jueves, 10 de julio de 2008

Verde que te quiero verde

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en julio de 2008
Probablemente tengan que ver estos calores, pero lo cierto es que estos días la prensa, y por tanto todos nosotros, que no en vano la prensa es –o debiera ser- el reflejo de lo que pasa en el mundo, anda de un verde que tumba de espaldas. Vamos, que anda el ambiente picantillo.

Leo en un titular referido a la reunión del G-8, que existe entre los firmantes una clara voluntad de “ser todos más verdes”. Y uno, que no se imagina a Bush & CIA llevando una pegatima de “Nuclear no gracias” en su Renault Clio, ni reciclando por separado el papel de los envases, no le queda duda que a lo que se han querido referir los jerifaltes del mundo mundial, es a que van a esmerarse en participar de esa verdulería a la que antes me refería y que está inundando muchas de las publicaciones. Vean si no.

Artículo publicado en la sección de Sociedad de El País en el que se hacen eco de un estudio científico sueco que concluye con que los mayores de 70 años cada vez gozan más del sexo. Uno -septuagenario en potencia, es sólo cuestión de tiempo- se alegra de veras ante el titular, profundiza en la noticia y se informa de que casi un 70 % de los caballeros que han superado la séptima década de vida afirman practicar sexo regularmente. Enhorabuena, piensa uno, sólo hasta que lee que en la misma franja de edad, las mujeres afirman tener sexo sólo en un 54%, lo cual significa que, o bien algunos de los hombres se lo hacen entre ellos, o –bastante más probable- que casi un veinte por ciento de los adorables abuelos confunden el sexo con el parchís, es decir, se comen una y cuentan veinte. Aunque lo verdaderamente ingenioso se encuentra entre los comentarios que los lectores añaden a esta noticia en la edición digital del citado periódico, donde algunos abueletes presumen de sexo salvaje, otro apunta que en las residencias de la tercera edad debieran promover el sexo -¿se imaginan?; otro -autobiográfico él- afirma haber estado con uno de 71 y habérselo pasado de muerte, y un tal Tito -el mejor- hace el siguiente razonamiento que les copio tal cual: “Es que con las pagas que tienen se van de vacaciones a Cancún y allí, ven aquellos bikinis y rejuvenecen de repente”.

En cualquier caso, algo de verdad ha de tener el estudio, porque en la edición de hoy del gratuito 20 minutos, aparece la noticia de que una señora de 70 años acaba de dar a luz gemelos en la India. El marido es un granjero retirado –retirado sólo de sus labores de granjero, por lo que se ve- que no ha estado en Cancún en su vida, y la ginecóloga que atendió a la señora Omkari Pawar, que así se llama la feliz madre septuagenaria, aún sigue confundida, con los ojos como platos, y releyéndose y llenando de tachones varios tratados sobre la menopausia.

Al hilo de lo anterior, es el Correo Digital el medio que se hace eco de otro estudio, éste de la Universidad A&M de Texas, que pone de manifiesto que la sandía aumenta ostensiblemente la libido (no le pongan acento, libido es una palabra llana por mucho que casi todo el mundo se empeñe en convertirla en esdrújula y pronunciar, de forma incorrecta, líbido) y, además, previene la impotencia al contener una substancia conocida como citrulina, que actúa como vasoconstrictor de las arteriolas del pene, algo similar a lo que se consigue con la Viagra pero sin efectos secundarios. Una advertencia, la mayor concentración de dicha substancia se halla en la parte más blanca de la fruta. O sea que toca apurar la sandía hasta la cáscara. Para ilustrar la noticia en cuestión cuelgan en su web un vídeo en el que se ven jubilados y jubiladas comprando sandías como para un regimiento y a alguno de ellos constatando que su vida ha cambiado desde que se atiborra de sandía a diario.

Pero la noticia que sin duda se lleva la palma es la protagonizada por la compañía aérea de bajo coste Ryan Air, cuyo presidente, Michael O’Leary, soltó en rueda de prensa el pasado 17 de junio en Alemania –y se quedó tan fresco- que estudian lanzar un servicio de “camas gratis y felaciones” a los usuarios de primera clase. La previsión es que el “servicio” cueste sobre unos 10 euros y no estará disponible para la clase turista. No queda claro quiénes serán los encargados de llevar a cabo tal prestación, pero uno que yo me sé, por si acaso, no se iría a currar de azafato a Ryan Air ni harto de güisqui.

No sé qué pensará de tal propuesta nuestra Ministra de Igualdad, pero es de esperar que ponga el grito en el cielo, pues esta oferta es claramente sexista y discriminatoria, pues ya me contarán cómo narices se practica una felación a una miembra del pasaje.

Convendrán conmigo mis queridos reincidentes en que, para según qué cosas -y ésta es una de ellas- es imprescindible un miembro. Y las miembras, por suerte o por desgracia, no tienen.

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