domingo, 27 de abril de 2008

El tecer polvo de Nieves - Entrevista con Nieves Concostrina









Con Nieves en Zaragoza

Entrevista concedida por Nieves Concostrina para O Desván

Para aquellos de mis queridos reincidentes que hayan estado en coma en los últimos cinco años -o bien, durante ese mismo tiempo, no hayan tenido el tino de elegir buenos libros y buenos programas de radio como los de Nieves- advertirles que el personaje de la entrevista de hoy es una estupenda periodista y una magnífica escritora –pese a que ella insiste en que no es más que una periodista que escribe- que ha sabido darle al tema de la muerte un aire indudablemente divertido. Así que si a estas alturas no conoce usted a Nieves Concostrina no se lo diga a nadie. Teclee http://www.nievesconcostrina.es/ en su navegador, dése un garbeo por la página y, una vez puesto en antecedentes, regrese de nuevo para leer esta entrevista, porque desde hace unas semanas su libro “Polvo Eres. Peripecias y extravagancias de algunos cadáveres inquietos”, tercero de la autora en menesteres mortuorios, está en las librerías. El libro, como los dos anteriores, recoge circunstancias divertidas y curiosas relacionadas con cadáveres ilustres y algún que otro difunto anónimo.


- Qué tal se está vendiendo el libro?
- Fantásticamente. Ya está prácticamente agotada la segunda edición.

- Pues a por la tercera, ¿no?
- Eso espero. En cualquier caso he de agradecer a la editorial (Esfera de los Libros) la distribución, la presentación… vamos todo. Estoy realmente satisfecha de cómo ha quedado, pese a que el libro, con mi nombre en letras doradas sobre mármol de Macael, parece que sea mi lápida, pero aún y así, la verdad es que el resultado ha sido estupendo.

- Con ese volumen de ventas, y si le sumamos la audiencia de tu programa de radio “Polvo Eres” en Radio 5, hemos de concluir con que la muerte despierta mucho interés.
- Bueno, he intentado siempre desmitificar el tema de la muerte, huir de lo esotérico y lo macabro y tratarlo con mucha mano izquierda. Si los mejores chistes se cuentan en los velatorios, por qué va a ser irreverente hablar de la muerte si se hace con respeto. La muerte está ahí y, por mucho que queramos, no podemos evitarlo. Si ocurren circunstancias curiosas y divertidas ¿por qué no contarlas? Y eso es lo que tiene tirón, que te cuenten anécdotas curiosas y divertidas de un tema que a priori no suele ser alegre.

- Y tú que te defines necrófila, en la acepción del término referida a sentir atracción por alguno de los aspectos de la muerte, ¿padeces de deformación profesional? ¿Eres capaz de viajar, por poner un ejemplo, a París, sin visitar sus cementerios?
- Lo de París es un caso aparte porque sus cementerios son preciosos. Encuentras verdaderas obras de arte. Es que si alguien va a París, con un poco de tiempo, y se vuelve sin visitar el cementerio de Pére-Lachaise, o el de Monmartre , es para darle un azote, pero en circunstancias normales no voy por ahí de cementerio en cementerio. Este fin de semana hemos estado con Pepa Fernández y el equipo de “No es un día cualquiera” en A Fonsagrada, y me he venido sin ver su cementerio. No estoy demasiado deformada… Aún.

- El libro está repleto de situaciones divertidísimas. Cuéntame tu preferida.
- No te sabría decir una porque hay muchísimas y yo las encuentro todas divertidas, quizás la de Jeremy Bentham, el padre del utilitarismo, que lleva el pobre desde 1832 en una vitrina del University College of London. El hombre, fundador del College, donó su fortuna al centro con la condición de que su cuerpo fuera conservado de tal forma que pudiese ser expuesto en alguna vitrina para admiración de estudiantes y visitantes. Además exigía ser sacado de su particular armario para asistir a las juntas directivas. El caso es que tras el proceso de embalsamamiento la cabeza no quedó demasiado bien; vamos, que quedó hecha una verdadera birria y no tuvieron más remedio que hacerle una cabeza de cera porque la original desmerecía el resto del cuerpo, pero como les dio penita tirar la cabeza auténtica, la pusieron en la vitrina junto a sus pies. Hasta que a los alumnos del College les dio por robarla como gamberrada de fin de curso, e incluso como trofeo por parte de estudiantes de otros centros. Cada dos por tres desaparecía para luego aparecer en los sitios más insospechados, como en la consigna de la estación de Aberdeen o en medio del campo de fútbol. Así que decidieron guardarla en la caja fuerte para evitar tentaciones. Y así está el pobre, con la cabeza por un lado y el cuerpo por otro. Eso sí, todavía lo sacan de la vitrina, de vez en cuando, para las reuniones de cierta enjundia.

- También hay difuntos “non gratos” en algún cementerio.
- Los hay, los hay… Jim Morrison es uno de ellos. El que fuera vocalista de los Doors está enterrado en París, en el cementerio Pére Lachaise. Y están hasta el gorro de sus fans, hasta el punto de que han llegado a anunciar que si algún cementerio quiere su cadáver, se lo regalan. Yo creo que hasta pagarían los portes. Los seguidores de Jim Morrison, y eso que ya son bastante talluditos ellos, que habrá alguno hasta artrítico, dejaban los alrededores de la tumba hechos una porquería: que si latas de cerveza por aquí, que si botellas vacías de bourbon por allí, que si colillas de canutos… La vallaron en 2006 a ver si así se solucionaba el tema y nada… Fruto de los vapores del alcohol y los efectos viajeros del hachís a los que se someten sus visitantes, cada dos por tres tienen que reprender a uno que hace pis en medio del cementerio, o a otro vomitando junto a la tumba… Imagínate qué plan para los que van a visitar a los difuntos colindantes. No hace mucho, Kate Moss dio un verdadero espectáculo bailando sobre su tumba y montando, otra vez, el revuelo padre. Así que si sabes de algún cementerio que quiera acoger a Jim Morrison, los del Pére Lachaise te lo agradecerán enormemente.

- Y otros a los que queman más de una vez.
- De ésos hay varios, pero a mí el que me resulta más simpático es el del difunto catalán, gran admirador de las fallas de Valencia, que dejó dicho a su viuda que quería que sus cenizas se consumieran en una falla, y allí que se fue la mujer con la urna bajo el brazo; y pensó que, ya puestos a quemar las cenizas en una falla, qué mejor que hacerlo en la de la Plaza del Ayuntamiento. El problema fue que la pillaron con las manos en la falla. El vigilante de seguridad, que era búlgaro y no dominaba demasiado bien el castellano, sólo atinó a comunicar que habían echado un muerto en la falla y puedes figurarte la que se formó allí. De todas maneras hubo final feliz. Cuando se aclaró todo, el maestro fallero accedió a que las cenizas de aquel catalán fuesen “recremadas” dentro del ninot. Costó, pero la viuda se salió con la suya.


Y así podríamos seguir páginas y páginas, porque el libro recoge más de un centenar de historias curiosas como las que Nieves nos acaba de contar. Si usted fue a París y no visitó sus cementerios, no cometa un nuevo error dejando de leer el último libro de Nieves Concostrina. Y otra alegría para los que ya somos adictos a Nieves: aún no ha acabado la promoción de este libro y ya está escribiendo el próximo “Polvo eres”. Para que luego digan que con la muerte todo acaba…









1 comentario:

Anónimo dijo...

Los programas en A Fonsagrada, irrepetibles e inmejorables