miércoles, 26 de diciembre de 2007

Eliminados de la Eurocopa.

Artículo publicado en "vistazoalaprensa.com" en junio de 2004

Los que ya peinen canas, los que para evitarlas utilicen ciertos mejunjes para paliar los efectos del irremediable paso de el tiempo, o aquéllos más afortunados que de forma natural conserven el original equilibrio cromático de su cabello pese a tener cierta edad, recordarán a un individuo llamado Joe Rígoli que amenizaba las tardes de los domingos en la televisión y que popularizó la frase “yo sigo”, acompañando ésta con un movimiento circular de su dedo índice de la mano derecha y de una mueca con guiño incluido.

Al igual que Joe Rígoli, Ángel María Villar, Presidente de la Federación Española de Fútbol, sigue. No importa que nuestra selección haya cosechado otro estrepitoso fracaso. Por lo visto, no se siente responsable. Y eso que esta vez no tenemos a Gamal Gandour, ni a ningún otro árbitro egipcio que nos anule goles de Morientes y al que podamos utilizar como tupido velo que cubra y difumine nuestros desengaños. Ni siquiera podemos decir lo de “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, porque no jugamos como nunca. Jugamos tan mal como lo hemos venido haciendo durante la mayoría de los partidos de clasificación para esta Eurocopa. Para no variar, igual que en la mayoría de las ocasiones importantes, nos han mandado a casa a las primeras de cambio.

Gracias a Dios que al menos el primer intento del seleccionador de aferrarse al cargo va a ser vano. Parece ser que algo de vergüenza torera le queda al hombre que dijo el martes que “irse ahora sería de cobardes” pero que el miércoles decidió abandonar el dorado barco de la Federación, justo cuando el Fiscal General del Estado ordenaba a la Fiscalía Anticorrupción que investigase los presuntos delitos cometidos por algunos directivos de la Real Federación Española de Fútbol.

Pero volvamos a lo deportivo. El que el Sr. Sáez finalmente se vaya, ni disminuye mi rabia ni responde a mis interrogantes. No sé en qué debiera estar pensando el seleccionador para dejar fuera de la convocatoria a Mista, máximo goleador nacional de esta temporada con 19 dianas, mientras que ha mantenido a un intocable Raúl que ha vuelto a evidenciar la mala forma de la que hiciera gala durante toda la segunda vuelta.

Se quejaba Raúl de que los aficionados que le criticábamos no teníamos memoria. Pues sí, majo. Sí que la tenemos. Pero una selección no gana los partidos evocando mejores y pretéritos tiempos. Ojalá pudiésemos. Si así fuese, tendríamos una selección de la leche. Imagínense: Zamora, Luís Suárez, Amancio, Zarra, Kubala, Gento, por nombrar sólo a unos pocos. Memoria es también no olvidar que el fútbol ha de ser lo más importante para un futbolista profesional. Más aún que los saraos nocturnos con modelos ligeras de ropas y de cascos, y que en los vasos de tubo un deportista de élite debiera verter “Isostar”, y no otros líquidos menos compatibles con el alto rendimiento deportivo. (Aunque patrocinen el “Campeonato JB de Voley Playa”).

Sáez también ha mantenido a Casillas pese a las aguas que ha venido haciendo últimamente, mientras que el portero menos goleado de la liga, Santi Cañizares, se ha quedado a verlas venir desde el banquillo.

¿Qué pasaría por la cabeza del Señor Sáez cuando se empecinaba en mantener en la barra a Xavi Hernández pese al malísimo partido que estaba llevando a cabo Xabi -éste con be- Alonso?

Se ha molestado el Sr. Sáez porque la prensa lo ha criticado. No se imagina él lo que nos ha molestado a los aficionados al fútbol ver el pésimo espectáculo que ha ofrecido nuestro equipo. Quizá esperara Sáez que los seguidores de la selección orgasmásemos viendo a un equipo, en teoría potente, especular con el resultado frente a Grecia y a Portugal. Así nos ha ido a nosotros y así a ellos.

No voy a discutirle al señor Sáez sus amplísimos conocimientos sobre el mundo del fútbol, ni tampoco al señor Villar, pese a que lo único que yo recuerde de su etapa de futbolista sea el soberbio puñetazo que le atizó a Johan Cruyff en San Mamés, en un partido Athletic de Bilbao – Barça, cuando el fútbol era aún en blanco y negro. Y es que no entiendo que tras uno y otro fracaso, el clamor popular que esta vez pedía la cabeza de Sáez y que antes pidió otras, se quede ahí, se conforme y no ascienda hasta llegar a lo más alto de la Federación, como si su Presidente, que no olvidemos es el máximo responsable, estuviese por encima del bien y del mal.

Y más de uno se estará preguntado que cómo es posible que un desconocido aprendiz de columnista digital se atreva siquiera a criticar los métodos y cuestionar las decisiones de tan laureados e importantes personajes. No se preocupen que yo les explico ahora mismo por qué me atrevo. Me atrevo porque tengo derecho. Y lo tengo porque, como todo lo que se paga con dinero público, la selección es también mía. Mía y de todos los españoles que colaboramos con nuestros impuestos al sueldazo y a las dietas de esos directivos que rigen los destinos de nuestra selección y que en mis casi cuarenta años de aficionado al fútbol no me han dado aún una sola alegría.

No me digan ustedes que como mínimo no tengo todo el derecho del mundo a mostrar mi disgusto. Derecho al pataleo al fin y al cabo, que ni siquiera va a servir para evitar que Ángel María Villar se obstine en seguir imitando a Joe Rígoli y su “yo sigo”.

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