miércoles, 26 de diciembre de 2007

Estadísticas.

Artículo publicado en "vistazoalaprensa.com" en agosto de 2004

Eso de que si usted tiene siete coches y yo sólo uno, y, una vez incluyamos los suyos y el mío en el mundo de la estadística, resulte que tanto usted como yo tengamos cuatro coches, me fastidia una barbaridad.

Y es que, por norma general, cada vez que veo publicada una encuesta suelo encontrarme por debajo de lo que el resto de la población parece disfrutar. Ni bebo tantos litros de vino de Rioja como el resto de españoles, ni en mi casa se consumen tantos quilos de marisco como en el resto de hogares, ni ahorro lo que la media de españoles, etc… En cambio, mi factura de teléfono, del gas y de la electricidad, suben por encima de lo que la media pagan. Quiero yo creer que no tengo a las compañías de suministros tras de mí, azuzando a sus contadores para que marquen más consumo del que realmente disfruto, y que los empleados de Mercadona no restan de sus balances las botellas de Rioja que les compro, con el fin de, estadísticamente, hacerme la puñeta. Prefiero pensar que las estadísticas, como los biquinis, suelen mostrar cosas interesantes, pero que, igual que la prenda de baño, acostumbran a ocultar lo más esencial. Me explico.

Dicen las encuestas que, por cada hombre, hay en el planeta Tierra siete mujeres. Así pues, los hombres que quieran ligar, lo tienen la mar de fácil: basta un simple cálculo de probabilidades. A estas siete señoras o señoritas que estarían en principio disponibles para el ligoteo, se les debieran sumar aquéllas otras que quedan libres por parte de quienes, bien por deseo propio -como los religiosos que voluntariamente deciden mantenerse célibes-, bien por imposición -como los robinsones atrapados en islas desiertas, o los presos y condenados que tienen mermada su capacidad de relacionarse con el sexo contrario- ceden a favor del resto de caballeros las siete que en pura estadística a cada uno de ellos les corresponden. Así, se puede llegar a la premisa de que todo el que lo desee dispone de más de siete señoras dispuestas a relacionarse con él. Bien. Hasta aquí lo interesante de la estadística. Vayamos ahora a lo esencial. Lo esencial del tema sería que aquél varón, en edad de merecer, que no se halle más solicitado que el programa PADRE en época de renta, es un desgraciado al que hasta la más elemental estadística se le pone en contra. Si bien a este último grupo cabría restar el de aquéllos que, utilizando la lógica premisa de “una mujer igual a una suegra”, opten por renunciar a la primera con tal de evitar la segunda.

Otra encuesta. El sexo es muy importante para el 85 % de españoles según la Federación Española de Sociedades de Sexología. Prosigue el estudio poniendo de manifiesto que, pese a ello, sólo el 34 % de hombres y el 29 % de mujeres se consideran muy satisfechos con su sexualidad. Lo interesante de esta encuesta sería que la mayoría de españoles y españolas no están muy satisfechos con su sexualidad pese a que la práctica totalidad pensamos que es muy importante. Lo esencial, sin embargo, sería que si el 34% de hombres consideran muy satisfactoria su sexualidad, frente a sólo el 29 % de mujeres, una de dos: o existe un 5% de hombres que no consideran la satisfacción de de su pareja como requisito de su propia satisfacción y allá se las compongan ellas, o ese excedente masculino obtiene la satisfacción, bien de manera autista, o bien con otros hombres, animales o cosas.

Como pueden ver, analizar el resultado de una encuesta no es tarea fácil, aunque, curiosamente, suele simplificarse cuando en vez de intentar analizar una sola encuesta, hacemos lo propio con dos de ellas que, aunque distintas, se hallan conectadas en esencia. Vean ustedes, si no, el caso de estas dos que les pongo de muestra.

Más del 90 % de los españoles tienen conocimiento sobre las vías de contagio del SIDA (Revista OCU Salud, diciembre 2003).

El 41 % de los españoles prescindió del preservativo en sus relaciones sexuales ocasionales el último año. (Instituto Nacional de Estadística 2004).

Lo interesante de estas encuestas sería el hecho de que la práctica totalidad de españoles sabemos como evitar contraer el SIDA. Lo esencial es que, de entre ésos, el 41 % son –con perdón- gilipollas.

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