miércoles, 15 de octubre de 2008

De sexuados, de híbridos y de obispos.

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en octubre de 2008
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Alguno de mis queridos reincidentes quizá deduzca que a un servidor le pone esto de llevarle la contraria a los obispos cuando, pobre de mí, no hago más que intentar atribuir a las palabras el significado que mi adorado y siempre socorrido Diccionario de la Real Academia les otorga y que, en ocasiones, difiere de la interpretación que algunos obispos hacen de ciertos vocablos, recreando éstos interpretaciones libres contrarias a las que la autoridad en la materia, La Real Academia de la Lengua, establece.

Mis reincidentes más veteranos recordarán cómo desde esta misma tribuna, en la edición 144 - de eso ya hace casi cuatro años-, corregía al entonces portavoz de la Conferencia Episcopal, don Juan Antonio Martínez, porque empleaba el substantivo “artilugio” referido a los preservativos. Diccionario en mano un artilugio es un “mecanismo, artefacto, sobre todo si es de cierta complicación”. No hay más que mirar un condón para comprobar que –por suerte, pues sería muy incómodo- ni tiene engranajes, ni correas dentadas, ni bielas, ni muelles, ni tuercas, ni condensadores, ni resistencias, ni circuitos integrados, ni nada que le pueda dar aspecto, apariencia, o el significado de artilugio; máxime cuando la definición abunda en que el artilugio ha de tener cierta complicación, y, convendrán ustedes conmigo en que un condón puede ser muchas cosas, pero que en absoluto es un artilugio complicado, siendo su funcionamiento tan complejo como lo es el mecanismo de un tapón de los de corcho de toda la vida.

Pues de nuevo otro Obispo, ahora el nuevo fichaje del Obispado de Málaga, don Jesús Català Ibáñez, le ha dado un puntapié al Diccionario al afirmar que la homosexualidad es una “anormalidad psicológica” ya que “Dios creó al hombre y a la mujer y los hizo como seres sexuados. Dios no creó híbridos". Aquellos que crean que un híbrido es un coche que funciona con dos motores, uno de gasolina y otro eléctrico, como el Toyota Prius, sólo tienen razón a medias, pues el vocablo “híbrido” actúa en ese caso como una metáfora, pues un híbrido es -y no porque lo diga un servidor, sino porque así lo define el Diccionario de la RAE- “Dicho de un animal o de un vegetal: Procreado por dos individuos de distinta especie”, como lo sería un mulo, engendrado por un caballo y una burra, o un burro y una yegua; o bien, “Dicho de un individuo: Cuyos padres son genéticamente distintos con respecto a un mismo carácter” y la tercera acepción reza que “Se dice de todo lo que es producto de elementos de distinta naturaleza”. Atendiendo al significado de la palabra, el híbrido nace, no se hace, que es justo lo contrario de lo que defiende nuestro obispo de hoy, quien también afirma que “la homosexualidad es una desviación sexual aprendida”.

Reflexionemos sobre lo que dijo –o quiso decir- el señor Català cuando afirma que el hombre y la mujer fueron creados por Dios como seres sexuados y no como híbridos.

A ver si me aclaro: dice don Jesús que el hombre y la mujer son sexuados y no son híbridos, categoría a la que el mitrado eleva –ni que sea tácitamente- a los gays, y si esto es así, y haciendo un simple ejercicio de pura lógica los híbridos no deben ser sexuados.

Un ser sexuado es aquél que, según el RAE: “Dicho de una planta o de un animal: Que tiene órganos sexuales.” Por tanto, y siguiendo la lógica del mitrado de Málaga, los homosexuales carecerían de órganos sexuales y serían fruto de la relación de padres de distinta especie, o bien padres genéticamente distintos y/o producto de elementos de distinta naturaleza. Pues yo creo que nadie ha avisado de eso a los homosexuales, porque ellos se creen que tienen órganos sexuales y están convencidos de que sus padres y sus madres pertenecen ambos a la especie humana.

Quizás lo que quiso decir don Jesús es que Dios creó al hombre y a la mujer como seres sexuados, o sea, con órganos sexuales, y que no creo hermafroditas que son los que se reproducen en plan autista, que parece ser que el mitrado de Málaga tiene metido en la cabeza que cada vez que un señor y una señora se meten en la cama con ánimo lúdico –o incluso lúbrico- no lo hacen sino para traer cristianitos al mundo y cuantos más mejor.


A un servidor lo que le parece es que el Obispo tiene un cacao mental que no se aclara el pobre, que confunde sexo y reproducción como aquél que confunde churras y merinas. Porque incluso la propia Iglesia aprueba ciertos métodos contraceptivos –naturales eso sí- en los matrimonios cristianos, lo que significa un reconocimiento implícito a las relaciones sexuales sin ánimo de procreación, al menos, dentro del matrimonio. Pero parece ser que aquí el Obispo nos ha salido más papista que el Papa, o sea que el Ratziger, que ya es decir.

Y no es casualidad que algunos obispos siempre confundan palabras y su significado cuando hablan sobre sexo, que ése es el inconveniente de hablar de oídas. Porque en temas relativos al sexo los obispos deben saber más bien poco: lo que les cuente uno, lo que les cuente el otro y lo que lean en los libros que no tengan censurados, y poca cosa más. Aunque casi es preferible eso, que digan gilipolleces sin pies ni cabeza por hablar de cosas de las que no tienen ni repajolera idea, a que quieran aprender esto del sexo de extranjis y a salto de mata, y ocurra como con aquel cura de una ciudad de aquí al lado, al que condenaron no hace mucho por abusar sexualmente de una deficiente mental -con un 65% de discapacidad psíquica- y al que su obispado trasladó de tapadillo a otra parroquia en vez de ponerlo de patitas en la calle una vez confirmada la sentencia. Ése sí es un pedazo de híbrido –siendo suave- al que habría que convertir en asexuado con unas tijeras de podar oxidadas.

Cuánta razón hay en aquello de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio…

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