jueves, 21 de mayo de 2009

Funnel’s law: Clase de Física Catártica de sobremesa

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en mayo de 2009
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Funnel, para aquellos de mis queridos reincidentes que no dominen la lengua de Shakespeare, significa embudo en inglés. Por tanto, el título de mi columna de esta semana lleva por nombre La Ley del Embudo, si bien quien les escribe ha cometido el atrevimiento – o la fullería, si ustedes quieren- de traducirlo, en parte para amortizar las clases que un servidor recibió en su infancia y en su adolescencia, y en parte para crear en el posible lector, que en la portada de esta publicación no ve más que el título de la columna, curiosidad suficiente como para entrar a leer este artículo. Curiosidad que supera, sin duda, a la que cualquiera sentiría, por previsible, si el artículo de marras hubiese sido titulado, sin más, con un castizo “La Ley del Embudo”.

Mis queridos reincidentes no expertos en Física Catártica de sobremesa y poco familiarizados con este tipo leyes, quizás necesiten alguna aclaración sobre significado de esta ley, definida por Issac Newton el día que lo pillaron robando peras. Les cuento.

Corría la primavera de 1687 e intentaba don Isaac demostrar que una pera dejada caer desde el campanario de la catedral de Cambridge sobre la cocorota de un peatón, lejos de provocar en éste alborozo y gratitud por obtener como regalo una pieza de tan sabrosa fruta, solía ser recibido con un alarido seguido de imprecaciones que solían ultrapasar la figura de Newton, alcanzando incluso a su señora madre, cosa que –dicha sea de paso- no importaba en exceso a Isaac, pues su madre, que enviudó en 1642, colocó a Isaaquito con la abuela y se fugó con un boticario galés. A lo que íbamos: total, que cuando le pillaron robando las peras, don Newton intentó hacer entender al Corregidor, por entonces un tal Mr. Mik Arrow, que no había ánimo de lucro en su acción, sino pasión erudita y científica, por lo que solicitaba que la pena impuesta a los ladronzuelos de peras, que por aquellos entonces era de nueve azotes por pieza sustraída, le fuese condonada en aras de la ciencia, y, en todo caso sustituida por alguna prestación social como borrar graffiti obscenos de las puertas de los retretes de la estación de carruajes.

En definitiva, la ley del embudo es: Para el prójimo el lado ancho del embudo (siete latigazos por pieza) y para uno mismo el lado estrecho (bueno, vale, de acuerdo, por esta vez se escapa usted don Isaac, pero otro día haga el favor pagar las peras como hace todo quisque). Pero como no siempre las leyes físicas se cumplen a la primera, sino que necesitan de ajustes y de retoques hasta confirmar científicamente lo que en principio no es más que mera hipótesis, no le coló el argumento a don Isaac, le dieron de latigazos hasta detrás de las orejas y le arrebataron las peras. De ahí que la conocida Ley de la Gravitación Universal, que vio la luz meses después en aquel mismo 1687, no tuviese como protagonistas peras sino manzanas.

Un servidor, consciente de que siendo uno de letras tiene ciertas dificultades a la hora de describir ciertas leyes físicas, va a ponerles un par de ejemplos que les ilustrarán clarísimamente sobre el real significado de la conocida Ley del Embudo.

Final de la Copa del Rey de Fútbol. Un Barça que convierte el fútbol en arte –o en arte el fútbol, que tanto monta y monta tanto-, le endosa cuatro golazos al Athletic. En la celebración tras la entrega de la copa, el capitán del Barça, Carles Puyol, la agarra en un acceso de euforia, se sube a la baranda para que todo el mundo lo vea y muestra el título a la afición.

Varios diarios madrileños critican que el capitán del Barça se saltara el protocolo al quedar más alto que el Rey una vez subido a la baranda. (Lado ancho del embudo, latigazos a Puyol, que es del Barça)

Final de la Copa de Europa de selecciones. La selección española le mete un chorreo –así sí, señor Boluda, tome usted nota- a los alemanes y vence en la final. En la celebración, tras la entrega de la copa, el capitán, Iker Casillas, la agarra, se sube a la baranda para que todo el mundo lo vea y muestra el título a la afición. El Rey mira hacia arriba si quiere ver la copa y a Casillas.

Titulares de los periódicos de Madrid: Casillas alzó la copa al cielo de Viena, o bien Casillas levantó la copa que desató la fiesta en Madrid. (Lado estrecho. Casillas el number one. Que quedara por encima del Rey es, en esa ocasión, puramente anecdótico. Tanto que ni se menciona en las crónicas).


Ítem más. Demetrio Madrid, el que fuera Presidente de Castilla y León, resulta imputado en unos hechos que tienen que ver con unos negocios de una empresa familiar. El señor Aznar, entonces diputado autonómico en la oposición, le exige públicamente que dimita antes de 24 horas, por no poder ser a la vez, imputado y presidente. El señor Demetrio dimite. Posteriormente fue absuelto por el tribunal correspondiente, pero eso es del todo irrelevante en la definición de esta ley. (Lado ancho del embudo. Váyase usted señor Presidente)

Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana, resulta imputado por un presunto delito de cohecho. Tras su declaración ante el Tribunal Superior de Justicia, se le mantiene la condición de imputado. Aznar afirma que Camps lo está haciendo muy bien en Valencia, que es un tipo respetable y que explicará todo lo que tenga que explicar. Rajoy afirma que la confianza del Partido Popular hacia Camps es absoluta. (Lado estrecho del embudo. Pobrecito el señor Camps, no hubo nada de nada porque no trajo traje). Lo que no se puede ser a la vez presidente e imputado se le ha olvidado a Mr. Ánsar.

Y así se define, mis queridos reincidentes, la ley nada baladí, que no en vano fue la génesis de la –más seria, sin duda- Ley de la Gravitación Universal.

Otro día trataremos la variante argentina de la Ley del Embudo: La niña guapa con el tipo boludo.

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