jueves, 1 de julio de 2010

Tres dimensiones

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en julio de 2010
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Un servidor debe ser de los pocos mortales que aún no tiene un televisor de ésos estrechitos. Su vetusta y aparatosa tele se empecina en seguir funcionando perfectamente pese a acumular ya algunos lustros en su haber y, la verdad, con el chisme ése de la TDT enchufado, se podría incluso afirmar que ofrece una calidad de imagen y de sonido más que aceptable.

No hay mal que por bien no venga, se decía este columnista al conocer la aparición de los nuevos televisores con tecnología 3D, que ya son varias las marcas que ofrecen televisores de visión en tres dimensiones a precios casi asequibles. Así, el día que el televisor veterano diga hasta aquí hemos llegado y deje de funcionar, ya pensaba quien les escribe en adquirir una de ésas pantallas en las que el espectador, mediante unas gafas cósmicas, se introduce en la emisión y puede sentarse en el plató al lado de la Esteban, corretear por el césped junto a Xavi, Iniesta y Messi, esquivar de un salto la moto de Lorenzo y acompañar en sus diagnósticos al Doctor House, con la certeza de que esta vez tampoco será Lupus la enfermedad rarísima que aqueja a un bombero de color, afectado por horribles convulsiones y fiebre álgida.

Pero una vez leída la noticia que a continuación paso a comentarles, comprenderán mis queridos reincidentes que mi gozo se halle en un profundo pozo, que a ver quién es el listo que, visto lo visto, se compra ahora una tele en 3D.

Resulta que una neoyorquina, de nombre Jennifer Stweart, estuvo con unos amigos viendo una película pornográfica en 3D. Según ella misma afirma, sentía curiosidad por las películas en tres dimensiones y quería experimentar qué se sentía en medio de una peli guarra, toda ella rodeada de una monumental orgía. Hasta aquí, nada especial, que ya se sabe que la curiosidad humana tiene pocos límites. Lo fastidiado llegó al cabo de poco más de un mes, cuando la interfecta empezó a sentir mareos y otros síntomas compatibles con el estado de buena esperanza. Total, que la señora se hizo un Predictor © y éste le confirmó lo que ustedes ya habrán deducido: la Jenni estaba preñada.

A aquellos de mis queridos reincidentes que se pregunten qué tiene que ver una cosa con la otra, rogarles la paciencia necesaria para acometer el párrafo siguiente.

Y es que resulta que en la fecha de la concepción, el marido de esta tipa, soldado del ejército de los Estados Unidos, se hallaba en Irak; que la interfecta jura y perjura que no ha conocido –en el sentido bíblico de la palabra- más varón que su marido durante la ausencia de éste y que, pese a ser tanto ella como él blanquitos de piel, el niño les ha salido más negro que el tizón.

Afirma la señora que el retoño es clavadito al protagonista de la película, de lo que deduce que, habiendo la señora sido fiel a su esposo en su ausencia, no existe otra posibilidad más que fuese la peli porno en 3D la causante de su embarazo.

Si todo esto se les antoja inverosímil esperen a ver la respuesta del marido, Erik, que -no se lo pierdan- se ha tragado a pies juntillas la versión de su media naranja, llegando a afirmar que “las películas 3D son tan reales que, con la tecnología actual, todo es posible”.

No se lo tomen a guasa, que hace dos mil once años cierto episodio con ciertas coincidencias ya saben ustedes cómo acabó. Quién sabe si dentro de unos pocos miles de años tenemos otro nuevo Mesías y a una parte de la humanidad venerando a los televisores 3D.

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