jueves, 21 de octubre de 2010

Mensajes Premium

Artículo publicado en Vistazo a la Prensa en octubre de 2010

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Aviso a navegantes. Una nueva modalidad de estafa telefónica está sacándoles la pasta a los abonados sin que estos se enteren hasta que les llega el facturón. Con nocturnidad, alevosía y con la colaboración necesaria de las compañías telefónicas -que luego se quitan de en medio alegando que el timo es un “servicio” ajeno a la compañía- este nuevo timo está haciendo estragos. Les cuento.


Recordarán mis queridos reincidentes más veteranos mis periódicos y reiterados encontronazos con el señor Movistar y sus secuaces, ora por su insistencia en fastidiarme siestas acosándome a llamadas y SMS no deseados, ora por dejarme tirado sin cobertura en el otro extremo del planeta, así como demás despropósitos de la más variada índole de los que ya no les llegué a participar para no aburrirles, o, mejor dicho, para no aburrirles en exceso. El caso es que, en uno de ellos solucioné definitivamente mis conflictos con Movistar. No se emocionen mis queridos reincidentes deduciendo que quien les escribe ha encontrado la piedra filosofal en lo referente a telecomunicaciones, que de todos es sabido que es imposible no sucumbir a las trastadas a las que son tan aficionados las empresas de telefonía. Cuando les digo que solucioné mis problemas con Movistar me refiero a que me pasé –nos pasamos toda la familia- a Vodafone y, como algunos de mis queridos reincidentes ya deben saber -y el resto imaginar- si no quieres leche, toma tres tazas.


Ayer por la mañana. Llega un pedazo de facturón de uno de los móviles. Abriendo la factura compruebo cómo varias de las páginas corresponden a lo que ellos llaman mensajes premium. Aquellos de mis queridos reincidentes que en sus tiempos mozos estudiasen latín, recordarán que la palabra premium proviene del latín praemiare es decir, premiar, galardonar y que bien pudiese ser traducida a la lengua de Cervantes como premio, obsequio o galardón concedido en virtud a algún mérito. En definitiva, el señor Vodafone ha tenido a bien obsequiarme en esta factura con unos ciento cincuenta mensajes premium por los que sólo me ha cobrado unos sesenta euros. Vamos, un chollazo. Lo bueno del asunto es que esos mensajes no han llegado al teléfono, pero, según cuentan en Vodafone, no es necesario haber recibido el “premium” para que te cobren la “pastam”.


Como ustedes pueden imaginar, recibir la factura y contactar con Vodafone fue todo uno.

Les ahorraré el diálogo de besugos mantenido con dos contestadores distintos, en el 123 y en el 1444 y en los que invertí más de media hora, hasta que por fin, una tal Sonia, increíblemente atenta e incluso simpática, me cuenta lo siguiente.


Que, según parece, el 29 de octubre de 2009 alguien suscribió mi teléfono a un servicio de mensajería premium y que, casi un año después, el 9 de septiembre del año en curso alguien –o quizás fuese algo- suscribió ese mismo teléfono a otro servicio de mensajería premium y, desde que se produjera esa segunda suscripción, ambos servicios –en realidad corresponden a la misma empresa- se han dedicado a facturarme una media de diez mensajes diarios, a un coste que varía entre treinta céntimos y un euro con veinte, mensajes que, según parece, no he recibido por no tener mi teléfono correctamente configurado para recibirlos pero que, en cualquier caso, quien les suscribe ya ha pagado religiosamente.


Y es que ahí está la trampa del asunto. Si usted empieza a recibir quince mensajes diarios prediciéndole el futuro, o informándole de las últimas novedades de la vida sentimental de la Esteban y de su nueva casa en Paracuernos, existe la posibilidad de que usted, que sabe que nadie regala nada, se interese en saber quién narices lo está cosiendo a mensajes y –esto es esencial- cuánto le va a costar la broma. ¿Cómo solucionan esto las empresas que se dedican a timarnos con sus SMS de pago? Pues enviándolos con un protocolo rarísimo, de forma que su teléfono no “sepa” recibirlos, de manera que usted no los recibe y, por tanto, no se entera de nada hasta que le llega la factura, y entonces ya será tarde. Usted ya habrá pagado una cantidad que oscilará entre cincuenta y cien euros en mensajes premium (depende de la suerte que haya tenido) y, además, deberá para la próxima factura todos los mensajes recibidos desde el día que finalizara el periodo de facturación y hasta la fecha, y que, probablemente sea más de lo que pagó en la última factura, pues los timadores saben que una vez descubierto el timo usted tomará medidas y se les acabará el chollo.


¿Cómo puede librarse usted de esta estafa? Es relativamente fácil. Llame inmediatamente –no lo deje para luego, no sea que se olvide- a su compañía de telefonía móvil y exíjales que le inhabiliten el servicio de recepción de mensajes premium. Tienen la obligación de hacerlo por teléfono y al momento. Guarde el número de incidencia y el operador que se la tramita, no sea que el operador se “olvide” tramitar la baja, cosa que ocurre con cierta frecuencia según leo en los foros de timados. Deshabilitar ese servicio no le impedirá recibir SMS normales, aunque, eso sí, les costará unas cuantas llamadas al servicio de atención al cliente, tendrá que vérselas con operadores entrenados en convencerles de que si usted no se suscribe no recibirá ningún mensaje, pero eso no es cierto. A poco que investigue por la red, comprobará cómo son muchísimos los casos de abonados que, sin haberse suscrito, han recibido (o han no recibido, para ser más exactos) una tanda considerable de mensajes. Resulta alucinante el caso de un padre que, como castigo a su hijo, no le paga el teléfono –te lo pagas tú cuando tengas dinero, a ver si así aprendes a administrarte- con lo cual le cortan la línea y, pese a tener la línea cortada, le consta una suscripción a un servicio de mensajería premium (cosa de debiera resultar imposible, pues la suscripción supuestamente debe realizarse enviando un mensaje desde el propio teléfono, misión irrealizable cuando éste está con la línea cortada) y por el que ahora le reclaman doscientos y pico euros en mensajes premium enviados a un teléfono que no tenía activa la línea, ni en el momento en el que se produjo la presunta suscripción, ni en el momento de la presunta recepción de mensajes.


Por lo pronto, un servidor no ha conseguido que Vodafone facilite los datos de la empresa proveedora de esos supuestos mensajes, no proporcionando Timafone más que lo siguiente acerca de los corsarios telemáticos: “Alertas MT SMS” y los números de suscripción a ese servicio, el 797677 y el 795791. Según afirman en Vodafone, no disponen del domicilio fiscal ni del teléfono de la susodicha empresa, cosa difícil de creer, pues de alguna forma ha de cobrar Vodafone la patente de corso que les proporciona a sus corsarios.


Lo que resulta del todo alucinante es hasta qué punto se halla desprotegido el sufrido cliente y cómo las compañías de telefonía acceden a conchabarse con esas bandas de estafadores, proporcionándoles cobertura para que cometan sus fechorías.


Puesto en contacto con la Agencia Catalana del Consumo no hay forma humana de que Vodafone devuelva lo facturado en concepto de mensajes premium, pues debiera ser un servidor quien probase no haberse suscrito al timo y quien debe demostrar que no ha recibido los mensajes.


¿Que no? Eso ya lo veremos…

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