jueves, 10 de junio de 2010

Velos y demás adornos.

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en junio de 2010

Aunque de lo que les quería hablar hoy a mis queridos reincidentes era de la Esteban, concretamente del titular que acabo de leer y que afirma que Belén Esteban gana más que el Presidente del Gobierno, mi firme voluntad de mantenerme en la más absoluta de las ataraxias ha hecho decantarme hacia otro tema; quizás menos mediático, pero sin duda igual de polémico. Y es que es grave que la Esteban tenga más caché que Zapatero, aunque más grave aún es que cobre más que un neurocirujano, que un magistrado del Supremo, que un catedrático de la Complutense o de la Autónoma… En fin, a lo que íbamos, o mi voluntad ataráxica se va derechita al garete en menos de lo que la Esteban suelta una ordinariez.

A estas alturas, no hará falta que un servidor les reitere su postura frente a la inmigración, que no han sido pocas las veces en las que, en este mismo periódico, ha defendido el derecho de cualquiera a buscar el sustento fuera de su país cuando allí no lo tenga, o aun y teniéndolo; así como la obligación moral de acogerlos que tenemos los que gozamos de la suerte de vivir en el primer mundo. Así, ya he perdido la cuenta de los artículos que he dedicado a denunciar actitudes xenófobas de políticos y me ha faltado tiempo para llamar públicamente racistas a quiénes han aprovechado el tránsito vallisoletano del Pisuerga para arremeter contra los inmigrantes a la más mínima de cambio. Pero es que una cosa es el tocino y la otra, muy diferente, el cociente resultante del espacio dividido por el tiempo y que vulgarmente conocemos como velocidad.

Porque pese a que con este artículo alguno de mis queridos reincidentes me retire el calificativo de rojillo –con el que, dicho sea de paso, un servidor se halla encantadísimo- pues según parece muchos de los que cojean de la pierna izquierda defienden otra postura, quien les escribe ve tan clara la posición que en esta columna voy a intentar defender, que no le cabe en la cabeza siquiera la existencia de debate.

El velo. ¿Debiera tener derecho cualquiera a llevar un velo por la calle? Pues sí, faltaría más: un velo, una cofia, una boina como las de mi amigo Urrutia y hasta un bombo rociero pillado con horquillas de pelo si al/la interfecto/a en cuestión le apetece.

¿Y en un colegio? Pues mire usted, ahí la cosa ya cambia un poco. Porque si resulta que nos creemos de veras eso de la igualdad entre sexos, y si resulta que nos estamos gastando una pasta en campañas que promueven la igualdad entre sexos, porque si resulta que un servidor lleva toda la vida educando a su hija en la igualdad entre sexos, enseñándole que debe rebelarse cuando alguien la discrimine por su condición de mujer, no debemos tolerar que nuestros hijos reciban el ejemplo de un símbolo que significa la sumisión de la mujer al hombre.

Aquella mujer –de la religión que sea- que quiera someterse voluntariamente a los caprichos –religiosos o no- de su marido, allá ella, y que, si lo desea, se baje al parque a pasear al niño con el velo, una gorra del Atleti o envuelta en papel de lija, para ella hace: es su problema, pero desde luego que en los edificios que pagamos entre todos, especialmente cuando éstos estén dedicados a la enseñanza, la cabecita despejada y que corra el aire. Porque allí lo que se enseña es que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, y que una pareja está compuesta de dos personas que se aman, y en ningún caso está formada por un patrón y un esclavo.

Habrá quien afirme que esto se da de bruces con la también constitucional libertad de culto y un servidor responderá que no. Que en los lugares de culto de cada cual, que se pongan un velo, que se disfracen de lagarterana o que se pinten las uñas de color azafrán, pero en los edificios públicos, y especialmente en las escuelas, no debemos ser cómplices de ningún símbolo que signifique sumisión de la mujer al hombre.


1 comentario:

Carles dijo...

Jo sóc d'esquerres però això no significa que ens toqui acceptar-ho tot per que "som enrotllats". Hi ha coses que no tenen color polític, que formen part del sentit comú, de la modernitat, de com es mou la societat (etc...).
Estic d'acord amb tu, completament.
salutacions (i no demoris tant els teus articles!!!)