quien, al sentársele al lado en el autobús, se lleve la mano discretamente a la cartera o se cambie de lado el bolso. Les garantizo a mis queridos reincidentes que no tendrían por qué.

Una tarde de éstas, Mamadou fue a un cajero electrónico para retirar efectivo y, lo que es la vida, encontró allí ochocientos euros en metálico. Parece ser que el cajero electrónico sufrió una avería y devolvió, billete por billete, los ochocientos euros que otro cliente había ingresado un buen rato antes. Contrariamente a lo que habría hecho mucha gente, Mamadou llamó a la policía y les contó que alguien había olvidado allí un fajo de billetes, que se quedaba donde estaba para custodiarlos hasta que pudiesen enviar a alguna patrulla para hacerse cargo de aquel dineral.

Los policías recogieron el dinero, agradecieron a Mamadou su honradez, llevaron a comisaría el dinero, llamaron al banco, del banco pasaron al recoger los billetes al día siguiente, el director del banco llamó a Mamadou para darle las gracias y fin de la historia.

Mamadou se ve ahora incluso en los periódicos de tirada nacional y no lo entiende.

¿Cómo iba yo a quedarme un dinero que no era mío?
Mi padre me enseñó que sólo nos pertenece lo que ganamos con esfuerzo.
Mi religión me obliga a que si encuentro algo perdido, debo buscar la manera de retornárselo a su propietario.
Si yo hubiese perdido ese dinero y nadie me lo hubiese devuelto, me hubiese llevado un gran disgusto.

Ésas y otras frases de Mamadou han sido utilizadas en los diferentes medios como titulares de la noticia.

Y digo yo que es justo que, igual que cada vez que un inmigrante comete un delito hay quien tiende a generalizar, será bueno que esta vez se haga lo propio y se concluya con que también los inmigrantes nos dan lecciones de honradez.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Phishing de pata negra

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en septiembre de 2009
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Aviso a Navegantes. Estos últimos días se está produciendo una oleada de correos electrónicos conteniendo la conocida estafa del phishing, pero con una variante realmente peligrosa. Si no fuera porque los autores son unos chorizos de mucho cuidado, habría para felicitarlos por su ingenio, porque lo cierto es que han dado una vuelta más de tuerca a este tipo de estafas en las que parecía que ya estaba todo inventado, y lo han hecho de forma muy hábil e inteligente. Ruego a mis queridos reincidentes que presten atención a este artículo, pues es tal la destreza que han empleado los cibermanguis en el desarrollo de esta nueva modalidad de estafa, que es relativamente sencillo picar en el anzuelo, incluso para aquellos que ya conozcan el clásico timo del phishing y tengan claro que jamás se deben facilitar por ningún medio sus datos bancarios confidenciales.

Como ya saben ustedes el phishing consiste, grosso modo, en remitir correos electrónicos simulando provenir de su entidad bancaria, donde le solicitan la confirmación de sus datos bancarios -casi siempre el número de su tarjeta de crédito y su correspondiente número PIN- incluyendo en el correo un enlace a una copia exacta de la apariencia de la web de su banco o caja de ahorros, donde el timado introduce de buena fe sus datos que, de inmediato, pasan a mano de los estafadores que luego los utilizan para hacer compras, principalmente por Internet, que le cargarán a su cuenta hasta que usted se aperciba de ello y cancele la tarjeta o hasta que se la dejen a cero. Lo que suceda antes.

¿Qué problema presenta el phishing a los estafadores últimamente? Pues que los medios de comunicación – incluso más que los bancos y cajas que debieran ser los primeros interesados- se han hartado de describir este timo y de prevenir al público sobre esta práctica fraudulenta, de manera que ya casi nadie caía en el timo. Algunos malos, poco avispados, pasaron a sustituir los correos que simulaban provenir de bancos y cajas por un e-mail que parecían proceder de la Agencia Tributaria, pero la filosofía del timo era básicamente la misma, pedirle a usted que les facilitara los datos de su tarjeta; y usted, mi querido reincidente, advertido por un servidor hasta la saciedad en numerosos artículos sobre diversas nuevas modalidades de estafas, ya no se fía ni de Hacienda desde el momento en que le piden el número de la tarjeta, de manera que los malos no se comían un colín con este tipo de timos y diseñaron esta ingeniosa variante que ya ha hecho picar a navegantes que jamás hubiesen caído en un phishing vulgar. Les cuento.

Usted recibe un e-mail de Correos diciéndole que tiene un telegrama on line, y en el propio e-mail tiene el enlace que le lleva a la presunta página de Correos. En esa página, con los logos de Correos perfectamente reproducidos, aparece un botoncito que le indica algo así como “pulse aquí para leer el telegrama”. Cuando usted pulsa, el navegador le avisa de que necesita instalar un “plugin” o complemento para visualizar correctamente la página. Cualquiera que se mueva mínimamente por Internet sabe que resulta muy habitual que los proveedores de software informático actualicen sus complementos para navegar, de manera que todos nosotros hemos instalado mil veces “plugin” de Flash, de Adobe, Quick Time, o actualizaciones de Firefox, Internet Explorer etc… que periódicamente lanzan nuevas versiones de sus programas o complementos.

Y es entonces, cuando usted actualiza el “plugin”, como ha hecho anteriormente cientos de veces de manera rutinaria, se le instala un programita muy cabroncete que es el que luego va a servir a los malos para limpiarle la cuenta, pero eso vendrá más adelante, ahora está usted en la (presunta) página de Correos, intentando leer un telegrama que al final , o bien no llegará a leer porque el explorador le marcará un error y usted desistirá, o bien le aparecerá un telegrama del tipo “Gracias por todo, Wenceslao. Firmado Juan Pérez”. Usted, que no se llama Wenceslao, se imagina que se trata de una confusión del tal Juan Pérez, cierra el navegador, quizás piense que está muy bien eso de los telegramas on line, o quizás se pregunte de dónde narices habrá sacado Correos su dirección electrónica, pero, sea como fuere, eso ya es lo de menos, porque cuando usted instaló el complemento para su navegador, lo que en realidad hizo fue instalar un programa de suplantación bancaria bastante logrado. Si tienen el interés y la paciencia necesarias, les cuento brevemente cómo funciona.

Ese programilla permanecerá vigilante a que usted, dentro de diez minutos o dentro de diez días, acceda a la página de Internet de su Banco y, cuando lo haga, éste se le adelantará a su banco y le plantará ante sus ojos una copia exacta, exactísima en algunos casos, de la web de su entidad y se quedará con sus códigos de acceso a la página, con los cuales el malo podría, por poner un ejemplo, transferir mil trescientos siete euros a cualquier otra cuenta hoy, setecientos quince a otra pasado mañana, etc... Usted no accederá ese día a sus cuentas, el navegador le avisará de un error –recuerde que en realidad no está en la página real de su banco, sino en una clonada alojada en otro servidor- pero no le dará importancia porque probablemente le haya sucedido otras ocasiones, y no es que no vaya a sospechar nada, que tampoco, es que no se va a dar ni cuenta. Porque ha sido usted mismo el que ha abierto la página de su banco desde su propio navegador como ha hecho siempre, quizás tres días o tres semanas después de abrir aquel e-mail de Correos que ya ni recuerda.

La versión del programa cabroncete que un servidor ha visto contiene réplicas de las web del BBVA, de La Caixa y de Caixa Catalunya, de manera que todo aquel que haya instalado ese programa y haya intentado a acceder a sus cuentas, bien sea tecleando la página, ya sea recuperándolas desde los favoritos de su navegador, le ha regalado a los malos los datos que les permiten limpiarles la cuenta. Es de esperar que en las próximas versiones de ese programa amplíen el número de bancos a los que les han clonado la página, y que no sólo simulen provenir de Correos, sino que procederán de cualquier remitente desconocido que desde el mensaje le sugiera visitar una página web mediante un enlace insertado dentro del mismo cuerpo del e-mail.

¿Cómo evitar este timo? Es sencillo.

1) No abriendo enlaces que lleven a páginas de Internet desde el propio mensaje de correo electrónico cuando éste provenga de un desconocido. Recuerde que ya no sólo nos debe resultar sospechoso un e-mail que nos solicite datos bancarios. Cualquier mail que contenga un enlace a una página de Internet puede intentar colarnos el programilla. No sería mala práctica acostumbrarse, por sistema, a acceder siempre a las páginas de Internet desde el propio navegador y no hacerlo desde los enlaces que nos puedan aparecer en el interior de un mensaje de correo electrónico.

2) Sólo instale un “plugin” o complemento en páginas conocidas y de confianza. No sería una buena idea instalar el plugin que les solicite la página www.tiasbuenas.sat, en cambio, no sería peligroso si el navegador se lo solicita cuando usted se encuentre navegando por www.lavanguardia.es.

3) Es importantísimo contar con un antivirus de confianza y mantenerlo correctamente actualizado. Los antivirus más utilizados ya disponen de las actualizaciones que les permiten detectar ese “plugin” como un programa malicioso.

En cualquier caso, aunque tenga usted el mejor antivirus del mundo mundial y sus alrededores, sea cauto cuando navegue por páginas desconocidas y cuando reciba correos de remitentes que no conoce. Recuerde que los malos, también en Internet, van siempre un paso por delante.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Operación Pandemia

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en septiembre de 2009
Ha llegado hasta quien les escribe un documental, producido por un tal Julián Alterini, realizador de televisión argentino, que viene a confirmar lo que seguro que muchos de mis queridos reincidentes ya habían intuido: que en todo esto de la Gripe A hay algo que expele cierto tufillo extraño, que el gran público tiene muchas preguntas y pocas son las respuestas que desde los medios convencionales nos remiten y, especialmente, la duda de que si, detrás de todo este embrollo, no existen intereses que van más allá de la lógica preocupación de las autoridades por la salud de la población.

El documental, producido exclusivamente para su difusión por Internet, recoge datos, fuentes oficiales y estadísticas que, como mínimo, siembran nuevamente la duda sobre si es cierto todo lo que nos cuentan y, sobre todo, si la histeria colectiva que se está padeciendo está realmente justificada. Si mis queridos reincidentes me lo permiten, la columna de esta semana va a hacerse eco de lo expuesto en ese documental y va a transmitirles y comentarles esos datos.

Se remonta el autor al mes de mayo de 1997, cuando por primera vez se tiene noticia de la existencia del virus H5N1, más conocido como el virus de la gripe aviar. Se desplaza el documental hasta diciembre de ese mismo año, cuando se detectaron 18 casos de la gripe aviar y las primeras 6 víctimas mortales. Durante casi cinco años, se habla poco o nada del tema, hasta febrero de 2003, cuando en Hong Kong se detecta otro foco de gripe aviar, con dos personas infectadas y un muerto, éste contagiado por contacto directo con aves. Sigue sin pasar nada… hasta el cabo de más de dos años cuando a mediados de 2005 empiezan a aparecer casos de gripe aviar en el noreste de China y en el este de Rusia. La cosa se empieza a animar, pero ruego a mis queridos reincidentes que retengan estas fechas. Luego les cuento por qué.

Septiembre de 2005. La OMS, desde Ginebra, Suiza, emite una alerta en la que advierte que el número de casos de muertes por gripe aviar podría llegar a los siete millones cuatrocientas mil personas. Empieza el susto y la histeria colectiva, máxime cuando en Londres se detecta el virus en un loro, animalico...

Las autoridades, siempre atentas al bienestar y la salud del ciudadano, se ponen las pilas. Mr. Bush, gran humanista como ustedes saben, se desplaza al National Institute of Health y, tras entrevistarse con sus responsables, vaticina que dos millones de americanos podrían morir víctimas de la gripe del pollo. A la gente ya no le llega la camisa al cuerpo y, para acabarlo de arreglar, la OMS advierte, meses después, de una probable transmisión entre humanos del virus en Sumatra, donde se registran 8 casos nuevos pero, gracias a Dios, ninguna víctima. En España se está medio tranquilo hasta poco después, cuando aparece la primera ave infectada.

Recordarán mis queridos reincidentes las imágenes de histeria colectiva de entonces, cuando se fumigaba a la gente en los aeropuertos, o cómo las ventas de pollo caían por debajo del subsuelo y de qué manera se sacrificaban pollos, patos, y todo bicho con pico y con alas.

Si damos un salto en el tiempo y nos plantamos en el mes de junio de 2009 nos preguntamos qué fue de aquella horrible pandemia que amenazaba a 14 millones y medio de personas en todo el mundo según la OMS o a dos millones en los EUA según el humanista Bush, que poco después de su predicción ordenó destinar siete mil millones de dólares en prevención de la enfermedad, asignando mil doscientos millones de dólares a la adquisición de veinte millones de dosis de la vacuna de la gripe A.
Pongamos ahora las fechas que antes les comentaba en consonancia con otras nuevas fechas que, casualmente, guardan cierta coincidencia. Desde luego que fruto del azar, que ya saben mis queridos reincidentes que un servidor no es para nada mal pensado.

- Año 1996. La compañía biofarmacéutica Giled patenta el medicamento Tamiflu como medicamento contra varios tipos de gripe. Por aquellos entonces no existía ni la gripe aviar, ni la porcina, ni las venideras.
- Año 1997. Donald Rumsfeld (les suena el nombre, ¿a que sí?) miembro del consejo de administración de Giled, es nombrado presidente del mismo.
- Año 1997. Giled llega a un acuerdo con los laboratorios suizos (Suiza, ese país desde donde la OMS emitió la alerta de los catorce millones y medio de muertes) ROCHE para producir y distribuir el Tamiflu hasta el año 2016, a cambio del 10% de comisión sobre el total de las ventas.

Ya estamos en el año 2001 y Donald Rumsfeld deja su cargo en Giled. Y no es que le fueran mal las cosas en la compañía, no… es que George Bush –que había gastado una millonada en Giled- ficha a Mr. Rumsfeld como secretario de defensa. ¿A qué huele? Mejor eliminen el acento del pronombre de relativo y lo transforman en conjunción: ¿A que huele?

¿Saben mis queridos reincidentes cuántos muertos de aquellos dos millones vaticinados por Bush se produjeron en USA a causa de la gripe A? Según la OMS cero. A eso se le llama efectividad en los cálculos. Eso sí. Giled, ROCHE y Rumsfield hicieron el agosto.

¿Saben mis queridos reincidentes cuántos muertos de aquellos casi siete millones y medio de muertos que preveía la OMS se acabaron contando? Según la OMS, entre el año 2003 y el 2009, han fallecido a causa de la gripe aviar doscientas setenta y dos personas. O lo que es lo mismo, treinta y nueve habitantes por año a causa de la grandísima pandemia que iba a asolar la faz de la tierra.

¿Son muchas treinta y nueve muertes al año? Bueno… depende.

La gripe común, la que todos hemos pasado alguna vez, mata anualmente a medio millón de personas en el mundo. Pero no mata a cualquiera que agarre la gripe, eso ya lo saben mis queridos reincidentes. Sólo mata aquellas personas con ciertas patologías preexistentes. Mmmm… de qué me suena a mí esto…

Pero todo aquello ya pasó de moda, porque ahora lo que se lleva es la gripe A por que la OMS ya ha advertido que a fecha 30 de junio del corriente, el virus de la gripe A se ha llevado por delante a 382 personas. ¿Muchas? Bueno… de nuevo depende.

Cada año fallecen en el mundo, además del medio millón a causa de la gripe común:

- Dos millones de personas a causa de la malaria, muchas de esas muertes podrían evitarse utilizando simples mosquiteras.
- Dos millones de niños a causa de la diarrea, muchas de esas muertes podrían evitarse, según recoge el documental, utilizando un suero oral que cuesta menos de veinte céntimos el frasco.
- Diez millones de personas mueren anualmente a causa de enfermedades curables, como la neumonía, o el sarampión.

Y ahora, la pregunta del millón. ¿Cuántas de estos catorce millones de muertes anuales son portadas de los diarios?

Si tenemos en cuenta que el Tamiflu de Rumsfield y ROCHE es -casualmente, desde luego- uno de los dos medicamentos recomendados por la OMS y con los antecedentes que antes describíamos sobre la gripe aviar, el informe llega a la conclusión siguiente:

¿Qué mejor manera de comercializar un producto que generando la necesidad de ese mismo producto?

Poco le importa a ROCHE que la necesidad sea provocada causando la histeria colectiva, y menos aún cuando el valor de sus acciones se triplicó en sólo tres días, coincidiendo –también casualmente- con la recomendación de la OMS sobre el Tamiflu, de la misma manera le importa a GILED -o sea un pito- que obtiene un diez por ciento de todo el Tamiflu que vende ROCHE.

Lo único que no ofrece dudas en todo este embrollo es que hay por ahí unos cuantos que se forraron con la gripe aviar y que se está haciendo de otro con la gripe A.

Y en eso consiste el documental “Operación Pandemia”. ¿Da o no da que pensar?

A estas alturas, uno ya sospecha hasta del nombre: gripe A. A ver si han empezado por la A con la intención de repetir sucesivas gripes hasta llegar a la Z...

Evidentemente el virus existe, y es conveniente observar ciertas medidas higiénicas para intentar no contagiarse, de la misma manera que debemos hacerlo para evitar la gripe común. Que es conveniente utilizar pañuelos desechables para sonarse, que es mejor estornudar sobre la manga que sobre la mano, que es recomendable lavarse las manos con frecuencia, que se debe acudir a urgencias si la fiebre supera los 39 grados… En fin, todas esas medidas que debiéramos observar siempre por pura higiene.

Así que, mis queridos reincidentes, cuídense y mantengan las más elementales precauciones que les impidan agarrar la gripe común y probablemente evitarán del mismo modo contagiarse de un montón de otras enfermedades que se transmiten por vía aérea como lo es la gripe A, aunque estadísticamente, y según desvela el National Safety Council americano, tiene usted más posibilidades de ser alcanzado por un rayo que de contagiarse de la susodicha gripe A, por lo que quizás no sea necesario instalarse en un bunker todo el invierno, ni envasarse al vacío hasta que pase todo, ni retirarle el saludo a los conocidos, no sea que se empeñen en chocarnos la mano o en darnos los dos besitos de rigor.

Ahora que, una cosa es no obsesionarse y la otra es pasarse las más elementales medidas de higiene por el forro, como está haciendo cierto ayuntamiento de cierta capital andaluza, que pese a ser la más occidental de todas ellas -con todas las connotaciones que el vocablo occidental sugiere- ha sustituido el sistema de timbrar a la entrada y la salida con la tarjetita de toda la vida, por el más moderno de plantar la mano en una pantallita que lee el contorno de la misma e identifica al propietario de la mano, a la vez que recoge sus virus y bacterias para transmitírselos al funcionario que venga detrás.

Si ese ayuntamiento no ha registrado nunca el caso de que uno de sus funcionarios haya sido fulminado por un rayo, probablemente tampoco ninguno de ellos agarre la gripe A este invierno, bastante más probable –ocurre cada invierno en un montón de ocasiones- varios de ellos agarrarán la gripe común y dejarán sus virus en la pantallita lectora de manos para que sus compañeros los recojan.

Lo mismo algún político onubense se ha inflado a comprar acciones de Frenadol…

miércoles, 26 de agosto de 2009

Marcha atrás

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en agosto de 2009
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Siento decepcionar a aquéllos de mis queridos reincidentes que, viendo el título de esta columna, hayan creído que mi artículo de esta semana tiene que ver con cierto método contraceptivo considerado natural -y por tanto permitido por la Iglesia- que me van a permitir que no les describa, pues su nombre lo define sobradamente. No va a ir el tema bien bien por ahí. Si son tan amables de seguir leyendo, les cuento.

Y lo hago transcribiendo literalmente un párrafo del nuevo libro de mi amiga Nieves Concostrina, Menudas historias de la Historia (Ed. La Esfera de los libros - 2009), que me viene de perlas para dar comienzo a este artículo y para ofrecerles una muestra de este divertido libro, que a buen seguro les desvelará pasajes curiosísimos -y a menudo desconocidos- de la Historia, siempre escritos con el habitual ingenio y ese fino sentido del humor al que nos tiene acostumbrados Nieves en sus libros y en sus programas de radio.

El 31 de octubre del año 1517 un monje muy cabreado agarró un martillo, cuatro clavos y se fue a la iglesia de Witenberg, en Alemania. Sacó un papel con noventa y cinco cláusulas escritas, lo dejó clavado en la puerta y se volvió a su convento agustino con el martillo, pero más desahogado. El monje se llamaba Martín Lutero y ese día, con aquel monumental enfado, nació la Reforma protestante.

Si conocen la historia, o si siguen leyendo ese capítulo del libro de la Concostrina, recordaran que una de las muchas diferencias –que no la principal- entre Lutero y el Vaticano era que el monje entendía que la Biblia debía predicarse en la “lengua vulgar” de cada comunidad y no en latín, lengua que en el siglo XVI ya no era conocida por casi nadie.

Lutero fue declarado hereje, fue excomulgado -no en vano hizo perder a la Iglesia de Roma la mitad de sus clientes- y quisieron contrarrestar la reforma iniciada por Lutero con -muy originales ellos- una contrarreforma, culminada –grosso modo- con el Concilio de Trento.

En aquel concilio, que duró entre pitos y flautas 18 años, se acordaron, entre otras muchas disposiciones, la necesidad de establecer una lista de lecturas prohibidas a todos los cristianos; se oficializó la existencia -aunque funcionaba de facto desde el siglo XIII- de El Santo Oficio o Inquisición, estableciendo que se podía freír a la barbacoa a cualquiera que fuera considerado hereje; se reafirmó la excelencia del celibato (al menos de cara a la galería, que el papa que convocó el concilio tenía cuatro hijos) y, además, se insistió en que la misa sólo podía ser celebrada en latín, instaurándose la llamada “Misa Tridentina”, o, lo que es lo mismo, celebrar las misas en latín y con el oficiante dando la espalda al público. Si alguno no la entendía siempre podría inscribirse en un curso de latín del CEAC de entonces, o matricularse en Lenguas Clásicas en la UNED de la época.

Pero si hay algo que tiene la Iglesia, es capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, incluso rectificando cuando se da cuenta que ha metido la pata. Así, trescientos y pico años después de procesarlo y obligarlo a abjurar de sus tesis, la Iglesia rehabilitó a Galileo, quien había sido condenado y humillado en 1633 por atreverse a afirmar que el centro del universo no era la Tierra sino el Sol. De tal guisa, y de nuevo en el consabido afán eclesiástico de acercarse siempre a la realidad social del momento, hace escasamente medio siglo, el concilio Vaticano II, en tiempos de Juan XXIII, estableció que cada comunidad podía celebrar las misas en el idioma que le fuera propio, entendiendo que sería mucho más útil a los feligreses comprender lo que les dijese su párroco sin que tuvieran éstos –los feligreses, no los clérigos- la necesidad de aprender latín. Tardaron casi cuatro siglos en deducir esto, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

Y, mira por dónde, llega ahora la Congregación del Culto Divino –ministerio vaticano al mando del cardenal español Antonio Cañizares- que propone retomar las condiciones eucarísticas establecidas en el Concilio de Trento y obligar a los sacerdotes católicos a recuperar la Misas Tridentinas. Dicho en plata, las misas de nuevo en latín y de nuevo el oficiante de espaldas a sus feligreses.

La noticia ha visto la luz de la mano del periódico italiano Il Giornale, al haber obtenido uno de sus redactores una copia del documento presentado ante las más altas instancias vaticanas planteando tal propuesta.

Según cuentan en el Il Giornale, esta iniciativa cuenta con el aval mayoritario de los miembros de la congregación, y la voluntad de la propuesta reside –según ellos- en la necesidad de controlar “los abusos, experimentos salvajes e inoportuna creatividad de eventuales celebrantes”.

Un servidor, que confiesa que últimamente sólo pisa las iglesias en los entierros y en alguna que otra celebración de compromiso, intenta imaginar qué experimentos salvajes y qué abusos se vienen llevando a cabo en las parroquias y, la verdad, no es capaz de imaginar en qué consiste el desmadre y el despiporre percibido por Cañizares y su gente, y que ha de ser tan grave como para que les lleve a suplicar nuevamente la Misa Tridentina.

El interrogante ahora es saber si Benedicto XVI impulsará esa medida o la guardará en el cajón donde acumula las cartas de los feligreses que le piden bobadas, cosa que debiera suceder si en la Santa Sede reinara el sentido común, aunque, si un servidor tuviese mano en CEAC, tardaba nada y menos en ofrecer el curso “Latín para feligreses”.

Quien les escribe, por si acaso, se pone ahora mismo a rebuscar en su librería a ver si todavía conserva aquel diccionario de latín al que tanto recurrió en sus tiempos de estudiante, y seguidamente también recuperará del desván los apuntes y libros de aquellos tiempos. Que para una vez que va a la iglesia, quiere saber qué le están contando.

martes, 18 de agosto de 2009

Otra de vacaciones. (Hogar dulce hogar segunda parte)

Artículo publicado por Vistazo a la Prensa en agosto de 2009




La columna de esta semana va a ser un ruego a aquéllos de mis queridos reincidentes que dominen el arte de encontrar vuelos, hoteles, viajes, escapadas, etc… a bajo precio. Porque un servidor no halla la manera. Es como si existiese una conspiración insana en la que jueces, fiscales, policías… perdón, que se me iba el santo al PP; una conspiración, les decía, en la que agencias de viajes, Internet, la publicidad en prensa y mi propio ordenador se conchabaran para que quien les escribe pague más –rectifico, mucho más- que el resto del mundo mundial a la hora de organizar sus salidas.

Recordarán mis queridos reincidentes cómo el pasado invierno –edición 365 de esta misma publicación- y atraído por una publicidad de una agencia de viajes vinculada a un tal Curro, un servidor intentó contratar lo que ellos publicitaban como una oferta 2 x 1, correspondiente a un combinado Nueva York - Riviera Maya, al precio de mil cincuenta euros todo incluido, y cómo esa cantidad se transformaba en tres mil y pico euros a la hora de la verdad. Con aquella experiencia, uno acude a una agencia de la competencia que promete descuentos por reserva anticipada, y consigue un descuento en el precio –o quizás debiera decir presunto descuento- de, nada más y nada menos, un 15 % sobre el precio del viaje. Corría el mes de abril y un servidor de ustedes ya tenía reservadas sus vacaciones estivales con un descuentazo de la leche. A ver si así…

A medida que se acerca el verano, este columnista empieza a encontrar publicidad que anuncia ese mismo destino, pero bastante más barato, incluso después de haber gozado del “pedazo” de descuento. Conocedor de las tretas publicitarias de las agencias, un servidor no quiere dar crédito a la publicidad, imaginando que no es más que el gancho con el que las agencias captan al incauto que, una vez en sus redes, pasa por el aro y contrata un viaje al que en esa publicidad no había incluido el avión, el hotel y las mil y una tasas.

Llegado este punto, puedo garantizarles que si al pasar la página de un periódico aparecía un anuncio de viajes al Caribe, quien les escribe cerraba los ojos y pasaba la página a tientas, no fuera a ser que, efectivamente, apareciera el viaje contratado a un precio sensiblemente inferior. Si bien la táctica de cerrar los ojos es efectiva, no funciona cuando los amiguetes te cuentan que si Menganito ha conseguido nueve días en el Caribe por ochocientos euros por persona –un servidor pagó casi el doble, pese al descuento- o que Fulanito se va una semana a la Riviera Maya por menos de seiscientos.

- ¿Ochocientos al Caribe? Anda ya. Imposible, yo pagué casi el doble. Será en un cuchitril de hotel y los llevarán en una avioneta haciendo escala en Bagdad.

- ¿Riviera Maya por quinientos y pico? A ésos los alojan fijo en el pabellón de infecciosos del Hospital de Cancún y rodeados de contagiados de la gripe A.

Ésas y otras respuestas similares se daba un servidor cuando escuchaba las ofertazas, con el convencimiento de que era imposible rebajar tanto dinero a una oferta ya rebajada por reserva anticipada y pronto pago. Y así seguía cerrando los ojos y los oídos ante las promociones, en parte por experiencia y en parte por la voluntad de no sentirse timado de nuevo.

En el vuelo de ida, mientras el friki de la consola al que me refería la semana anterior mataba sus chinos, me distraía leyendo El Mundo –cortesía de la tripulación- cuando cierro los ojos al ver una publicidad de viajes al Caribe, pero la señora que llevo al lado (que casualmente es la mía) va y me dice.

- ¡¡Mira!! Es nuestro hotel, y a mitad de precio.

No me queda más remedio que mirar y compruebo que, efectivamente, anuncian un viaje a mi mismo hotel, en mis mismas fechas y con el anexo de “Incluye vuelo, traslados aeropuerto hotel – hotel aeropuerto y hotel en régimen de todo incluido.

- Seguro que tiene truco. O bien no incluye tasas, o bien el todo incluido no contemplará la pulserita ésa que sirve para cebarse y emborracharse gratis, y seguro que las habitaciones serán diferentes.

La duda se despeja el cuarto día, al entablar conversación con una pareja de Barcelona.

- Pues mira, nosotros no sabíamos adónde ir, y la semana pasada vi en el periódico una oferta del Caribe a 800 euros y mira… aquí estamos. Supongo que con la crisis no vendían todas las plazas.

Obviamente, mismo hotel, misma pulserita, igual habitación, igual todo excepto el precio.

Desechada la opción de cortarme las venas -optando lógicamente por dejármelas largas- me consuelo pensando que, de vuelta a casa, aprovecharé alguna de estas maravillosas ofertas de vuelo para un viaje de setecientos y pico kilómetros que teníamos previsto hacer en coche este pasado fin de semana.

Agarro Internet y le pregunto a mi amigo Google por “vuelos low cost”, introduzco fecha de salida:

- ¡¡¡8 euros!!!!! ¡¡¡Un vuelo a 8 euros!!!! ¡¡¡Era cierto!!!!

Congrego a toda la familia frente al PC y les muestro el éxito.

- Ése es el vuelo de ida -la aguafiestas de turno- sólo falta que encuentres vuelo de vuelta a buen precio.

El día de la vuelta 243 euros por persona, el día siguiente 255, el siguiente 277, el de más allá 212.

Tecleo vuelos baratos, ofertas vuelos, vuelos último minuto y todas las combinaciones que se me ocurren. Me releva la familia y se pasan una mañana buscando como locos vuelos baratos. Resultado: donde se encuentra vuelo barato a la ida, no se encuentra a la vuelta, o viceversa.

Así que se decide ir en coche. Amanece el día soleado, buen tiempo. Será buena señal. La buena señal se convierte en 39 grados a la sombra y una humedad insoportable. La visita, que consistía principalmente en contemplar piedras medievales, se transforma en un auténtico suplicio. Calor insoportable en el desayuno, calor insoportable en la visita a tal castillo, calor insoportable en la comida, calor insoportable en la visita a tal catedral, calor insoportable en la cena, calor insoportable en la noche -aquí no hay quien duerma- calor insoportable en el desayuno, visita, comida y visita del día siguiente. Mala época para viajar. Previsiones meteorológicas de aumento de las temperaturas. Se adelanta por unanimidad la vuelta para casa. De hecho, en el coche es en el único sitio donde no se pasa calor.

Iniciado el viaje de vuelta, uno recuerda aquellos viajes de antaño, en aquellos utilitarios que no disponían de climatización, por aquellas carreteras que pasaban por el medio de todos los pueblos, y se alegra uno de las ventajas del progreso hasta que, nada más entrar en la autopista…


Imágenes que valen casi como mil y pico palabras cada una:








Caravana autopistera -totalmente parados- a 37 grados centígrados durante
tres horas y media a causa de un accidente, gracias a Dios sin víctimas.







Pese a ello, la familia lo celebra con el humor intacto.

Y así, llega uno a su casa, a las tantas de la madrugada, sudado, medio deshidratado y diciéndose, una vez más, lo de hogar, dulce hogar.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Hogar, dulce hogar: desventuras de un turista resignado.

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en agosto de 2009


Se equivocan aquellos de mis queridos reincidentes que, al leer el título de esta columna, se hayan imaginado que la ausencia de un servidor en estas páginas –que se ha prolongado por más de dos meses- venga motivada por unas larguísimas vacaciones. De esas ocho semanas de ausencia, siete han correspondido a una curiosa – a la vez que intensa- experiencia laboral que quizás algún día les cuente. Sólo la octava ha venido motivada por unos días de asueto con los que, precisamente para reponerse de esa agotadora experiencia, quien les escribe programó en un paraíso caribeño, sustituyendo su habitual espíritu viajero por un más reposado rol de turista, disponiéndose a invertir una semana de sus vacaciones en actividades tan poco estresantes como hincharse a cócteles bajo un cocotero, meterse en remojo en la playita fotografiando peces de los colores del parchís y leerse de una tacada la última –irremediablemente última- entrega de Stieg Larsson y su heroica y excéntrica Lisbeth Salander.


Día 1.

Si hay algo peor que un vuelo de diez horas en clase turista, es un vuelo de diez horas en clase turista con un niño al lado, un niño de treinta años, que se pasó las diez horas jugando con su PSP a matar chinos, chinos que emitían un peculiar gemido gutural –entre lo orgásmico y lo satánico- cada vez que el niño los insertaba con su katana, katana que, de haber estado en posesión de quién les escribe, hubiese resultado irremediablemente manchada de la sangre de aquel espécimen.

- Oye… ¿no tienes auriculares para ese chisme?
- No. (sin levantar la vista de la pantalla)
- Y… ¿no le puedes bajar un poco de volumen? Es que así no hay quien lea.
- Vale.

Y le baja el niño una milésima de decibelio y prosigue su matanza mientras que un servidor ruega al cielo para que en la próxima turbulencia se le derrame el café sobre el aparato, le ahogue a los chinos gritones y le fastidie el entretenimiento.

Con los dedos cruzados para que el niño vaya a otro hotel –pues no quiere imaginarse al niño y a su PSP en la tumbona de al lado en la piscina- llega uno al Caribe y comprueba que la humedad es tal que, pese a no sobrepasar los treinta grados la temperatura ambiente, suda uno como un minero en agosto. Largo paseo desde el avión a una choza con el ocurrente cartel de “Terminal Internacional”.

En la aduana, una aduanera negrita y guapísima:

- Son diez dólares o diez euros, como prefiera.
- ¿Diez dólares o diez euros para qué?
- Impuesto de entrada.
- ¡Joder!
- No se me estrese mi amol, y no se me queje, que a la salida son veinte dólares o veinte euros.
- ¡Joder, joder!


Un maletero me arrebata literalmente las maletas y sale corriendo hacia el bus. Llega el bus al complejo hotelero y otro maletero me vuelve a arrebatar literalmente las maletas y sale corriendo hacia la habitación.

Diez dólares en propinas después, compruebo que la suite es espectacular y me tiro de cabeza al jacuzzi sin apreciar un ligero detalle. Ausencia de toallas. Teléfono a recepción. Contestador automático:

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

Cinco minutos después.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

Cinco minutos después.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

Cinco minutos después.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.


Andando hasta la recepción, justo al otro lado del complejo –y esto es quince minutos caminando bajo una humedad que debe rondar el 200 %- me cruzo con el de la PSP que sigue matando chinos. No sucumbo a mi impulso de empujarlo a la piscina con consola y todo. De este detalle me arrepentiré en el futuro.


- Verá, que llevo como 12 horas de viaje y no tengo toallas en la habitación. No le digo que me gustaría ducharme porque ya lo he hecho, pero sí me gustaría poderme secar con una toalla y no con una camiseta sudada.
- En sinco minutos le llegan las toallas, mi amol.

Y aquí uno comprueba que cinco minutos caribeños corresponden a cincuenta europeos. Dos dólares de propina al mozo que trae las toallas y que para la mano descaradamente.

Duchado de nuevo –la humedad es insufrible- me propongo a ver qué canales de televisión pilla ese pedazo de televisor de plasma. El mando a distancia no funciona. Nueva llamada a la recepción.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

Cinco minutos después.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.




Día 2.

Justo antes de cumplir el encargo de una amiga que me pedía unas fotos de cierto sepulcro de cierto navegante legendario que viajó de muerto más que de vivo, compruebo que las baterías de mi cámara fotográfica sucumben al calor y a la humedad. Las pilas de recambio se quedaron con Murphy y su implacable ley en el hotel. Siguiendo las indicaciones de un lugareño, me desplazo hasta el lugar donde se encuentran varios vendedores ambulantes.

- ¿Cinco dólares por dos pilas normales y corrientes?
- Usted quiere pilas y yo tengo pilas. Si no, puede ir a comprarlas a una tienda en la siudá –señalando lontananza con el dedo.

La cámara no funciona con las pilas “nuevas”, significándoles que me hubiese ahorrado esas comillas –y cinco dólares- si hubiese detectado el olor a pegamento que desprendía el paquete que las contenía. Gracias a otro turista solidario, que me regala dos pilas, puedo cumplir el encargo y fotografiar mausoleo y sepulcro. Vuelvo sobre mis pasos y el vendedor de pilas ha desaparecido con mis cinco dólares y el bote de pegamento. Otro lugareño –o quizás el mismo de antes- me señala una papelera cuando le pregunto dónde puedo tirar las pilas “nuevas”. Pilas a la mochila, ya las reciclaré en casa.



Día 3.

Maldito jet lag. Las tres de la mañana y ya despierto. A ver qué cuentan los periódicos de España. Conecto el portátil y la conexión wifi no funciona.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

Agarro el portátil y me voy a recepción. Allí hay algo de cobertura wifi, pero no la suficiente como para conseguir abrir las páginas. Juego al solitario hasta la hora del desayuno.

Todas las tumbonas de la playa que se hayan a la sombra de parasoles o de palmeras se encuentran ocupadas por toallas, que no por personas. Lo mismo las de la piscina. Por lo visto, el cartel que en castellano, inglés y francés recuerda la prohibición de reservar tumbonas tiene poco éxito. Imposible permanecer más de dos minutos fuera del agua. Salgo disparado hacia la habitación cuando veo aproximarse al zombie de la PSP que mata chinos mientras camina.

Paso de nuevo por recepción.

- Verá, que el mando a distancia de la tele no funciona.
- En sinco minutos, mi amol, le llevan uno.


Día 4.

Bendito Jet Lag. A las cuatro y media de la madrugada reservo las tumbonas con mejor sombra de todo el Caribe.

La conexión wifi sigue sin funcionar como Dios manda. Váyanse ustedes a saber por qué capricho cibernético el ordenador sólo conecta, vía web, con el correo electrónico del trabajo, no así con el resto de páginas del mundo mundial. ¿Qué habrá hecho el Barça? Aprovecho que estoy cerca de la recepción para recordarles lo de mi mando a distancia.

- En sinco minutos, mi amol, le llevan uno.

Un americano me promete que esas toallas son suyas, que cuando ellos legaron allí no había toalla alguna en las tumbonas. Se ve buen hombre y parece decir la verdad. Vuelta al expendedor de toallas.

- Si ha perdido las toallas tendrá que pagar 15 dólares por cada una.
- No las he perdido, me las han robado.
- Y para qué va a querer nadie dos toallas.
- Tiene usted razón. Seguro que están en la habitación.

Robo dos toallas de dos tumbonas desiertas y me las llevo a la habitación, ya no queda ni una tumbona a la sombra en todo el Caribe. Siesta monumental –así no voy arreglar jamás el jet lag- cena en un japonés y cóctel en una terracita hasta que aparece el friki de la PSP que sigue a lo suyo y se sienta en la mesa de al lado. Con lo grande que es el complejo…


Día 5.

Todavía sin mando a distancia.

- El destinatario de su llamada no puede atenderle. Inténtelo de nuevo más tarde.

- En sinco minutos, mi amol, le llevan uno.

Sin conexión wifi y sin sombra en la playa pero da igual. Tengo programada una excursión para nadar con delfines.

- No pueden ustedes llevar cámaras fotográficas, podrían lesionar la piel de los delfines que es muy sensible, pero nuestros fotógrafos tomarán para ustedes las fotografías y se las entregarán en un DVD.

Me entregan el DVD (a cambio de 30 dólares). Inolvidable la experiencia de nadar con delfines. Ligo con una delfina simpatiquísima que se llama Mari que me besa repetidamente en la mejilla y me ofrece su aleta como quién choca la mano. Acabamos bailando una bachata en el mar del Caribe. A las once de la noche –estaba un servidor en el primer sueño- llaman a la puerta de la habitación.

- Su mando a distancia, señor.

(Obviamente sin propina)

En cinco minutos otra vez dormido.


Día 6

Bendito Jet Lag, a las cuatro y media de la mañana acabo la novela de Larsson. Mejor que la segunda. Lástima que la Salander y el Blomqvist mueran a manos de la Säpo. Que no, es una broma, lean tranquilos. Lo de desvelar el final de una novela sólo se lo haría al cabrito de la PSP, pero jamás a ninguno de mis queridos reincidentes.

Hoy he pagado 240 (120 por barba) dólares por conducir una lancha hasta los arrecifes de coral y bucear entre tiburones de los que sólo comen plancton. Nos recogen en un antiguo autobús escolar estadounidense reciclado en güagüa y sin cristales en las ventanas. Me toca sentarme justo donde van a parar todos los gases del escape. El polvo de los caminos sin asfaltar entra por las ventanas y acaban proporcionando a mi camiseta un aspecto realmente fashion. Por suerte no viene en el bus el tío de la PSP.

Soy el segundo de una fila de 20 lanchas. Delante el guía. Las instrucciones son claras: no se puede adelantar bajo ningún concepto. El guía va a paso de tortuga y me temo que nos van a adelantar una pareja que va remando en un kayak que no debe estar sujeto a las leyes de navegación marítima de la empresa de las lanchas. No llevo la cámara y ésta vez si permiten el uso. Me castigo no comprándoles el DVD de 30 dólares.


Día 7

¡Aleluya! Tumbonas con sombra. Quien la sigue la persigue. Mi suerte está cambiando porque además funciona el wifi: me entero que los bolsos regalados a Rita Barberá cuestan entre 400 y 600 euros cada uno, que ha muerto Jarque y que el PP se queja de que hayan esposado a unos ladrones. Ni rastro del niño de la PSP. Fantaseo con que se haya ahogado (la PSP, por supuesto) en el mar Caribe o que una caribeña le haya enseñado (al niño) que existen otros placeres en la vida mejores que matar ciber-chinos y tire la PSP a la basura. El avión sale a las siete de la tarde pero nos recogen en el hotel –que está a quince minutos del aeropuerto- a las tres de la tarde. Tomo mi último Coco-Loco (ron, crema de coco, leche y canela) –riquísimo- y, por primera vez en toda la semana, el autobús llega con puntualidad europea. A las tres y veinte en el aeropuerto.

- Son veinte dólares o veinte euros.

Pago religiosamente el impuesto de salida y me dedico a facturar las maletas.


- Tienen ustedes exceso de equipaje, señor. Debe pagar 90 dólares o 90 euros.
- Pero si llevo lo mismo que traje excepto dos litros de ron.
- Son 90 dólares o 90 euros, señor.

Le pido un recibo y me extiende uno en el que sólo consigna los kilos de exceso, pero no la cantidad de dinero que me cobra. Le exijo que lo haga constar y lo hace, no sin antes desplazar suavemente el papel de autocalco del recibo, de manera que en su copia no consta que me acaban de soplar quince mil pelas (ya no me quedaban dólares) por un presunto exceso de equipaje. Una de dos, o el ron caribeño pesa cinco kilos y medio por litro, o me han timado como a un chino de los que asesina el de la PSP que, dicho sea de paso, se encuentra facturando justo detrás de mí.

Los astros me sonríen y me toca asiento junto a la ventana, en una fila de sólo dos butacas. El de la PSP no podrá estar a mi lado. Tras el despegue oigo chillar a un chino asesinado y, mi gozo en un pozo, el de la PSP está sentado justo detrás de mí. Sopeso la posibilidad de regalarle los auriculares de mi Ipod cuando el azar vuelve a sonreírme. El de la PSP se va al baño junto con su colega y deja la consola sobre el asiento. Saco de la mochila mis pilas “nuevas” y le doy el cambiazo.

Oigo juramentar en arameo al de la PSP que se queja a su colega que las pilas que ha comprado en el aeropuerto son una birria que no le han durado ni veinte minutos. Por suerte el colega tampoco tiene baterías de recambio. Sólo quedan diez horitas para llegar a casa y repetir lo de cada año tras las vacaciones. Hogar, dulce hogar.

jueves, 25 de junio de 2009

Por motivos profesionales, este blog permanecerá inactivo hasta el 20 de agosto. Ruego a mis queridos reincidentes sepan disculpar la ausencia.

viernes, 5 de junio de 2009

Campaña-basura. O anda y que os vote vuestra tía.

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en junio de 2009
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Un servidor ha votado en todas y cada una de las elecciones desde que cumplió los 18 -quién los pillara- añitos, ya fueran éstas municipales, autonómicas, generales o europeas y, hasta la fecha, jamás se le había pasado por la cabeza faltar a su cita con la democracia, entendiendo que detrás del sencillo acto de depositar una papeleta en una urna de metacrilato – u otro polímero similar, que no dispone quien les escribe del dato preciso- reside, en realidad, la esencia de la democracia.

Pero les confieso que ante estos comicios, y mediando aún 24 horas más de campaña electoral –una hora más para los pobres canarios, que no siempre iban a salir beneficiados de su diferencia horaria- la verdad es que uno está hasta el gorro, con ganas de que acabe de una puñetera vez esta asquerosa campaña y con más ganas aún de decirles a todos que cansa y aburre su manera soez y ordinaria de solicitar nuestro voto.

Cada vez más, las leyes europeas afectan los intereses de los ciudadanos de este continente, el destino de importantes fondos de cooperación se deciden en el seno de la Unión europea. Podríamos llenar unos cuantos folios enumerando por qué son importantes estas elecciones y cuánto nos jugamos, dependiendo de la composición del nuevo arco parlamentario supranacional y, sin embargo ¿en qué han vertebrado nuestros políticos su campaña?


- Zapatero fue a un mitin de partido empleando un avión oficial, y el PP lo critica.
- Aznar, en su día, utilizó otro avión oficial (o el mismo) para acudir a un mitin del Partido Popular Europeo en Bruselas, y el PSOE lo critica.

- Blanco cuestiona que la seguridad de Aznar movilice a 50 agentes y el PP considera una deslealtad revelar esos datos.
- El PP, previamente, había cuestionado, junto a sus socios de gobierno de Coalición Canaria, el coste del personal de seguridad -11 agentes- al servicio de López Aguilar. El PSOE alega que “pos anda que tú…”

- Aznar declaraba ayer que el aborto nunca puede ser un derecho.
- Podría haber aprovechado Mr. Ánsar sus ocho años de legislatura para hacer algo al respecto. (Eso no lo dice nadie del PSOE, es cosecha propia)

- Desde el PP se piden responsabilidades por las ayudas recibidas por la hija de Chaves y desde el PSOE recuerdan los trajes de Camps y las numerosas imputaciones de Fabra.
- Desde el PSOE se piden responsabilidades políticas a Camps y a Fabra, desde el PP recuerdan, nuevamente, a la hija de Chaves e incluso a los GAL.


Algún despistado podría añadir que, visto lo visto, quizás fuera bueno decantarse por cualquiera de las otras opciones que concurren a las elecciones. Y no estaría mal, a no ser porque ésas, cómo no, se han dedicado a darles leña al PP, al PSOE al unísono, así como al resto de formaciones. No se salva ni el gato, y mira que tiene siete vidas…

Y si podríamos llenar unos cuantos folios disertando sobre la importancia de las elecciones europeas, podríamos contar por tomos los que necesitaríamos para agrupar los improperios, acusaciones y reproches que se han lanzado los unos a los otros y los otros a los unos.

Resulta evidente que las campañas para unas elecciones no las diseñan al tuntún ni a salto de mata, sino que son desarrolladas por auténticos expertos de solvencia contrastada que las organizan pensando en qué es lo que atrae a los votantes y a qué impulsos responden éstos para ser motivados a votar a una u otra formación.

Miedo me da porque, visto lo visto, parece obvio que cuando el discurso de unos y otros se fundamenta antes en el tú más y en el contigo peor que en la justificación de la necesidad de su propio programa y dando por hecho, insisto, que todas las campañas están diseñadas concienzudamente, va a resultar que a los votantes nos transpira el níspero -o la níspera- esto de Europa, que lo que en verdad nos motiva y nos pone es el despelleje mutuo y el aireo de las vergüenzas ajenas, sean éstas verdaderas o falsas. Igualito que en Dónde estás Corazón

¿Les sorprende? Pues no debiera. No es casual la analogía televisiva que les acabo de plantear, que no hay más que ver las audiencias de la telebasura. ¿No es acaso esta campaña pura telebasura? Campaña-basura, para ser más exactos.

Probablemente el próximo domingo, preso de un ataque de responsabilidad, acuda a las urnas a votar, por mucho que no se lo merezcan, y, sinceramente, pensando más en que no vayan a salir los unos que deseando que salgan los otros, pero de alguna manera debiéramos exigirles a nuestros representantes otra forma de hacer campaña y otra forma de hacer política. En momentos así entiende un servidor que los italianos votaran en su día a la Cicciolina. Votarle a una Cicciolina -o a un Cicciolino, que tanto monta- es de una lógica tal que así: No tendrán ni puñetera idea de política, pero seguro que nos alegran la vista y nos entretienen más que esos restos de serie caducados que los partidos envían a Europa.

Claro que si damos por cierto que cada uno tiene lo que se merece, será que nos merecemos a estos políticos y nos merecemos este tipo de campañas. En cualquier caso, no sé el domingo, pero ahora mismo, después de verlos hace unos minutos en la tele, a los unos y a los otros, comportándose como auténticos maleducados a los que se les han fugado los estudios del cerebro, lo que me pide el cuerpo es largarles un airado “Anda y que os vote vuestra tía, so mamones”.

viernes, 29 de mayo de 2009

Copa, Liga y Champions

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa el 28 de mayo de 2009, el día después de la gran final.
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Esta vez, mis queridos reincidentes, un servidor no va a recurrir al viejo truco de confundirlos con el título de este artículo, eligiendo para esta columna uno que les genere equívoco, confusión o curiosidad, como he hecho en alguna ocasión. Copa, Liga y Champions, estos días, es sinónimo de Barça. Sinónimo del mejor Barça de la historia, del único equipo de fútbol de estas tierras que ha sido capaz de conquistar, en una misma temporada, esos tres trofeos que comparten título con esta columna.

Como también ocurre con todas las cosas capaces de hacernos muy felices o muy desgraciados, hay que reconocer que esto del fútbol no es racional. Que escapa a toda lógica que el caprichoso bote de un balón pueda significar ríos de lágrimas o torrentes de euforia, dependiendo si la pelota traspasa o no una línea de yeso pintada sobre la cancha; esa línea que delimita el gol y que, al fin y al cabo, configura esa abrupta frontera que separa el gozo de la desolación.

He de confesarles que ayer, minutos antes de empezar el partido, cuando el maestro Joaquim Maria Puyal conducía la retransmisión previa al partido para Catalunya Radio, cuando hablaba de gratitud a este equipo por la felicidad que estaba proporcionando a tantísima gente, cuando presumía del orgullo de sentirse culé estos días, un servidor experimentaba esa descarga de neurotransmisores que padecemos los humanos ante situaciones muy especiales, esa reacción del sistema nervioso vegetativo que desemboca en la contracción de unos diminutos músculos llamados piloerectores y que, como su nombre indica, son los responsables de que se nos pongan los pelos de punta. Esos escalofríos no son más que una reacción puramente fisiológica que los mamíferos terrestres experimentamos en situaciones tan dispares como lo son, de un lado, el miedo o la sorpresa, y del otro, emociones tan agradables como las que nos invaden ante la belleza extrema de algunas obras de arte, ya sea pintura, literatura, música o, cómo no, el fútbol de este Barça de Guardiola.

Mientras escribo, en la tele veo el autobús descapotado del F.C. Barcelona avanzar por Colón, dejando La Rambla a la izquierda para enfilar el Moll de la Fusta dirección a la Vía Layetana. Toda Barcelona está en la calle haciéndole el pasillo al Barça y a las tres copas, y veo a varias generaciones de barcelonistas felices. Culés de todas las razas y de todas las edades entregados a la euforia. Ahora mismo, un crío de tres o cuatro años, con rasgos asiáticos, aparece en un primer plano llorando de emoción mientras tironea de su camiseta blaugrana con el logo de UNICEF, mostrándola orgulloso al paso de sus ídolos. Lo lleva en brazos una mujer que rondará los treinta y tantos y que viste la zamarra naranja con la que ganamos en Wembley en el 92. Piqué rocía con cava a la concurrencia y el chaval lo celebra como una victoria mientras la mujer, muy tierna, lo despeina sonriente con la mano. La policía se las ve y se las desea para conseguir que el autobús avance mientras que en el Camp Nou ya se han reunido más de 80.000 personas cuando aún falta más de una hora para que las tres copas y sus artífices lleguen al estadio.

En la Roma de hace más de dos mil años, los generales, después de sus grandes victorias bélicas, eran recibidos por una multitud que les aclamaba. Los romanos se congregaban a ambos lados de la Vía Apia y coreaban a sus generales que, orgullosos, ofrecían sobre sus cuadrigas la victoria a sus conciudadanos. A aquel recibimiento se le llamaba Trofeo. Dos mil y pico años después, la historia se está repitiendo a la inversa y con ciertos matices. De Roma llega el trofeo. Como no podía ser de otra forma en Roma, el león –Leo- se comió anoche al Crisitano, y, de vuelta a casa, el pueblo agradecido recibe ahora a sus héroes en olor de multitudes.

Ya nadie debiera albergar dudas sobre cuál es el mejor equipo del mundo. El partido, el resultado y la rueda de prensa de Sir Alex Fergusson, entrenador del Manchester -cuando reconociera haber sido vencidos por el mejor equipo del mundo- las despejó ayer en el Olímpico de Roma.

Los que no teníamos dudas, sólo nos queda agradecerle a este Barça tanta felicidad. Quizás irracional, no se lo discutiría a ninguno de mis queridos reincidentes, pero felicidad al fin y al cabo.

jueves, 21 de mayo de 2009

Funnel’s law: Clase de Física Catártica de sobremesa

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en mayo de 2009
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Funnel, para aquellos de mis queridos reincidentes que no dominen la lengua de Shakespeare, significa embudo en inglés. Por tanto, el título de mi columna de esta semana lleva por nombre La Ley del Embudo, si bien quien les escribe ha cometido el atrevimiento – o la fullería, si ustedes quieren- de traducirlo, en parte para amortizar las clases que un servidor recibió en su infancia y en su adolescencia, y en parte para crear en el posible lector, que en la portada de esta publicación no ve más que el título de la columna, curiosidad suficiente como para entrar a leer este artículo. Curiosidad que supera, sin duda, a la que cualquiera sentiría, por previsible, si el artículo de marras hubiese sido titulado, sin más, con un castizo “La Ley del Embudo”.

Mis queridos reincidentes no expertos en Física Catártica de sobremesa y poco familiarizados con este tipo leyes, quizás necesiten alguna aclaración sobre significado de esta ley, definida por Issac Newton el día que lo pillaron robando peras. Les cuento.

Corría la primavera de 1687 e intentaba don Isaac demostrar que una pera dejada caer desde el campanario de la catedral de Cambridge sobre la cocorota de un peatón, lejos de provocar en éste alborozo y gratitud por obtener como regalo una pieza de tan sabrosa fruta, solía ser recibido con un alarido seguido de imprecaciones que solían ultrapasar la figura de Newton, alcanzando incluso a su señora madre, cosa que –dicha sea de paso- no importaba en exceso a Isaac, pues su madre, que enviudó en 1642, colocó a Isaaquito con la abuela y se fugó con un boticario galés. A lo que íbamos: total, que cuando le pillaron robando las peras, don Newton intentó hacer entender al Corregidor, por entonces un tal Mr. Mik Arrow, que no había ánimo de lucro en su acción, sino pasión erudita y científica, por lo que solicitaba que la pena impuesta a los ladronzuelos de peras, que por aquellos entonces era de nueve azotes por pieza sustraída, le fuese condonada en aras de la ciencia, y, en todo caso sustituida por alguna prestación social como borrar graffiti obscenos de las puertas de los retretes de la estación de carruajes.

En definitiva, la ley del embudo es: Para el prójimo el lado ancho del embudo (siete latigazos por pieza) y para uno mismo el lado estrecho (bueno, vale, de acuerdo, por esta vez se escapa usted don Isaac, pero otro día haga el favor pagar las peras como hace todo quisque). Pero como no siempre las leyes físicas se cumplen a la primera, sino que necesitan de ajustes y de retoques hasta confirmar científicamente lo que en principio no es más que mera hipótesis, no le coló el argumento a don Isaac, le dieron de latigazos hasta detrás de las orejas y le arrebataron las peras. De ahí que la conocida Ley de la Gravitación Universal, que vio la luz meses después en aquel mismo 1687, no tuviese como protagonistas peras sino manzanas.

Un servidor, consciente de que siendo uno de letras tiene ciertas dificultades a la hora de describir ciertas leyes físicas, va a ponerles un par de ejemplos que les ilustrarán clarísimamente sobre el real significado de la conocida Ley del Embudo.

Final de la Copa del Rey de Fútbol. Un Barça que convierte el fútbol en arte –o en arte el fútbol, que tanto monta y monta tanto-, le endosa cuatro golazos al Athletic. En la celebración tras la entrega de la copa, el capitán del Barça, Carles Puyol, la agarra en un acceso de euforia, se sube a la baranda para que todo el mundo lo vea y muestra el título a la afición.

Varios diarios madrileños critican que el capitán del Barça se saltara el protocolo al quedar más alto que el Rey una vez subido a la baranda. (Lado ancho del embudo, latigazos a Puyol, que es del Barça)

Final de la Copa de Europa de selecciones. La selección española le mete un chorreo –así sí, señor Boluda, tome usted nota- a los alemanes y vence en la final. En la celebración, tras la entrega de la copa, el capitán, Iker Casillas, la agarra, se sube a la baranda para que todo el mundo lo vea y muestra el título a la afición. El Rey mira hacia arriba si quiere ver la copa y a Casillas.

Titulares de los periódicos de Madrid: Casillas alzó la copa al cielo de Viena, o bien Casillas levantó la copa que desató la fiesta en Madrid. (Lado estrecho. Casillas el number one. Que quedara por encima del Rey es, en esa ocasión, puramente anecdótico. Tanto que ni se menciona en las crónicas).


Ítem más. Demetrio Madrid, el que fuera Presidente de Castilla y León, resulta imputado en unos hechos que tienen que ver con unos negocios de una empresa familiar. El señor Aznar, entonces diputado autonómico en la oposición, le exige públicamente que dimita antes de 24 horas, por no poder ser a la vez, imputado y presidente. El señor Demetrio dimite. Posteriormente fue absuelto por el tribunal correspondiente, pero eso es del todo irrelevante en la definición de esta ley. (Lado ancho del embudo. Váyase usted señor Presidente)

Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, resulta imputado por un presunto delito de cohecho. Tras su declaración ante el Tribunal Superior de Justicia, se le mantiene la condición de imputado. Aznar afirma que Camps lo está haciendo muy bien en Valencia, que es un tipo respetable y que explicará todo lo que tenga que explicar. Rajoy afirma que la confianza del Partido Popular hacia Camps es absoluta. (Lado estrecho del embudo. Pobrecito el señor Camps, no hubo nada de nada porque no trajo traje). Lo que no se puede ser a la vez presidente e imputado se le ha olvidado a Mr. Ánsar.

Y así se define, mis queridos reincidentes, la ley nada baladí, que no en vano fue la génesis de la –más seria, sin duda- Ley de la Gravitación Universal.

Otro día trataremos la variante argentina de la Ley del Embudo: La niña guapa con el tipo boludo.

jueves, 14 de mayo de 2009

Cadenas

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en mayo de 2009
Síntoma inequívoco de senectud es –amén de la alopecia común- el aumento de las manías y la reiteración en el discurso, insistiendo en los mismos temas de manera casi obsesiva y recurriendo, una y otra vez, a las mismas batallitas.

Un servidor, a sus cuarenta y pico, observa cómo su cráneo se empecina en despoblarse en un claro empeño de lucirse descapotado, cada vez le fastidian más ciertas actitudes ajenas e, irremediablemente, insiste e insiste en temas ya tratados anteriormente; de lo que no tiene más remedio que deducir que, pese a su afición creciente al buen Rock and Roll, pese a su gusto por vestir siempre que puede vaqueros y zapatillas deportivas y pese a su empeño y su verdadera sensación de sentirse más joven de espíritu que a los veinte, inevitablemente uno sucumbe a manías de abuelo y ya mismo se ve atraído por las obras públicas, por las garrotas y por el cansino discurso de “yo, a vuestra edad…”.

Y es que quien les escribe -disculpen mis queridos reincidentes porque probablemente esto sea otra manía pre senectud- ya no resiste más las puñeteras cadenas de correos electrónicos y, pese haber tratado el tema varias veces en este mismo periódico, ni puede ni quiere contenerse en su cabreo por el incesante –e incluso agobiante- chorreo -así se emplea esta palabra, señor Boluda- de correos electrónicos alarmantes, que previenen al receptor de virus informáticos dañinos, que ríete tu de la gripe de moda; de presuntas alertas de la policía advirtiendo que si vemos un móvil tirado por el suelo corramos a las trincheras, pues sin duda se trata de una bomba atómica camuflada; de alarmantes noticias que nos previenen de un loco que coloca jeringuillas infectadas con el VIH en las butacas de los cines; o que nos advierten de que la cocacola la envasan negritos con las manos sucias utilizando para ello los mismos cubos con los que restañan el aceite que pierden los cárteres de los autobuses de la estación terminal de Bamako; o los que nos animan a enviar un correo a Mercadona a cambio del cual nos devolverán un cheque de compra de cien euros; o los que nos invitan a enviar un mail a Nokia a cambio del cual recibiremos en nuestro domicilio el nuevo N-900 con navegador GPS, Bluetooth, cámara de 12 gigapíxeles y desfibrilador de emergencia ACME ® incorporado.

Este columnista ya no sabe cómo explicar que nada de eso es cierto, que ni el niño ése con una enfermedad rarísima existe –de existir sería ya un casi cuarentón alopécico como quien les escribe, que lleva ya el correo más quince años dando vueltas- que no es verdad que Hotmail vaya a cobrar por el servicio a menos que enviemos un correo a todos nuestros contactos, como tampoco lo es que ese hospital de Canarias se dedique a distribuir una lista de medicamentos perniciosos que aquí nos colocan nuestros médicos de cabecera -sabe Dios con qué oscuros intereses- mientras que en el resto del mundo mundial su venta está tan prohibida como la del LSD.

Ya hace meses que quien les escribe ha dejado de responder los correos de sus amigos en los que éstos caen en la trampa y difunden éste o aquel HOAX (bulo en lenguaje internauta), remitiéndoles a la página donde se explica que el bulo en cuestión es más falso que un billete de siete euros, y cesó en tal empeño habida cuenta del tiempo que tenía que invertir en dicha tarea, que raro es el día en que uno u otro de sus múltiples contactos no le reenvía –con toda la buena voluntad, por supuesto- un correo en el que le informa que en caso de sufrir un infarto de miocardio, lo que debe de hacer es toser con fuerza y asunto resuelto –mejor llamen si pueden, háganme el favor, a una ambulancia, u otro previniéndole de que si recibe un correo de pepitaperez@hotmail.com ni se le ocurra abrir el mensaje o su disco duro estallará en mil pedazos y su monitor, presa del pánico, saldrá corriendo como un poseso y se precipitará al vacío por la ventana.

Ya he dejado de insistirles, en parte por miedo a que me manden al carajo por pesado, en que cuando envíen correos a diversos destinatarios lo hagan consignando los nombres de los destinatarios en la ventanita CCO (Copia oculta) de su navegador o programa de correo, quedando así las direcciones de los destinatarios fuera de la vista – y por tanto del alcance- de los chorizos cibernéticos que trafican –y se ganan bien la vida- con los datos personales, como lo es el e-mail, de los internautas.

También he dejado de sugerir a mis amigos que antes de transmitir a sus contactos alarmantes noticias sobre teléfonos que explotan, comprueben la veracidad de la misma realizando una sencilla consulta en Google.

Pero es que ya ha llegado un punto en el que el 95 % de los correos que trafican por Internet son SPAM (correo basura) según el estudio publicado por la empresa de seguridad informática GData, y que, como informan los responsables de la prestigiosa firma de antivirus McAfee, la energía consumida por tal avalancha de bulos campando por Internet provoca una cantidad de emisiones de efecto invernadero que equivaldría a la originada por 3.1 millones de vehículos. No me digan mis queridos reincidentes que no es para pillar a los spammers y darles con una novela de César Vidal, de las de tres kilos y medio, en medio de la epiglotis

Teniendo en cuenta que todos nosotros colaboramos con los spammers cuando reenviamos incorrectamente –y esto es con el correo de los destinatarios a la vista del resto- e-mails con bulos informáticos como les que les comentaba, pues de ellos se sirven para obtener las direcciones de correo pare enviar luego correos basura, habrá quien piense que, quizás no con una novela de Vidal, que pesa mucho, pero sí con un ejemplar de prensa gratuita enrrollado –que son livianos y poco lesivos- habría que darnos en el culete, como a los nenes, que no es lo que duele sino lo que educa.

Así que, queridos amigos míos, si alguno de vosotros vais paseando tranquilamente por la calle y llega uno por detrás y os atiza un periodicazo en las nalgas, será la constatación de:

a) Que Mercadona no os va a enviar el vale de compra con los cien euros que os prometió si remitíais el mensaje a todos vuestros contactos.

b) Vuestro buen amigo Miguel, hartito de correo basura, os ha reconocido incluso de espaldas y os ha identificado como emisores habituales de bulos por Internet y, ya sin fuerzas para seguir intentando convenceros por las buenas, se ha lanzado al ataque inmisericorde.

jueves, 7 de mayo de 2009

La noche que el fútbol amó al futbol

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en mayo de 2009
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Voy a rogarles disculpas a mis queridos reincidentes, especialmente a aquellos a los que no guste el fútbol, por dedicar dos semanas consecutivas a hablarles del deporte rey en general y de mi Barça en particular, pero, como todos los barcelonistas, se encuentra quien les escribe en un estado eufórico, ebrio de alegrías y más contento que unas pascuas. Los que siguieran anoche la semifinal entre Chelsea y Barça, hallándose aún este columnista bajo los efluvios del 2-6, comprenderán que un culé como Dios manda no pueda hablarles hoy de otra cosa.

Inciso: si existe alguien que por motivos que no alcanzo a comprender desconoce que el pasado sábado el Barça ganó por 2-6 en el Bernabeu y que anoche, tras un espectacular golazo de Iniesta en el minuto 93, el F.C. Barcelona se metió en la final de la Champions, aquí queda dicho; en parte por informarles y en parte porque es un gustazo recordarlo nuevamente.

No faltarán los que opinen que el Barça no mereció ganar anoche, que el árbitro –malo de narices, en eso estamos todos de acuerdo- le echó un cable al Barça ahorrándose pitar algún penalty y que el Chelsea dispuso de más ocasiones. A estos, darles en parte la razón, pues sin ser ninguno de los penaltys clamorosos, faltas máximas menos claras se han señalado en ocasiones, y bien podría haber determinado el árbitro noruego que las manos de Piqué o las de Eto’o, pese a ser claramente involuntarias, cortaban el progreso de una jugada de gol y haberlas sancionado, lo que, muy probablemente, hubiese dado al traste con las aspiraciones culés y con la desbordada felicidad de este columnista. Pero anoche, el fútbol amó al fútbol y lo premió con la justicia que merecen los que basan su juego en el espectáculo y no en la especulación, los que salen a meter goles –que es en definitiva la esencia del fútbol- frente a los que salen a impedir que los meta el otro y a confiar que en una contra, o en un fallo del contrario, se disponga de alguna que otra ocasión.

Hiddink planteó la eliminatoria ante el Barça racaneando fútbol y el fútbol se lo ha hecho pagar. El Chelsea vino al Camp Nou a frenar al Barça a base de patadas, renunció a la pelota y su objetivo no fue otro que impedir por todos los medios que Messi, Xavi, Iniesta y compañía se acercaran al área con la pelota y así les frieron a faltas con el consentimiento del árbitro que, además, no vio un claro penalty en el área inglesa y se ahorró unas cuantas tarjetas. Con esas credenciales obtuvo excesivo rédito para el partido de vuelta. Aquella noche el Barça dispuso de numerosas ocasiones que no culminaron en gol y el fútbol quedó en deuda con el Barcelona. Anoche le premió con un colofón magnífico, haciendo que el doceavo chute que envió en Barça a la portería de Cech se destacara de los once anteriores que salieron desviados y se colara por la mismísima escuadra, lejos del meta checo y restaurase en tal acto la justicia en la semifinal.

No le gustó a un servidor la rabieta de Hiddink culpando al árbitro de sus males. En parte por la escasa memoria del holandés que parece haber olvidado que árbitros bastante peores que el noruego de ayer echaron escandalosamente -y subrayo lo de escandalosamente porque aquello sí fue un escándalo- del mundial de Corea a Italia y a España cuando éstas se enfrentaran a la anfitriona, la Corea de Hidding y, en parte, porque anoche el Chelsea, ni siquiera jugando contra diez tras la expulsión de Abidal -por una falta inexistente que sólo el árbitro vio, dicho sea de paso- se atrevieron a ir a por el partido, quedándose atrincherados en su área seguros de su fuerza para contener al Barça, perdiendo tiempo y haciendo teatro cada vez que podían, derrochando antifútbol y limitándose a lanzar balonazos cuanto más lejos de su área mejor, esperando el fallo del contrario.

Anoche ganó el fútbol porque éste amó a quien lo ama. Ojalá siempre fuese así.