He de confesarles de antemano a mis queridos reincidentes que a un servidor le cae bien
Daría para unos cuantos artículos el tema de la paridad, y de cómo ésta termina por convertirse en absoluta obligación, de manera que a la hora de designar los ministros que han de componer un Gobierno -como si no hubiera ya suficiente lío con el hecho de tener que buscar el equilibrio entre las distintas federaciones territoriales y seleccionar a la persona idónea para cada responsabilidad concreta- tener que atender, además, a la imposición de que exista paridad a rajatabla, procurando que, si una de las dos balanzas de la paridad ha de pesar más que la otra, que sea la de las mujeres. Éramos pocos y parió abuela. Porque uno se compadece del Presidente cuando se lo imagina desentrañando logaritmos neperianos que cuadren cuotas -no sea que se cabreen los del norte porque los del sur tienen más presencia y/o viceversa-, y, cuando por fin cree el hombre tener medio embastado el nuevo Ejecutivo, comprobar que le sobran machos y le faltan hembras. Vuelta a empezar. Así se imagina uno a ZP agarrando el móvil y soltándole a la Vice lo de “Maite, tráete a una amiga que me hace falta otra mujer”, a Sonsoles -que pasaba por allí con el barreño de la colada- mirán
De todas maneras no es éste el caso de
Uno, el breikindance. Perdón, maldita tele. Quise decir que sorprende, en primer lugar, el hecho de ver a una mujer -embarazada para más INRI- al frente de los Ejércitos cuando el porcentaje de mujeres en los cuadros militares de mando es puramente testimonial.
Uno-bis (razonamiento en la misma dirección pero en sentido opuesto). De la misma manera que ya no nos sorprende ver a una mujer al frente de cualquier ministerio o a una mujer soldado, ¿por qué nos ha de sorprender una Ministra de Defensa? Si una mujer puede ser presidenta de un gobierno, como lo fue Thatcher – y con un par-, o lo es Merkel, ¿por qué no va a poder asumir una fémina la cartera de Defensa?
Dos. Uno espera encontrarse al frente de los ministerios a un profesional altamente cualificado en
Dos-bis (razonamiento en la misma dirección pero en sentido opuesto). Elegimos a los políticos para que dirijan los recursos de
Y pese a que a un servidor le siga chocando ver a la Ministra, con su tripita, diciendo lo de “Capitán, mande firmes”, esta imagen no es más que la constatación de la normalidad con la que debiera aceptarse una situación que no hace más que atestiguar, nuevamente, que no es el sexo de la persona lo que determina su competencia y sus aptitudes.
Y no debiera sorprendernos, que a muchos, al llegar a casa, nos ponen firmes, sin necesidad de voces de mando, si al salir olvidamos sacar la basura o poner
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